Jarabe de Palo: Independencia de lujo

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Entrevista: Jarabe de Palo Independencia de lujo

Jarabe de Palo (ahora Jarabedepalo, todo junto), o Pau Donés, que lo mismo da, ha abandonado las discográficas convencionales y ha creado la suya propia, Tronco Records. Con ella ha editado su nuevo disco, Orquesta reciclando, en el que repasa, en nuevas lecturas de estudio, algunas de sus canciones ya conocidas. Editado en formato de libro-disco, se distribuye en quioscos por medio del diario El País.

 

Texto: JUAN PUCHADES.


Pau Donés pasea descalzo en una suite de un aséptico hotel NH, tiene problemas de conexión a internet con su Macbook –»Mi hermano es el que usa Mac, cuando los retira me los pasa a mí»– y está al teléfono tratando de solucionarlos. Cuando finaliza la conversación técnica, me ofrece una horchata –estamos en Valencia–, aunque opto por una Coca-Cola. Es un tipo cordial al que parece que le gusta charlar y que sólo se pone a la defensiva –y entra al ataque– cuando se trata de hablar de periodismo musical. Y es que Jarabe de Palo… ¡ha recibido muchos palos!

¿Cómo has dado el salto a independizarte por completo y montar tu propia discográfica, Tronko Records?
Debe ser porque nosotros de negocio entendemos muy poco, porque para montarse en estos momentos una discográfica, hay que ser muy malo en los negocios. Pero, básicamente, responde a una necesidad de andar por libre. Doce años ya son muchos años de experiencia como para plantearse dar un paso más, en un momento en que el negocio, en general, no sólo el discográfico, sino toda la estructura del negocio es superrígida. Y hemos decidido que vamos por libre. Yo no quiero hacer canciones de tres minutos ni empezar a cantar a los veinte segundos ni que el primer estribillo entre al minuto y medio. Ésa es una de las razones.

¿Pero ese tipo de imposiciones, generalmente por parte del A&R, existen para un artista como tú?

Y tanto, es más, sacamos el videoclip de «La flaca» en Italia, que dura cinco minutos diez, y lo tenemos que editar a tres minutos y medio porque sino no lo ponen en la tele. Así va el negocio. No es la discográfica, es en general.

Pero cuando dices que estás harto de que te digan que en tal momento entra el solo, eso te lo pide la discográfica, ¿no?
Bueno, en realidad te lo pide la estructura, por boca del tío de la discográfica, pero ellos no son los culpables de esta situación. Hay muchos factores que tienen que ver con eso, y yo no quiero estar en eso.

¿Te has ido enfadado de tu última discográfica?
No, porque además vengo de DRO, que es una discográfica cojonuda y me han tratado de cojones. No dejo el mundo discográfico por rebote, sino porque tengo necesidad de hacer las cosas de otra manera y ahora tengo la oportunidad, hace cinco años me hubieran cortado el cuello, la propia DRO no me hubiera dejado, pero ahora, estando la cosa como está, dices «me voy», y te dicen «pues vete».

Igual les haces un favor.
No sé, porque trabajan con el ochenta por ciento menos de gente pero con muchos más artistas porque tienen que vender. Creo que nos hemos hecho un favor mutuo: La discográfica al no tener ya un artista que es muy caro, y que tal y como están las ventas es muy difícil de mantener, y yo pues porque tengo experiencia para hacer las cosas a mi manera. ¿Los músicos por qué somos tan anárquicos y excéntricos, o tan despelotados? Porque nos gusta volar, y tal y como está el negocio nos van recortado las alas, y así no lo sé hacer.

