Se han despegado un tanto de los sonidos más balcánicos de sus primeras grabaciones y en Mátame, sin dejar de lado su actitud tabernaria, Le Punk suenan más rockeros que nunca. Con ellos recorremos en esta entrevista toda su historia.
Texto: JUANJO ORDÁS.
Con su exultante Mátame recién editado, nos reunimos con Alfredo Fernández (voz y guitarra) y Joe Eceiza (guitarra), dos cuartas partes de la imparable máquina de rock cabaretero denominada Le Punk. Un grupo luchador, una familia de cuatro miembros capaz de sobreponerse a los golpes bajos con reflejos felinos y, de paso, grabar discos monumentales. Una de las mejores bandas de nuestro rock.
En entrevistas estáis comentando que el título de vuestro nuevo disco, Mátame, es un desafío y, a la vez, una expresión de no poder más, ¿pero qué ha pasado en el grupo para que tenga que darse esa expresión?
Alfredo: Nada, realmente no ha pasado nada más que lo cotidiano que pasa en un grupo, pero sí es verdad que a raíz de la marcha de Tuli (ex clarinete y miembro fundador) y César Pop (ex teclista) se desencadenaron una serie de cosas: EMI entró en una quiebra tremenda, despidieron a un montón de grupos entre los que estábamos nosotros… Hubo mucho movimiento. Y “mátame” es una expresión de cansancio, pero también se trata un poco de la «gasolina» de las bandas.
También sirve para regenerarse.
Joe: Claro.
A: Nos pareció muy gracioso, como una broma.
J: Tiene pegada.
¿Cómo ha sido la grabación? Habéis conseguido un sonido más robusto que en otras ocasiones.
J: Sí, ha sido una grabación que hemos planteado mucho más rockera. Como quedamos los cuatro, nos metimos al local a componer y al hablar con Juan de Dios [productor del disco] estuvimos de acuerdo en buscar eso.
A: Quitar tiempo entre la composición y la grabación, no maquetar y escuchar en tu casa el disco cincuenta mil veces, sino en plan: “la canción está hecha, vamos con ella al estudio”.
¿Grabasteis en directo todos juntos?
A: Lo que podíamos, porque estábamos condicionados por el tamaño del estudio. Es un estudio pequeñito. Pero sí, el bajo, la batería y la guitarra sí.
¿Qué tal con Juan de Dios? Se le conoce sobre todo por las producciones de Deluxe, que suenan muy brillantes, y parece que sigue en ello, porque vuestro disco luce mucho.
A: Es muy pintón. Es muy joven, es un tío que al contrario que nosotros, que nos hemos desarrollado en locales y garitos tocando, desde que era muy jovencito ha tenido una grabadora y ha ido progresando hasta que de repente se ha hecho con un estudio.
También es músico.
J: Es muy bueno. Toca de todo. En el disco ha tocado algún piano, Rhodes y ruidos varios (risas).
A: Nosotros le hemos visto tocar el bajo y la trompeta a la vez.
Uno de los puntos importantes de este disco es que habéis dejado de lado la corriente más folclórica europea y os habéis centrado más en el pop y en el rock.
J: Sí, sí… Es un disco más rock, más norteamericano, más blues, más swing.
A: La parte más folclórica europea la hemos interiorizado un poco más. Al principio, sobre todo con el primer disco, que es siempre una sorpresa para todas las bandas que lo hacen, nosotros veníamos del rock y empezamos a liarnos con los tangos, en plan “mira qué gracia”, “fíjate este tipo de canciones”. Con el segundo te vas metiendo en el rollo, pero llega un momento en que interiorizas la música y necesitas sacar ese aspecto de la composición para que sea válida y molona para ti. Estás buscando la canción.
Vuestras canciones siempre han aguantado muy bien con una sola guitarra.
J: Claro, nosotros somos compositores, hacemos canciones. No somos un grupo que investigue la música, no somos supermelómanos en ese sentido.
Los arreglos del disco son muy buenos, están muy bien integrados. ¿Quién contribuye a ellos en la banda?
A: Somos muchas cabezas pensando y en general es el instrumentista que ejecuta el arreglo el que lo ha pensado. Somos una banda, dejas a la gente tocar. Los vientos también han tenido mucho que hacer. Nos hemos sentado con ellos y les hemos dicho «estamos haciendo esto, estamos buscando…».
