Nacho Vegas: En el confesionario

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Entrevista: Nacho Vegas en el confesionario

El cantautor indie por excelencia ha regresado en solitario con El manifiesto desastre, un paso más en una carrera que va cogiendo cuerpo disco a disco. Esta suerte de icono generacional, habla en esta entrevista de sus últimos pasos y de toda su trayectoria solista.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.
Fotos: PABLO ZAMORA.

 

Tras más de un día atrapado en las carreteras españolas debido a un abrupto temporal, Nacho Vegas se presentó en Madrid hastiado de asfalto, hielo y nieve pero ilusionado por presentar su última y mejor obra, El manifiesto desastre. La profesionalidad del asturiano permitieron que nos sentáramos frente a frente para hablar de música y creación. Comprometido con su obra y pese a ocupar una posición preferente en la escena musical independiente española, el músico irradia humildad e incluso timidez.

El manifiesto desastre me parece un disco bastante variado. Me da la impresión de que retrocedes un poco hasta el punto en el que lo dejaste con Desaparezca aquí, pero como si en ese retroceso arrastraras las experiencias que has tenido en tus proyectos junto a Christina Rosenvinge y Bunbury.

Si, la verdad es que es bastante acertado eso. Creo que as así. De hecho, cuando acabé Desaparezca aquí fue un momento en el que no quería hacer inmediatamente un disco nuevo pero quería seguir grabando cosas. Me encontré, porque en realidad son encuentros que no planeas, con el disco con Bunbury, luego el que hice con Christina, también el disco con Lucas XV, con Xel Pereda, y al final fue cuando me decidí. Ya tenía repertorio, quería grabar un disco nuevo y al final creo que todos esos discos inciden un poco en lo que he hecho ahora pero a la vez es un punto y seguido a Desaparezca aquí. En realidad es lo que pretendía. Había hecho los tres primeros discos de una manera muy… Cuando estaba en gira con Actos inexplicables ya tenía la mitad del repertorio de Cajas música difíciles de parar, cuando estaba de gira con Cajas de música difíciles de parar ya sabía un poco lo que quería hacer con Desaparezca aquí y después de Desaparezca aquí quería tomarme un respiro. Quería saber un poco mejor lo que iba a hacer, quería tomarme unos años y no dejar de grabar. Fue un poco lo que hice y todo eso se nota.

¿Te sentiste desorientado al final de Desaparezca aquí?

Bueno, sí. Fue un momento bastante extraño además porque justo cuando estábamos en la gira de Desaparezca aquí empezó a surgir el proyecto con Enrique (Bunbury) y a la vez fue un momento un poco difícil con mi banda. Tuvimos problemas, problemas que tienen todas las bandas pero que en ese momento eran casi como toques de atención de que tienes que pensar las cosas un poco mejor y hacerlas de otra manera. Tampoco tenía prisa por grabar otro disco con mi nombre pero me apetecía estar haciendo canciones, me apetecía grabarlas. Todo surge de una manera un poco extraña, pero creo que como tenía que salir.

En los proyectos con Christina y con Bunbury has arrastrado más luminosidad y con Lucas XV has vuelto a traer pequeños matices de folclore asturiano que quizá no aparecían desde Cajas de música difíciles de parar.

Es cierto. Empezando por esto que me dices de Lucas XV, cuando Xel Pereda empezó a trabajar conmigo fue con Cajas de música difíciles de parar. Primero como  músico, empezó poco a poco a integrarse en la banda…

Empezó como técnico, ¿no?
Empezó como técnico, sí. Fue en la primera gira o en la segunda, no lo recuerdo. Luego se integró en la banda como músico, porque es un músico fenomenal.