¿Y si yendo por libre sale mal, qué pasa?
Bueno, pues que ha salido mal. Pero por nuestra culpa, no podremos decir que nos hemos equivocado o ha salido mal por culpa de otro. Además, qué significa que ha salido mal. Que ha salido mal es esencialmente un problema de pasta, nos hemos gastado una pasta en el disco, el videoclip, los materiales de promoción y demás. ¿Que no vendemos discos? Como mucho palmaremos pasta, ya haremos conciertos y la recuperaremos. Que es una putada, porque los discos hay que pagarlos como se pagan los directos. Cuando vas a un restaurante pagas la comida y la bebida, pues aquí es lo mismo. Ojo, que hay todo un trabajo de creación de un disco, de horas que le metes ahí y de algo que tú te llevas a casa y que has de pagar. Pero esa es la única cagada, porque lo otro es cojonudo, hemos hecho un libro-disco, que nunca nos habían dejado hacer uno, hemos reversionado nuestras canciones, hemos sacado un disco con dieciséis canciones –que son demasiadas–, las canciones duran cinco minutos y medio… ¡Coño, pues qué bien! Que luego con la pasta no nos va también, pues ya nos apañaremos.

 

RECICLANDO CANCIONES

¿La intención de este disco, reinterpretando viejas canciones, era hacer balance del tiempo transcurrido?
No, esto no es un grandes éxitos, para nada. Esto es un libro-disco que en la parte musical es un disco de versiones, que sale de una gira, porque tampoco estaba previsto este disco. Nosotros montamos Reciclando tour para teatros y dijimos, vamos a darle una vuelta a todo esto. Vimos el repertorio, salieron quince temas, de los cuales hay ocho que han sido número uno y cuatro han estado entre los cinco primeros, en cuanto a radiaciones. Entonces, en lugar de tocarlos como siempre, porqué no les metemos un viaje. Nos encerramos en el local de ensayo y conservamos la letra y la melodía de la voz y con lo demás, destrucción y reconstrucción. Reciclamos nuestro aspecto, reciclamos el espectáculo, metemos humor de la mano de Andreu Buenafuente. Empezamos con eso, teníamos ocho bolos y al final hicimos veintitantos, y todo el mundo nos decía «esto lo tenéis que grabar». El disco refleja exactamante lo que hacemos en directo, porque sale del directo. Acabamos los conciertos y a la semana siguiente nos metimos en el estudio a grabar, uno en cada cabina y en tres días grabamos los quince temas. Hay un tema inédito, que lo grabamos aparte.

¿Qué intención buscabas musicalmente al tratar las canciones, porque el sonido, por ejemplo, se ve muy reforzado con la aparición del saxo?
No tenía ningún tipo de intención, fue una experimentación. Había una cosa intencionada: vamos a grabar en directo, dos tomas por tema y después los recordings. Es un disco experimental, y lo que hicimos nos gustó mucho.

¿No estabas con ganas de grabar material nuevo, no es mejor dejar las canciones grabadas tal y como quedaron en las anteriores grabaciones de estudio?
No, tío, porque esto son canciones nuevas. Son versiones, pero para mí son canciones nuevas, si escuchas «El lado oscuro», es mucho mejor el de ahora, porque la canción reposó, porque la hemos tocado muchas veces, porque sabemos hacerlo mucho mejor y porque había un montón de ideas que se quedaron ahí, no sólo mías, que soy el compositor, sino de todos, que se pusieron en común. Yo estaba preparando un disco nuevo, que está por ahí.

Una de las cosas que dices en el libro-disco es que algunas cosas las has hecho por impulso, otras por conveniencia y otras porque no quedaba más remedio. ¿Qué has hecho por conveniencia o porque no quedaba más remedio?
Hay una cosa que me hace mucha gracia desde que empecé, artistas que quieren vender un huevo de discos, pero que no quieren hacer promoción. Hostias, eso es imposible, vas de «outsider» y de incomprendido pero quieres vender muchos discos y que a tus conciertos vaya un huevo de gente. Esto no va así, si quieres que a tus conciertos vaya un huevo de gente y quieres grabar buenos discos, tío, tienes que vender discos y, por lo tanto, tienes que hacer promoción. Hay, sobre todo en el aspecto de la promoción, cosas que si las tuviera que volver a hacer no las haría.