Esperaba que con la salida de Tuli y César Pop se recrudeciera vuestro sonido, porque podría vivir así. A este disco le quitas los arreglos de viento y sigue sonando a Le Punk.
J: Sí, de hecho hay varias canciones que no tienen ese tipo de arreglos.
¿No pensasteis en seguir esa dirección?
J: Sí, lo que ocurre es que nos metimos al local los cuatro y empezamos a trabajar sin ningún problema. En plan: “si hay que sacar un disco de esta manera lo sacamos así”. Pero fuimos probando muchos músicos y hubo un momento en que surgió la opción de No Reply (grupo madrileño de swing).
¿Los arreglos de viento los han hecho No Reply?
J: Sí, la mayoría.
A: Pero también nos hemos sentado con la guitarra y les hemos dicho «queremos algo así». Ellos son un grupo de swing, son muy yanquis.
Eso se ha notado en “El nuevo hombre santo”.
A: Por ejemplo. En canciones como «De qué manera estás hecho» les vienen al pelo. Hay otras que no, en las que les hemos dicho «por aquí», o hemos dibujado un poco la melodía con un piano o una guitarra.
Vuestras guitarras tienen más cuerpo que nunca.
J: Eso es mérito de Juan de Dios en gran medida.
Pero en Deluxe no suenan así, por ejemplo.
J: Nosotros le decíamos, «joder, qué bueno esto», y él nos decía «no, los que estáis tocando sois vosotros”. Nosotros llegábamos allí, elegíamos el ampli, la guitarra. Ha habido un buen equipo, Juan de Dios tiene unas guitarras muy buenas, antiguas, muy chulas, con las que toda la vida hemos soñado con tocar y hemos tocado con ellas. Buenos amplificadores… Así es más fácil, y luego si el tipo que produce sabe sacar el sonido, sabe lo que quieres, lo que necesitas como instrumentista, pues es genial.
El disco me parece muy bueno, pero hay dos canciones que me llaman mucho la atención. Una es “He vuelto a amanecer” y la otra “El soldado”. ¿Es posible que en esa última se escuchen influencias de Dylan?
A: Total.
Y a ti Joe, ¿cómo te dio por cantar “He vuelto a amanecer”?
J: Estaba esperando a pasar la adolescencia para poder cantar (risas). Esa canción surgió porque, quizás de todas las que hay en el disco mías, esa es la más personal, la más intima. Y ya la había tocado en algún garito.
¿Habéis rodado alguna de estas en directo ya?
A: No.
Son todo estrenos a partir de hoy.
A: Sí.
Alfredo, tú voz se ha ensuciado en el buen sentido de la palabra. Ha ganado matices y profundidad. ¿Mucho whisky, mucho tabaco o la edad…?
A: La verdad es que un factor es el tiempo. Pero lo cierto es que en los anteriores discos había llegado a momentos en que tenía que cantar muy mal. Se había desarrollado de una manera muy traumática.
¿Lo habías pasado mal cantando?
A: Sí, la producción en sí de No disparen al pianista fue muy traumática
Pues vocalmente me parece impecable.
A: Sí, lo que pasa es que en este nuevo disco, en Mátame, no es que beba mas whisky, todo lo contrario, salgo a correr y hago cosas por estilo. Pero de repente estoy aprendiendo más, ahora estoy empezando a cantar, este es el principio, estoy dándome cuenta de lo que hago como instrumentista. Me ha costado mucho la voz, yo nací como músico siendo guitarrista y ese proceso es un proceso duro. Tienes que cambiar de mentalidad.
HACIENDO HISTORIA
El primer disco, La logia de la canalla, fue una sorpresa a nivel “underground”. Nadie esperaba que en España apareciera alguien haciendo eso. De hecho habéis sido una evolución del rock tabernario, vuestras canciones incitan a la alegría, hasta las mas tristes se pueden corear en un bar en buena compañía. ¿Como vivisteis el nacimiento de ese sonido?
J: En un bar, en buena compañía (risas).