Ya lo creo.
Él y yo hablamos de que yo tenía esas cosillas que iba metiendo en mis discos, pequeños apuntes con melodías tradicionales que hacía a mi modo o las cimentaba para hacer canciones nuevas. Él tenía ese interés también por actualizar un poco el cancionero. El proyecto de Lucas XV llevaba ya tres años antes de que saliera. A partir del momento en que empezamos a hablar de todo eso, todo lo que quería hacer con el cancionero asturiano lo dejé para que se volcara en esto con Lucas XV. De todos modos fue un proceso de aprendizaje, porque cuando te metes en la canción tradicional aprendes mucho de lo que es la música popular. En realidad el rock es música popular y lo que me interesa es esa cosa tan pura y tan emocionante que tiene esa música tan visceral, tan urgente y tan poco viciada por estas cosas del rock y del pop. Esa pureza es lo que buscamos con las canciones y lo que yo busco con las mías. En ese sentido Lucas XV me sirvió mucho. Y con Christina y con Enrique, de forma muy diferente, trabajar codo a codo con gente que admiras y respetas, que tienen cosas en común contigo pero, a la vez, no sé, encuentras otras que te sorprenden un poco al principio, que chocas pero de las que al final aprendes y acaban formando parte de ti, acabas asimilándolas para intentar avanzar con lo que haces. La forma de escribir de Christina o la forma de escribir de Enrique son cosas que me han ayudado mucho a hacer este nuevo trabajo.

Has ido aumentando la energía, que no la intensidad, en cada uno de tus trabajos. Me parece tan intenso Actos inexplicables como El manifiesto desastre, pero la energía, el pulso del rock and roll se ha ido haciendo más patente, ¿no crees?

Sí, probablemente eso tiene que ver con Actos inexplicables. Fue un disco que grabé sin banda y el último que grabé en ese sistema de pista por pista, grabando primero batería, luego bajo, llamando a músicos y armando la canción en el estudio. Después el sistema no me acabó de convencer, suena un poco frío, esa cosa que se instaló en los 80 que creo que hace que los discos suenen poco orgánicos y poco urgentes, fríos, y formé la banda y grabamos Cajas de música difíciles de parar. Era una banda que la metí treinta y pico canciones, una banda que tampoco estaba muy rodada de tocar en directo..

¿No los asustaste?
Sí [risas]. Pero creo que salimos bien parados de ello.

He notado en el disco que hay un sonido que cambia respecto anteriores entregas, parece que adquiere profundidad pero poco limado. Es como si esa espontaneidad se hubiera buscado también en la producción.
Sí, en este disco además hice una cosa que no había hecho en otros discos. Después de haber trabajado mucho con Paco Loco y sabiendo cual es la aportación que suele hacer él en las canciones, lo que hice fue ensayar las canciones con el grupo pero de una manera muy básica, las teníamos de una manera muy primitiva y cuando nos fuimos al estudio nos pusimos a tocar cosas en directo y dejé un poco que Paco dirigiera, que hiciera sus retoques y que la banda fuera haciéndose con la canción.

¿Cuanto tiempo estuvisteis con esa preproducción?
Nos poníamos todos a tocar, Paco buscaba un poco el sonido y cuando teníamos una toma la grabábamos, fue todo a la vez durante diez días, creo.

Noto que no hay miedo a que el amplificador se escuche zumbando.
No, no, es una cosa muy de Paco. A veces para causar un sonido tienes que dejar que el amplificador zumbe, incluso muchas veces hay micros de ambiente para que suene un poco todo. Es la cosa de que suene vivo, es lo que intento, que las canciones suenen vivas y que tengan vida propia.

Me recuerda al sonido de los discos de rock que se hacían en los 60 y 70, analógico.
En realidad es lo que buscábamos. Pudimos grabarlo con cinta.

Se nota mucho.
Lo hice con Enrique también, pero con mis discos no lo había podido hacer. Y sí, es algo que pensé que no se iba a notar pero sí se nota. Hay un punto muy cálido.

Absolutamente.
Incluso en la producción, esta cosa del tratamiento de las baterías –que a partir de los ochenta y los noventa las baterías se tratan de una forma muy diferente–, la forma de tratar las baterías muy ambientales, de buscar la energía no en el ritmo y en el beat sino en un conjunto de los instrumentos, estas cosas que tiene el Berlin o el Ziggy Stardust de principios de los 70 o finales de los 60 es el sonido que no se ha superado en el rock.

No. Se ha depurado quizá demasiado.
Sí.