¿Y las hacías por conveniencia o porque no tenías más remedio?
Por conveniencia, o muchas veces porque no tenía más remedio. Pero, ojo, marcando un listón mínimo de dignidad como músico y nunca permitiendo que al final se ninguneara a Jarabe de Palo como banda ni a nuestras canciones. Pero, claro, en el mundo de la música tienes que hacer cosas que las haces y te tapas un poco la vista, y ya está.

Pero después del megaéxito de «La flaca», eso te debería asegurar dentro de tu discográfica cierta posición; posición de poder, no nos engañemos. ¿Ese poder no te permitía liberarte de determinadas cosas que a lo mejor no te apetecía hacer o por las que no te apetecía pasar?
Fíjate que al estar justamente en ese nivel tienes que hacer cosas que si no estuvieras en ese nivel no tendrías que hacer. Es decir, cuando tú tienes mucha pasta y muchas cosas, tienes que pagar muchos impuestos. Cuando no tienes tanta pasta ni tantas cosas, no tienes que pagar tantos impuestos. A eso voy, un poco. Eso te da un cierto poder para decir «hasta aquí». A nosotros nos pasó que «Depende» también fue un tremendo exitazo, y eso desde el punto de vista artístico nos dio una cierta posición, o sea, nadie se metía mucho con lo que nosotros hacíamos porque era algo que comercialmente funcionaba y que, además, gustaba. Entre los músicos Jarabe de Palo es un grupo muy respetado por lo que hacemos.

Lo cuentas también en el libro, que no se entendió muy bien el que para mí es tu mejor disco, De vuelta y vuelta, que es casi como un disco entre paréntesis en tu carrera.
Bueno, también lo llevo ahí. Los músicos no podemos equivorcarnos, y De vuelta y vuelta no es una equivocación, es un disco que no gustó como gustaron los otros.

¿Es tu disco más libre?

No, no, cuando acabamos «La flaca» y vendimos tanto, la discográfica nos dijo «esto, otra vez». Y salimos con Depende, que no hay una puta conga, ni una clave, y Depende fue un éxito y para De vuelta y vuelta, otra cosa, pero no conectó con la gente. No pasa nada.

¿Se vendió menos?
Mucho menos, comercialmente nos equivocamos. No pasa nada, porque de la experimentación al final salen buenas cosas, puede salir un «Bonito», puede salir un «Déjame vivir»…

En otro momento del libro dices que este disco va a resolverle muchas dudas a los más escépticos respeto a la calidad de Jarabe de Palo. ¿Eres consciente de que tu credibilidad está en duda en círculos de periodistas musicales?
Sí, pero es que el periodismo musical es un círculo bastante patético. Sí, tío, es verdad, realmente es así, me he dado cuenta con los años. He conocido a muchos críticos y lo que me acaba quedando es, en muchos casos, la frustración de no poder estar donde tú estás, de no haber tenido la capacidad ni la calidad para escribir lo que tú has escrito. Obviamente, un crítico tiene que acabar pagando letras a final de mes y el colegio de los niños, y se tiene que ganar la vida de alguna manera, y la sección de espectáculos, por desgracia, no es muy visitada por los lectores de los periódicos.

La sección de cultura.

La de cultura y espectáculos. He tenido experiencias concretas con críticos de este país, de muchísimo renombre, como para acabar por perderle el respeto a esta profesión. Que me cuestione la prensa me da igual, me preocuparía más que me cuestionara la gente, y llevamos doce años en esto. Y entre los músicos tenemos credibilidad, y el haber podido colaborar con Celia Cruz, con Jovanotti en Italia, con Chrissie Hynde o con Alanis Morissette, es por algo. Que me venga un «mindungui» que escribe en no sé dónde… Cuando nosotros salimos recibimos muy buenas críticas y luego no, ¿qué pasa, que porque vendes eres peor?