A: Sí, nació así. Yo tenía un garito en la Alameda de Osuna. Lo cerraba a las dos y nos hicimos con un laúd y una guitarra y empezamos a tontear con eso. Primero empezamos a escuchar a Malevaje, luego ya comenzamos a escuchar a Gardel y cosas así. Las letras de los tangos nos llamaban mucho la atención por el contexto emocional en el que estábamos. Fue una sorpresa, porque nos liberó de alguna manera. Estábamos tocando en bandas de rock manteniendo el grupo como un proyecto y de repente dejamos todo lo que teníamos y nos centramos con Le Punk.
J: Fue un descubrimiento.
¿Cómo os conocisteis vosotros dos?
J: Somos del mismo barrio, de alguna manera nos conocemos de toda la vida, desde el instituto casi.
Buena cantera la de la Alameda de Osuna. Vosotros procedéis de allí y también Pereza, Garaje Jack… ¿Qué pasa ahí?
J: No se sabe. Hubo un momento en el que salieron algunos grupos, como los Buenas Noches Rose, que tuvieron un pequeño despunte y para la gente de la zona fue una cosa muy importante. Y luego acompañaba que había unos locales cerca del aeropuerto muy baratos y con 14 años dices “¿qué mejor voy a hacer que irme con mis colegas a tocar la guitarra?”.
Vuestro segundo trabajo, No disparen al pianista, fue un poco como la confirmación del sonido, mas matizado, quizá más sobrecargado y oscuro. Parecía que el disco iba para adelante, que iba a explotar pero quizá no llegasteis a ampliar la base de vuestro público.
A: No lo sé, creo que en este tipo de cosas tiene mucho que ver la sensación que acompaña al nacimiento de las canciones. Estábamos en una momento extraño dentro del grupo, no estaban fáciles las cosas y fichar por una multinacional parecía que colocaba todo en su sitio
¿Qué ocurría en el grupo para que no estuvieran fáciles las cosas?
A: Bueno, básicamente teníamos algunos problemas personales.
¿Individuales o entre vosotros?
A: Individuales. Básicamente el grupo tomó una dirección con la entrada de César Pop y la culminación de esa dirección fue la ruptura
¿En que sentido?, ¿qué dirección?
A: No sé, es una cuestión de personalidad. César era una persona de afuera, en el sentido de que nosotros éramos todos colegas del barrio, gente muy afín, muy cercana y César vino, apareció por ahí. Buscábamos algo nuevo, no necesariamente un pianista, sino algo nuevo y nunca llegamos a congeniar de una manera directa, por su forma de vivir la música.
Ahora se os ve francamente fuertes. Hay Le Punk para rato.
J: Sí.
A: Yo creo que sí. Estamos en un momentazo a nivel anímico y creo que es lo único que necesitamos para tirar adelante.
J: Somos gente acostumbrada a tener el mismo grupo de siempre, a que vayan las cosas mejor o peor…
A: El grupo es el único compromiso que he adquirido en mi vida, mi banda de rock, tanto cuando estaba con Buenas Noches Rose como ahora con Le Punk. Es donde aprendes, donde acoges, donde fallas… Forma parte de tu trayecto vital.
UN POCO DE PREHISTORIA: BUENAS NOCHES ROSE
Cuando nació Buenas Noches Rose fuisteis la banda por excelencia del “undergorund” madrileño. Ahora Le Punk tenéis un nombre y Pereza son conocidos por todo el mundo pero Buenas Noches Rose han quedado relegados. ¿Qué pasó?
A: No lo sé, tío, no lo sé, no tengo ni idea. Muchas veces lo pienso, porque era perfecto. Hoy por hoy cojo fotos y digo: “Me cago en… si esto parece que era un grupo de casting”. A parte de los discos, las canciones eran tremendas, la energía era tremenda. Pero no sé…
Teníais la imagen y desde luego la música. Cogíais el resentimiento grunge, el espíritu social de los chavales jóvenes, pero sonando setenteros, tocando francamente bien.
A: Es algo que cambiará. La evolución del país ha ido por un camino distinto, nos hemos convertido en el país del pop. Pero creo que con Buenas Noches Rose algo se está cociendo.
J: Desde que comenzamos a hacer entrevistas, todo el mundo pregunta por Buenas Noches Rose, y con mucho cariño.
¿Cuál es tu disco favorito de Buenas Noches Rose, Joe?
J: La danza de la araña.
El mío también.
J: Pero me gustan muchísimo los tres.
¿El tuyo Alfredo?
