Tras el segundo cierre –¿también temporal?– de Los Ronaldos, Coque Malla regresa con La hora de los gigantes, su tercer álbum en solitario. Un gran disco con el que define un sonido propio y unas maneras de componer e interpretar personales. En esta entrevista habla de todo el proceso de gestación.
Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: CLAUDIO DE CASAS.
Estoy enganchado a La hora de los gigantes. Desde hace unos días lo escucho incesantemente. Y es que contiene algunas canciones adherentes. Además, Coque Malla ha logrado, desde la construcción de un gran sonido, empastar perfectamente los temas más rockeros –ronaldianos, o stonianos, como se prefiera– con otros más suaves, más tranquilos, en los que prueba nuevas fómulas. Un disco tan completo como todo terreno, al que no se le echa nada a faltar. Parece que, definitivamente, Coque ha logrado encontrar el camino en solitario. Él, que el adjetivo que más repite en esta charla es sólido, lo ve como el inicio de una nueva etapa. Una etapa más sólida, pues.
Creo que has grabado tu mejor disco en solitario, y uno de los mejores de tu carrera, incluyendo los de Los Ronaldos. ¿Lo ves así?
La verdad es que estoy muy contento, este disco tiene algo especial. Son esas cosas que ocurren, que se juntan los planetas y participa la gente que tiene que participar y la intuición te lleva hacia el lugar adecuado. Algo especial ocurría mientras lo preparábamos y ha salido un disco de la hostia.
Has sabido combinar muy bien canciones intimistas con rock directo, también suenan estupendas la producción y los arreglos… Todo está en su sitio: sonidos más crudos con otros más elaborados, algo de soul, cuerdas…
Sí, pero todo ha sido muy inconsciente. En Sueños, el disco anterior, todo estaba muy subordinado a hablar siempre de lo onírico, de la irrealidad, de la idea de los sueños, y eso fue a veces casi claustrofóbico, porque a lo mejor tenías una idea y decías «no, no la voy a meter porque se va del concepto de los sueños». Todo, todo estaba sujeto a ese concepto. Entonces, en este disco, ha sido un gusto, ha sido aquello de, ¡a tomar por culo! Después de ese currazo, ese puzzle que fue hacer Sueños, pues ahora hago lo que me apetezca, lo que me salga, y me apetece meter metales y los meto, y me apetece hacer una ranchera y la meto… Ha habido mucha libertad en todo el proceso, tanto en el de composición como en el local de ensayo, en el estudio. Hemos dirigido Mauro [Mietta] y yo, porque para eso somos los productores, pero hemos dejado mucha libertad a los músicos y en la mayoría de las canciones les hemos dado simplemente un pequeño esqueleto para que ellos, en su casa, trabajaran y que en el local sacáramos entre todos las canciones.
¿Ha habido mucho trabajo previo de ensayo y preparación?
Ensayo no tanto, ha habido bastante curro de Mauro y mío, que en su casa hemos preparado las canciones. Sobre todo en la primera maqueta, con cinco canciones: «Cada vez es mejor», «Quiero volverte a ver», «Hasta el final», «Cuídate» y otra que no ha entrado en el disco.
¿Esta maqueta es de la que colgaste un par de temas en la web?
No, es una anterior, lo que colgué en la web fue como la segunda parte del proceso de prepoducción. Pero hicimos esa primera maqueta, que yo pretendía que fuera como la carta de presentación de este disco, tanto para llevarlo a la discográfica como para empezar a mostrar lo que iba a hacer, y quería que sonara de la hostia porque había que tener una buena tarjeta de presentación. Y ahí hubo un curro tremendo, de unos dos meses. Lo grabamos todo por ordenador, luego, cuando ya nos hemos puesto en marcha de verdad y ha entrado la banda, tampoco ha habido tanto trabajo, ha habido mucho en el estudio, hemos grabado en directo. La verdad es que ha sido muy gustoso, yo hacía tiempo que no disfrutaba tanto en el estudio. Hace poco llegaba incluso a decir que yo en el estudio no disfrutaba, tenía esa idea, y con este disco me la he quitado. He disfrutado como un enano, ha habido momentos como de concierto, sudando y emocionado.
Comentabas lo de esa primera maqueta que querías usar como tarjeta de presentación, ¿cuesta cuando vas por ahí con un disco tuyo, que se quiten la imagen de Coque Malla, de Los Ronaldos?