¿Pero te joden las malas críticas?
A mí, una mala crítica constructiva me puede herir un poco en el amor propio, pero es una crítica que respeto. Una mala crítica no, porque ya lo veo, leo tres líneas y ya sé de qué va el tema. A este tío le han dado un espacio para escribir y tiene ganas de ensañarse con nosotros.

 

EL ROCK, EL GRUPO, LAS CANCIONES

¿Ubicas tu proyecto musical en el rock o dónde?
En la música mestiza, hay elementos de rock, de pop, de blues, de funky, de flamenco, de música brasileña, de son cubano, de música afrocaribeña… Al principio nos decían que hacíamos rock latino y, bueno, podía ser una aproximación. Pero creo que hacemos fusión, música mestiza. Y así es como nos han definido en Europa. Nosotros hace cinco años o así que estamos yendo a Europa, es más, la gira de este año la empezamos en Europa. En Europa se habla de nosotros como que hacemos música mestiza.

Hablas en plural pero, en realidad, Jarabe de Palo eres tú, es tu proyecto personal.
Yo soy el compositor, el líder de la banda, el que tenía contrato discográfico y el que tiene un manager, pero no es un proyecto individual, porque no funcionamos así, en directo es fácil darse cuenta, no hay un tío más importante que todos los demás, cada uno tiene su responsabilidad y su implicación en el proyecto, y para mí esa implicación es básica, desde el técnico de luces hasta el guitarrista, pasando por el manager y hasta el tío de la discográfica que en este momento somos nosotros. Los proyectos individuales no lo son nunca y, en todo caso, a un artista que a lo mejor tenga esa necesidad o ese ego tan díficil de llenar, pues, bueno. Pero al final acaba por ser un sufrimiento estar tocando con una banda que  pasa de ti, que le suda la música que toques y que está contigo sólo por la pasta. En un escenario, lo mejor que te puede pasar es estar tocando y ver que los siete tíos que están ahí están implicados. Eso es básico. Eso no ocurre cuando el proyecto es individual, o es muy difícil.

Desde hace tiempo has trabajado mucho el mercado internacional. ¿Cómo has ido metiendo cabeza en Latinoamérica y Europa, cómo has recorrido ese camino?

En el caso de América porque cuando empezamos se vendían un huevo de discos aquí y en Latinoamérica, y era el camino habitual, porque si vendías aquí, para Latinoamérica, porque el negocio lo daba. Para nosotros fue cojonudo, porque yo no había salido de España, como aquel que dice, y de golpe me veía en… Yo pensaba que en Buenos Aires la gente vivía en cabañas, por decirlo a lo bestia, y que en el DF todavía estaba Zapata con el caballo por ahí. Y descubrí todo aquello y, hostia, qué pasote. En el caso de Europa, no, fue distinto.

Sabías que había ciudades…
Sí, las había visto en los panfletos de las agencias de viajes. «Ah, mira, París». El caso de Europa fue la curiosidad por ver qué pasaba, porque nos habían llamado ya desde el principio para ir a tocar, lo que pasa es que nos pagaban poco. Un día, en un descanso entre una cosa y la otra, Morgan [Britos], nuestro manager, insistió mucho: tenemos que probar lo de Euopa, y fuimos, pillamos dos furgonetas y para Europa. Y eso sí que fue un descubrimiento, porque en Europa la música es cultura. Y llenamos los garitos, donde hoy tocamos nosotros mañana toca Iggy Pop, o en garitos donde en la sala uno, que es para dos mil toca Iggy Pop y en la Sala 2, que es para quinietos toca un grupo africano y en la sala tres que es para mil quinientos toca Jarabe de Palo. Y estamos tocando los tres a la vez, tío. Los garitos, sean grandes o pequeños, están superbien preparados, tienen duchas, lavadoras, cenas calientes. Cuando en el mundo latino dejas de sentirte artista para empezar a sentirte florero, porque lo que interesa es si te han encontrado borracho en alguna esquina o si te has follado a la modelo de turno, en Europa vuelves a ser artista, la gente te trata con respeto, ves que están escuchando, porque en Europa suelen ser más fríos. Fríos en cuanto a la actitud, no en cuanto al sentimiento.