Hay variedad de estilos en El manifiesto desastre y también de letras. Vas desde el recuerdo de niñez, divertido, simpático hasta el infierno personal, y con gotitas del humor propio de Nacho Vegas.
Al final forma parte de lo mismo. Para mí un disco es como si fuera una obra de teatro coral, en la que hay diferentes personajes y todos tienen que interpretar a alguien. A mí me gusta mucho la teoría del teatro, por eso en Cajas de música difíciles de parar hay una canción que se llama “Stanislavsky”. Él hablaba de las obras de teatro como que hay un personaje muy malo-malísimo y un personaje muy bueno-muy bueno pero todos están dentro de ti, el actor puede construir el personaje, puede sacar de sí mismo lo peor y lo mejor. Entonces, cuando hay una obra coral, todos esos personajes en realidad eres tú, todos los tienes dentro de ti, sólo tienes que saber sacarlos. A mí me gusta que en todos mis discos, y a veces sin pretenderlo, en cada canción haya un personaje diferente, y van de la parte más tierna a la parte más oscura, crean una especie de obra coral.

DROGAS Y ESPERANZA

En este disco vuelve a parecer de una forma muy desnuda el tema de las drogas. ¿En qué momento se encuentra ahora Nacho Vegas respecto a ellas?
En este disco aparecen en momentos concretos y como referencias concretas. En “Morir y matar”, que hay una referencia muy clara a las drogas,  hay una historia que mezcla ficción y realidad en la que en realidad lo importante no eso. No hay canciones de drogas en este disco, a lo mejor en otros discos sí había canciones de drogas exactamente, pero en este disco no.

Una cosa muy bonita es que, quizá por primera vez en un disco de Naco Vegas, se ve mucha esperanza.
Yo creo que en todos los discos. Intento que incluso en las canciones que parten de sentimientos más dolorosos haya siempre un punto de esperanza. Creo que tienen que tenerlo. Las canciones es necesario que tengan un punto de luz en algún momento.

Sí, pero quizá aquí hay una fuerza vital más importante, por seguir adelante ante cualquier adversidad.
Sí, puede ser, no sé. Supongo que cada vez es algo más importante tener siempre un rayo de esperanza para seguir. Entiendo que es más fácil que una canción nazca de un sentimiento muy extremo como puede ser el dolor, el sufrimiento, pero si simplemente usas ese dolor, ese sufrimiento para regocijarte en él estás haciendo una basura. En realidad lo que tienes que hacer es una especie de catarsis, lo mismo que hacían en las viejas canciones de blues o de country. Hablaban de cosas terribles pero había algo, a lo mejor no en las letras pero sí en la música, en la forma de interpretar, que era como si estuviera alguien sacando algo hacia fuera, tratando de combatirlo. Y en las letras también puede suceder eso, que siempre tienes que acabar con una sonrisa. Una canción, por muy dura que sea, siempre tiene que hacerte sentir vivo.

Decías que Actos inexplicables lo ves frío, pero de lo que no hay duda es de que ahí hay muy buenas canciones.
Bueno, sí, hablaba de la grabación.

¿Demasiado ordenada quizá?
Sí, es esta cosa que te decía. Ese modo de grabar que empezó en los 80 y todos los grupos pasamos por ello. Empezar a grabar así, primero grabas la batería, luego grabas el bajo y así no dejas que la canción tenga una vida propia, que vaya fluyendo. En ese sentido es un disco que suena más frío pero es un disco del que estoy muy contento y, hombre, cuando lo escucho me avergüenzo sobre todo de mi forma de cantar.

¿Por qué?
No sé, en ese momento no había tocado en directo apenas, hacía las canciones en mi casa, muy bajito… Noto que la voz… Creo que con la voz he mejorado un poco.

Yo creo que eso le pasa a todo guitarrista que pasa a las tareas de vocalista. Hace poco estuve hablando con Alfredo Fernández, de Le Punk, originalmente guitarrista de Buenas Noches Rose, y me comentaba que para él fue un paso muy duro pasar a ser guitarrista y también cantar.
Sí, sobre todo todo porque me di cuenta que cantando en directo es cuando empiezas a encontrar las posibilidades de tu voz.