Bueno, nunca he tenido esa sensación, aparte no es algo que yo que me quiera quitar de encima, no es que me hayan sacado desnudo en una revista y me tenga que quitar ese marrón de encima. Mi imagen de todos estos años corresponde a un trabajo del que me siento orgulloso. Los Ronaldos hemos hecho discos estupendos, hemos hecho conciertos fantásticos y porqué me voy a querer quitar eso de encima. Es que es lo que soy y no es ni un escándalo ni una serie de televisión cutre que hice por dinero… Es mi trabajo de todos estos años.
No te lo preguntaba con ese sentido, era porque aquí hay canciones más intimistas o menos relacionados con el rock inmediato de Los Ronaldos.
Aquí ha participado gente de mucha personalidad y mucho talento, porque no ha sido el trabajo de un cantante que contrata a unos músicos, les paga un dinero, hacen su sesión y se van, no, esto ha sido un trabajo de banda, podríamos habernos puesto tranquilamente un nombre de banda. Casi ha sido eso una banda que hace las canciones, bueno, yo lo he compuesto y producido. Pero todos lo han tomado como su proyecto y, claro, eso se nota y se transforma en otra cosa, y todo el mundo que lo ha escuchado, nada más oírlo ha dicho: «no tiene nada que ver con Los Ronaldos».
EL LENGUAJE DE LAS CANCIONES
Antes hablabas de Sueños, tu anterior disco, que fue un tanto especial. ¿Te sirvió para encontrar otro tipo de escritura, porque ahora es como si hubieras juntado el rock inmediato de Ronaldos con ese otro tipo de canciones más pausadas?
Sí, las experiencias se van acumulando y seguramente por eso que te contaba antes de tomarse esto con libertad creativa, no ponerse un objetivo conceptual, sino simplemente sacar lo que tienes dentro, pues ha salido todo lo que tengo dentro en todo este tiempo. A la hora de escribir han salido cosas que tienen más que ver con mi manera de escribir en Los Ronaldos, la experiencia de Sueños también ha influido. Lo que sí noto respecto a la manera de escribir es que yo antes era bastante críptico escribiendo, es decir, si quería decir «el otro día te vi y tu mirada me hizo daño», escribo «la flor ha caído…» yo qué sé, escribía con metáforas, y ahora no, ahora digo «el otro día te vi y tu mirada me hizo daño». Eso sí que lo noto. No sé si es mejor o peor, pero me gusta.
Un lenguaje, en realidad, más directo.
Sí, me decía Iván Ferreiro, escuchando las canciones «dejas muy clarito lo que tienes que decir. Normalmente eres más simbólico». Y sí, es verdad.
¿Te sientes más seguro ahora como compositor?
No sé… No, no, no, componer e inseguridad son casi sinónimos. Y está bien que sea así. De la inseguridad es de donde salen las cosas interesantes. En este trabajo, la base es la inseguridad. Eso es muy interesante.
¿Cómo es tu método de escritura?
Me voy al campo. Es un topicazo, pero en Sueños tenía un montón de escritos desordenados y siempre la idea en la cabeza de hacer un libro-disco, pero, claro, decirlo no escribe ni pone orden en el libro-disco, y llegó un momento en que lo del libro-disco fue real, entré en contacto con El Europeo, nos pusimos a prepararlo y tuve que decidir ponerme a trabajar. Entonces me fui al campo, a una casa que tiene mi madre, que estoy superagusto ahí, y me sirvió tanto, me vino tan bien, que desde entonces cada vez que tengo que terminar algo me voy allí. No escribo todo ahí, van apareciendo cosas aquí, en mi casa de Madrid, pero cuando ya quiero terminar, me voy ahí cuatro días ¡y se nota muchísimo! Es superproductivo, porque no hago otra cosa: me levanto temprano, me hago el desayuno y me pongo a trabajar. Y se nota un huevo.
¿Es «Hasta el final» la mejor canción que has escrito en tu vida?
[Risas] No lo sé. No creo…
Es buenísima. Tremenda.
Sí, es maravillosa. Estoy muy contento, muy orgulloso de ella, pero cada canción tiene su universo particular y «Hasta el final» es una canción muy impresionante, pero no por ello va a ser mejor que, no sé, «Guárdalo». «Guárdalo» es una canción más juvenil, ingenua si quieres, pero, por qué va a ser peor.
«Hasta el final» tiene aires dylanianos.