Has tenido mucho éxito en Italia, pero por qué otros países te mueves.
Las giras suelen ser así: Suiza, Austria, Alemania, Holanda, Bélgica y Francia.

Te has dejado Italia.
No, Europa para nosotros es esto, sin Italia. Italia son latinos como nosotros y la música no es cultura, en general, es negocio.

¿En todos estos estos países se editan vuestros discos?
Sí, este en concreto lo sacamos con Skype. Hasta ahora era Warner, que no nos hizo ni puto caso, en América tampoco. Ahora salimos con Prisa en América y con Skype en Europa, que es una independiente a la que le ha encantado el disco y lo saca.

¿Y funcionan tus discos en estos países?
No, porque la Warner nos abandonó en Europa, con Bonito hicieron algo pero después nos abandonaron y hemos ido a Europa a tocar sin disco. Es más, vendemos mucho más merchandising en Europa en aforos pequeños, vendemos cien discos en cada bolo, nos hacemos veinte bolos y vendemos 2.000 discos.

¿En América, qué países visitas?

Como visitas fijas, principalmente, México y Puerto Rico, Argentina también, Chile poco, y después, de forma recurrente, Perú, Venezuela, Panamá, Nicaragua.

¿Cómo son esas visitas a Latinoamérica?
América es heavy, no es como Europa, que vas y flipas y a la gente le encanta la música y tocas a las ocho de la tarde, la gente es agradable, es un contienente seguro. América es heavy, la primera vez que vas al DF y vas a salir por la puerta del hotel, te para un segurata y te dice «adónde vas». «A pasear». «No, es que son las cuatro de la tarde y aquí a partir de las tres no puedes salir a la calle porque sino te van apegar un tiro». O llegas al hotel en Colombia y el segurata de la puerta con ametralladora y antibalas, o te ponen a ti un tío de seguridad con un trabuco… Hostia, igual con el tiempo te acostumbras. Luego ya sabes que las cosas son así. Además, los países van cambiando, vas a una visita y está más seguro y a la otra está más inseguro, y luego está la diferencia brutal entre la gente que tiene pasta, un montón de pasta, y los demás que no tienen nada, clase media no hay, en general. Pero, da igual, me acostumbro a eso porque me gusta ir ahí y para componer me va de cojones.

¿Compones mientras viajas?
Sí, en casa no compongo nunca. En casa tengo la tele, el  DVD, el sofá… en casa no pasa nada estimulante para componer. Otra cosa es que me lleve las ideas, porque viajando te pasan muchas cosas, echas de menos el volver a casa, un día estás triste muy triste, como quizás no has estado nunca, y no sabes porqué, porque quizás tienes un concierto cojonudo en Puerto Rico, y es porque realmente anhelas volver a casa. Y todo eso es lo que provoca la necesidad de escribir.

¿Vas con un guitarra, tomando notas, grabando ideas?
Sí, grabo en el teléfono, y voy con una libreta. Entre pruebas de sonido y concierto hay mucho tiempo, y ahí me suelo currar las músicas, aparte de que hay mucho tiempo, está todo el set montado, pongo la grabadora pruebo cosas y eso me lo llevo. Llego a casa, tengo un 16 pistas del año de la pera, lo meto ahí y lo dejo un tiempo. Y cuando acabamos la gira, llega un momento cojonudo: vamos a por el nuevo disco, cojo todos los cacharros, las libretas y demás… Por ejemplo, la última vez me fui con todo eso a Berlín y estuve medio año escribiendo un disco, con un huevo de material, esa fase para mí es la mejor, es lo que más me gusta.

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