DISCOS
«Pop clásico con armonías vocales, melodías adhesivas y arreglos cuidados, con una dosis extra de energía»
Todo el Largo Verano
Esperando
FERROR RECORDS 2023
Texto: CÉSAR PRIETO.
Conozco la trayectoria de Todo el Largo Verano casi desde su nacimiento, encarnada en unas primeras maquetas que me fascinaron. Desde entonces, he seguido su evolución y la de grupos coetáneos y convecinos que entendía que sostenían una manera especial de hacer música desde Ferrol, casi todos felizmente activos, porque en su promoción —que no en la prestancia— no gozan de los apoyos que sostienen otras propuestas, quizá más aparentes, pero menos bellas.
Junto a ellos siguen estando en esa escena, y ambos con discos recientes, Quant o Roger de Flor (con su nombre o con Os Peregrinos), que guardan para los corazones sensibles e inteligentes unas canciones de tono lírico cuidado, marcadas por aromas de los sesenta, calmadas y melódicas y, en ocasiones, pocas, con la carga irónica que en el noroeste llaman retranca. Pero si por algo destaca la música de Todo el Largo Verano es porque se pueden reinventar según sus apetencias, y sus apetencias en este nuevo largo siguen pegadas a lo que han hecho siempre: pop clásico con armonías vocales, melodías adhesivas y arreglos cuidados, pero se han inyectado una dosis extra de energía.
Y esto se demuestra en el primer corte: “Es imposible”, que se decanta hacia los sesenta más chispeantes, en la herencia de Los Brincos, Los Sirex o Los Pasos: una base rítmica beat, yeahs para impulsar y coros potentes. De hecho, incluyen en el disco una versión de un grupo de esa época, un grupo ferrolano, Los Sprinters, que con “Espera, que quiero hablarte” consiguió facturar un soberbio y desconocido tema, que Todo el Largo Verano consiguen que suene más sixtie que la original. Los Sprinters no desaparecieron, se convirtieron en el grupo de acompañamiento de otro ferrolano ilustre e icónico: Andrés do Barro, destinatario de varios tributos por parte de esos grupos.
Partamos de una base: Todo el Largo Verano hicieron una versión del “God only knows” de los Beach Boys en gallego. En “La misma canción” prueban sonidos a partir de esta misma canción, armonías diferentes a las suyas, con cuerdas, leves panderetas y una progresión perfecta. Es de esas canciones que parten de una idea y la superan.
Y aquí entra una nueva faceta de la banda que habían manejado muy poco: la experimentación, el rodearse de paisajes que habían hollado escasamente. En el ámbito del que estamos hablando, “Tu castillo de cristal” también tiene influencias de los sesenta, pero en este caso aportan dejes psicodélicos en la introducción y el decorado final, aunque el conjunto es una sólida pieza pop.
Por otro lado, amplían de manera más ortodoxa su campo sonoro. “Eu fico en Ferrol”, la única en gallego, con su aire tropical, acogedor y cálido, es cercana al donostisound, pero los gallegos están atentos a sonidos más añejos y arreglos más sencillos. Y también se sueltan en “Fuera de cobertura”, un pseudoinstrumental muy plástico, en que no entra la voz hasta bien pasada la mitad. Hay delays, sonidos cósmicos, estructuras sin estribillos. Un delirio sonoro que, a la postre, resulta compacto y sólido.
Desde luego, aún conservan esa maestría para poner en escena su estilo anterior. En “Esperando por ti”, los diez primeros segundos ya ofrecen ese sonido armónico y a la vez potente, melódico y transparente. Se ponen en órbita con la canción pop perfecta, deudora de Juan y Junior, de los Limones, con todo el pop que se ha sembrado en sesenta años y con el folk soleado de California en su esencia. Para este cronista, y de momento, es la mejor canción de este ámbito que ha surgido este año.
Se cierra el disco con dos experimentos. La guitarra pausada y los juegos electrónicos de fondo, que frenan el inicio de “Cambio de fase, Pt. 1”, anuncian que la psicodelia se va a llevar hasta sus últimas consecuencias en un ejercicio de estilo que anuncia nuevos caminos productivos. Su contrapartida “Cambio de fase, Pt. 2”, compacta más lo que en su primera encarnación era abierto y oxigenado.
Y se cierra también con la sensación de que Todo el Largo Verano han querido ir más allá y les ha salido el experimento, de que han hecho lo de siempre y les han salido canciones bellísimas, de que sorprenden y enamoran a la vez, y de que merece la pena seguirlos porque siempre nos van a enamorar.
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Anterior crítica de discos: I inside the old year diying, de PJ Harvey.