¿Tiene demos ese disco?
Sí, es el único del que hay un montón de demos.

Las podías soltar un día, ¿o no te gustan? He oído que están bastante bien esas demos.
No, hay de todo.

¿Existe la posibilidad de que algún día las escuchemos?
Sí, claro, algún día, alguna cosilla…

Del segundo, Cajas de música difíciles de parar, me comentabas, y estoy de acuerdo contigo, que te reafirmas en tu personalidad, la planta empieza a echar raíz. ¿Por qué un disco doble?
Un poco por lo que te decía antes. Cuando hice Actos inexplicables realmente llevaba tiempo pensando en grabar un disco, hubo un camino un poco largo hasta conocer a David (Limbostarr) y empezar con Limbostarr. Actos inexplicables fue la primera referencia de Limbostarr y hablamos de todo, de hacer primero un mini álbum… Y al final acabamos haciendo este álbum. Se grabaron maquetas… Hubo un proceso bastante largo entre que decidí que quería hacer algo en solitario y salió el disco. Una vez hice la gira ya tenía material para hacer otro disco y cuando grabé Cajas de música difíciles de parar quería ponerme al día en repertorio, grabé un montón de canciones que tenía. Al final grabé treinta y pico canciones, quedaron veinte, también hice una criba, pero era una manera de ponerme al día. Cuando hice Desaparezca aquí también tenía canciones de después de acabar la gira de Cajas de música difíciles de parar. Fue todo una cosa muy lineal en los tres discos.

Desaparezca aquí es un disco en el que ya hay un sonido más pulido, más definido. Quizá fue tu espaldarazo definitivo hasta este momento respecto a público y crítica.
Desde luego, la banda estaba mucho más formada, había pasado por la experiencia de grabar de repente un disco doble, hacer una gira que fue todo lo extensa que pudimos, se incorporó Xel –que tiene mucha importancia en cuento a tratamiento de las guitarras– y sí, es un disco que tiene un sonido un poco más definido y más sólido.

Hablábamos antes de Limbostarr. Por lógica, alguna multinacional te ha tenido que echar los tejos en algún momento pero tú siempre has dicho que estás a gusto y que no te mueves. ¿Qué hacen que te tratan tan bien?
Ni me los han echado ni es una cosa ahora mismo que me… No creo que una multinacional trate los discos como se tienen que tratar, como lo hace Limbostarr, por ejemplo.

¿Cómo se tiene que tratar un disco?
Con cariño, como algo que te importa y no como un producto que tienes que rentabilizar y que en cuanto no funciona lo descatalogas o dejas de trabajarlo al mes porque tienes otro objetivo.

Al margen de esto, una cosa importante son las canciones que has ido editando en EPs, singles… ¿Todas estas canciones provienen de las grabaciones de los discos o alguna ha sido fruto de alguna sesión específica?
Son como todo. En las sesiones de grabación de los álbunes siempre me ha gustado grabar más canciones de las que luego van incluidas en el álbum, porque la criba ya la hago antes de entrar a grabar. Con las otras canciones vale hacer un EP o grabar canciones nuevas. En el caso de “Canciones desde palacio”, fue una canción nueva que se grabó para el EP incluyendo canciones de las sesiones del anterior disco. En Esto no es una salida también hicimos nuevas grabaciones. Digamos que hay canciones que a mí me gustan mucho pero creo que conviven mejor en un formato más reducido que en un álbum. Hay canciones a las que les tengo mucho cariño pero a veces no encajan bien en el álbum y tienen más sentido en un formato de EP o más pequeño. Es un formato que me gusta mucho.

Lo divertido de tus EPs en ese sentido es que tienen identidad propia. Si no es por la duración podríamos hablar incluso de discos.

Sí, hay alguno que sí. También intentamos cuidar un poco el diseño, es algo que hablé mucho con Limbostarr desde que empezamos hacer discos y estuvieron de acuerdo en tratar los EPs con cariño y no como discos en los que fueran los deshechos de los álbunes.