A: También La danza de la araña. Me parece más difícil hacer un disco como el primero, porque tiene tanta frescura… pero quizá es más agradecido La danza de la araña.
¿Qué recuerdas de aquella época?
A: Recuerdo que éramos muy críos, muy a merced de nuestras propias secreciones hormonales. Era algo raro por que generábamos un respeto muy grande, algo que no sabíamos manejar. Estábamos muy influenciados por todo lo que pasaba a nuestro alrededor sin ser capaces de comprender exactamente lo que nos traíamos entre manos. El negocio de la música supongo que es muy complicado pero en España debe serlo más porque de repente te rodeas de personajes que ven las posibilidades que tienes…
¿Aparecieron vampiros en torno a Buenas Noches Rose?
A: Legiones de buitres.
¿Crees que algún día se reeditarán esos discos como Dios manda?
A: No sé. Pero es que no sé si se reeditará algún disco de aquí a cinco o seis años o pasarán a mejor vida.
¿Nunca os habéis planteado retomar con Le Punk algún tema de Buenas Noches Rose?
A: Lo estamos pensando.
J: Ya hemos hecho algún pinito por ahí con “La graja” en el local de ensayo. Con vientos puede quedar bonito. Antes, junto con El Patillas [bajista de Le Punk] y Rober [Aracil, ex Buenas Noches Rose y actual Pereza], Alfredo y yo hacíamos versiones de los Rose. Es algo que está ahí y en algún momento pasará.
A: Yo soy una persona muy cabezona, me cuesta mucho dejar las cosas y coger cosas nuevas. Me ha costado bastante quitarme el rollo de Buenas Noches Rose de encima.
¿Qué pasó con Jordi (ex vocalista de Buenas Noches Rose)?
A: No lo sé, tío. Se fue. Un día nos salió un plan para ser teloneros de The Prodigy en Tenerife. Estábamos en el aeropuerto, perdíamos el avión, le llamamos y nos dice que no iba a venir, que había soñado que el avión se estrellaba. Jordi estaba en otra película.
¿No se sabe nada de él?
A: Yo sólo le he visto después en cuatro o cinco ocasiones, pero no mantenemos el contacto. Quizá Rubén… Lo último que sé es que está recorriendo España con su mujer y sus tres hijos en burro. Creo que está de ese rollo.
Su abandono propició que saltaras a las tareas vocales con La estación seca, el tercer disco del grupo. Un trabajo que tenía muy buenas canciones pero la producción era floja, sin brillo.
A: Sí, y no era un momento para hacer un disco tampoco, lo que pasa que fue cabezonería.
Ya, pero habría sido cruel privar a vuestros público canciones tan buenas.
A: Sí, pero con un poco más de perspectiva las cosas habrían sido distintas. Lo que pasa es que nos empeñamos. Teníamos que salir del hoyo y nos empecinamos en el asunto.
Pero no puedes imaginarte el mundo sin una canción como “Miss Cafeína”.
A: Sí, tío, pero por ejemplo, está mal de tono. Yo no puedo cantar en ese tono y esas son las cosas que sé ahora.
Demasiado alto, quizá…
A: «La estación seca» está altísima, ahora la toco en casa y no la toco en do menor, la toco en sol y funciona mucho mejor.
Joe, ¿tú qué estabas haciendo por aquel entonces?
J: Tocar en mil grupos. La guitarra, el bajo… Tocaba como en cuatro o cinco grupos y coincidió que cuando él estaba con La estación seca, Nico [Garaje Jack] y yo teníamos un grupo de rock and roll y montamos Perros de Paja.
Por ahí se dejo caer Leiva (Pereza), ¿no?
A: Por Perros de Paja… no.
J: No, al principio de Le Punk era el batería, de hecho las baterías de “El delito del amor” y “La noria” las compuso él. Leiva es un batería acojonante. Como músico es buenísimo, pero como batería concretamente es espectacular.
¿Qué música estáis oyendo ahora?
A: Yo llevo tres meses escuchando a Serrat como un enfermo. El personaje me ha imbuido. Escucho todo lo que cae en mis manos, cuando estoy haciendo cosas en casa me pongo a Serrat.
J: Yo estoy en un momento muy folk americano. Estoy escuchando a Jackob Dylan, Neil Diamond, que son las dos últimas producciones de Rick Rubin.