COLABORACIONES

De El tiempo de las cerezas se ha hablado mucho. Quisiera corroborar contigo mi opinión, y es que fue un disco por una parte muy exitoso y por otra fallido. Exitoso en el sentido de que las canciones, tanto de Bunbury como tuyas, me parecen de lo mejor de vuestro repertorio pero fallido en el sentido de que ahí no hay una cohesión de banda. Puedes separar los discos y funcionan. Unidos también, pero parece que algo falló. Quizá que no pudierais cantar a la vez…
Es algo que nos han dicho alguna vez. El otro día me lo dijo alguien y me gustaría pensar sobre ello ahora. Hay diferentes maneras de colaborar, en este caso quisimos hacerlo pero sin meternos cada uno en la composición del otro.

Quizá fue lo que faltó.
Es otra manera de hacer un disco. Organizamos una banda en la que había músicos de confianza mía, músicos de confianza de Enrique, una banda muy híbrida entre nuestros dos mundos y queríamos que esa banda diera la cohesión al álbum, como una banda con dos cantantes. Luego Enrique tiene una manera muy particular de cantar, yo tengo la mía que está muy alejada de la de él, puede ser que parezca que estamos muy alejados. A mí me gustó mucho la experiencia porque creo que nos acercamos el uno al otro, pero sí que es verdad que no estuvo tan cohesionado como podía estar. Probablemente ha sido el fallo de ese álbum, es verdad, tienes razón…

Ahí discrepo en una cosa. En el DVD del Liceu en algunas canciones cantáis los dos y no hay ningún problema. O sea que fuisteis vaguetes…
[Risas] En el disco también cantamos los dos…

Hay unos coros lejanos, extremadamente lejanos. No me vale.
Hombre, yo probé mucho a cantar con Enrique y las voces no casaban bien. Él a veces haciéndome coros sí, pero cantando los dos juntos…

Dame alguna exclusiva, cuéntame algún cotilleo de la grabación de El tiempo de las cerezas, algo divertido que no se haya contado y que tuvo que pasar, porque tú y Enrique sois muy peculiares los dos.
Pues no sé, es que fue todo muy cordial [risas].

Que pasen cosas divertidas no tiene nada que ver con la cordialidad.
No sé, ¿qué quieres que te cuente?.

¿No se desmadraba nadie? ¿No había momentos «spinal tap»?
Hombre, sí, había muchos, pero eso tienes que preguntarle a Paco Loco que reúne todas las anécdotas.

Hay que gestionar una entrevista con Paco Loco.
Claro, sí, sí. Tiene el anecdotario más grande del rock de los últimos veinte años.

Verano fatal con Cristina Rosenvinge. Muy buen trabajo, un EP que lástima no fuera más largo, porque las canciones que contiene están muy trabajadas. No quiero entrar en amarillismos ni prensa rosa, pero sí que hubo una mayor cohesión que con Enrique.
Buscamos una manera de colaborar muy diferente. Con Enrique fue un disco que estuvimos preparándolo todo un año, componiendo la banda y ensayando un montón de tiempo y con Christina, aunque hicimos también una banda híbrida, nos juntamos una semana para ensayar. En principio íbamos a ensayar la gira que nos ofreció Rock de Lux y empezamos a hacer canciones juntos y otra semana para grabar. Fue una cosa muy rápida y fue un EP porque un álbum habría sido fallido para el tiempo que tuvimos.

¿No te da miedo ser estigmatizado como un artista Rock de Lux?
No. No sé, no creo que tampoco sea así.

¿No temes que un día te de por grabar una versión de Tequila y Rock de Lux te retire la palabra?
No, no sé. Cada uno hace su trabajo. Me hace ilusión que Rock de Lux me haya puesto bien, pero con este disco me pueden dar un palo, vamos, que puede pasar perfectamente, sé como se las gastan [risas].

Lucas XV: La crítica, quizá para orientar al oyente, apuntamos como referente más claro el Murder ballads de Nick Cave y aun así es un disco bastante distinto. Esta grabación vino por parte de Xel Pereda, ¿no?
Bueno, cuando empezó Xel a trabajar conmigo yo, en mi primer EP, había incluido «Añada de Ana la friolera», «La canción de la duermevela»… Son canciones que parten de melodías tradicionales asturianas. Me interesaba un poco el mundo del cancionero tradicional asturiano y Xel, que venía del mundo del folk, también quería hacer algo con la música asturiana y actualizarla un poco, de una forma más rock y decidimos aunar fuerzas. Él recopiló un montón de canciones tradicionales y nos pusimos a escucharlas y cada uno a adaptar las canciones a su manera y luego juntamos una banda e hicimos este disco. Pero bueno, esto llevó tres años en los que estuvimos intercambiando ideas…

¿La grabación se hizo en tres años o fue algo más corto?

No, en tres años fue cuando empezamos con el repertorio, lo que eran como sesenta canciones, a coger cada uno las que nos gustaban, adaptarlas, mirarlas con los músicos…

La labor de eruditos, ¿no?
Sí. Luego cuando se empezó a grabar el disco fue un año y pico, porque lo grabamos en el propio estudio de Xel y Xel es muy perfeccionista. Grabábamos y él hacía cuarenta mezclas de cada canción. Tampoco teníamos mucha prisa y fue un proyecto hecho con mucho mimo. Un interés mutuo por investigar el cancionero asturiano y del que yo aprendí muchísimo.

Creo que para tu actual banda te has llevado al bajista de Lucas XV y a Abraham Bobba de su propio proyecto personal.
Sí, y en Lucas X también estaban Manu (Molina, batería) que está conmigo desde siempre y Xel Pereda. Abraham es un colega del sello, que precisamente escuché su primer disco, y es un músico y una persona estupenda. Hacía tiempo que quería tener a un músico que fuera pianista y teclista. Siempre me ha gustado mucho meter pianos y teclados pero siempre han sido guitarristas que a la vez tocaban el piano los que han hecho está labor, muy bien por otro lado, pero en este caso tengo a Xel encargado de las guitarras y Abraham ha grabado los pianos. Es una formación nueva, con Luis (Rodríguez) que es un bajista estupendo y Manu que es el músico que más lleva conmigo, desde Actos inexplicables.

¿Que pasó con los miembros de tu antigua banda, Las Esferas Invisibles?
Pues bueno, cuando llevas algún tiempo girando, unos años girando… En la gira de Desaparezca aquí surgieron problemas, roces. Tener una banda es convivir mucho tiempo, una banda de la que yo estoy a cargo… Es muy complicado, es muy difícil que llueva al gusto de todos y a veces hay cosas que tienen que pasar.

¿Cómo ejerce Nacho Vegas de líder?
Muy mal, la verdad. A mí no me gusta mandar, es una cosa que haces por necesidad. Creo que decía Nietzche que hay gente que manda porque le gusta mandar, que es algo que mí me parece un poco inmoral, y los hay que mandan porque es un mal menor, porque si no lo haces mandan sobre ti, y en el caso de la banda pues un poco es así. Más bien es estar al cargo de todo. Por que cuando estamos haciendo música, sobre todo cuando estamos en gira y ensayando en el local, a mí me gusta que funcionemos como una banda de rock no como un solista con una banda detrás.

El manifiesto desastre está muy reciente, ¿pero por donde va a ir el futuro de Nacho Vegas? ¿Hay algún EP a la vista, algún plan especial?

Ahora tengo toda esta gira por delante. Lo que es cierto es que quedaron unas cuantas canciones sin mezclar de las sesiones de grabación de este disco y todavía no lo sé. A lo mejor hay para dentro de unos meses un EP, pero las decisiones también se toman un poco sobre la marcha.

Vas a improvisar.
Bueno, improvisar… Es mejor hacer las cosas según el ritmo vital que tú tengas y tampoco hacer planes a muy largo plazo porque tampoco tiene mucho sentido.

¿Y cómo es el ritmo vital de Nacho Vegas?

Pues eso, no al día sino a la hora casi [risas].

¿Y el de Nacho González Vegas?
[Más risas] Ese peor todavía.

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