Sí, esa canción nace desde el deseo de escribir una canción con esa sucesión de acordes. Sucesión de acordes que no me he inventado yo, ya es un clásico, hay montones de canciones con ellos. Esa sucesión de acordes tiene algo como muy emocionante, muy épico. «No woman no cry», «Paloma», de Calamaro, hay un montón de canciones como esa… Y yo quería tener mi canción, mi visión de esa sucesión de acordes, que es una bajada cromática, en las tónicas, etc. Es un tipo de canción que a mí me arrebata. Funciona como un reloj.
La letra es muy buena, ¿Hay mucho Coque Malla persona reflejado en ella?
Sí, creo que el disco entero habla de eso, del principio de algo, el principio de algo sólido y duradero. Habla de dejar atrás cosas y empezar otras como bien construidas, sólidas. Por eso el disco se llama La hora de los gigantes.
¿Es reflejo de una situación personal?
Por supuesto, cómo no, todos los discos lo son. O por lo menos yo entiendo así la composición y la escritura, no la entiendo de otra manera. No sé quién decía aquello de «Escribe de lo que tengas cerca», y yo sigo esa máxima a rajatabla, no lo sé hacer de otra manera.
Una canción con un punto muy curioso es «Los hombres grises tienen traje nuevo»: La letra es muy dura y, sin embargo, de pronto salen unos aires muy ochenteros, casi nuevaoleros, pero que funcionan muy bien. ¿Cómo se te ocurrió eso?
No tengo ni idea. No fue nada premeditado. No tengo un dominio tan grande de la técnica para decir quiero hacer este tipo de canción y hacerla; y utilizar los recursos para que suene así. No, lo voy haciendo y de repente queda de una manera. Bueno, esa canción empezó simplemente con ese riff, que fue derivando, supongo que la letra también influyó muchísimo, es una letra bastante terrorífica, totalmente desesperanzadora. Son ideas que van surgiendo y que van formando el ambiente de la canción. A los coros que aparecen los llamo las Brujas de Hamlet, de Shakespeare, que son las que van narrando, como el coro griego. Y sí, es bastante nuevaolera, la primera que se dio cuenta de ese toque ochenta es Laura [Gómez Palma, bajista del disco], porque ese arreglo del estribillo se nos ocurrió después, la canción iba por otro lado y en un momento del trabajo de preproducción, dimos con eso. Y Laura se dio cuenta: «¡Es superochentero!», nos dijo. Yo no me había dado cuenta, ni lo había buscado, y cuando lo dijo ella, lo vi.
En «Quiero volverte a ver» metes arreglos de cuerda, también te atreves con una ranchera, ¿vas probando cosas?
Pero, ya te digo, surgen así. No es algo premeditado. Bueno, en el caso de la ranchera, sí.
¿Querías tener una ranchera?
Sí, quería tener mi ranchera. Escuché una ranchera de alguien que me gustó mucho, no recuerdo de quién, y me apeteció la idea de componer una ranchera. Me puse a tocar ese beat, típico de la ranchera y salió esto. En la primera maqueta que grabamos la hicimos como muy sureña, en el disco hemos intentado que no fuera tan sureña, que fuera más Tom Waits. No sé si lo hemos conseguido.
CAYENDO EN LAS REDES
Adelantaste un par de temas en maqueta en la web y ahora se puede escuchar el disco entero antes de que salga. Estás usando la web como vehículo de comunicación con tus seguidores, ¿es para luchar contra los malos tiempos que se viven en la radio para el rock español? ¿Una forma de buscar tu propio canal?
Es una razón muy sencilla: es una herramienta que no estaba y que ahora está, y cómo no vas a utilizarla. Para empezar es algo divertidísimo, estoy en casa, me grabo una cancioncita y puedo hacer un archivito, ponerlo ahí y que al día siguiente la escuche un montón de gente que entra diariamente a la web. Me parece un flipe. Y me parece una herramienta alucinante. Y luego, los tiempos están muy duros, sonar en la radio masivamente se ha acabado, para empezar porque es carísimo. Antes no era así, bueno, había acuerdos bajo cuerda, pero no es como ahora, que es directamente una tarifa y si quieres sonar tantas veces, tanto.
¿Eso es verdad o es la gran leyenda urbana?
Es verdad. Por supuesto. Se paga por sonar en la radio. ¿Está mal? ¿No está mal? ¿Es lógico? Ni idea. Es muy complicado sonar en la radio, y en la web tienes tu canal de radio y tu televisión, porque puedes colgar vídeos, y lo utilizas. Es tu canal de promoción. Es una maravilla.
Vamos, que no eres de los que ven internet como el gran peligro.
Para nada, es lo que hay y hay que aceptarlo, hay que empezar a cambiar la mentalidad porque se va a quedar aquí para siempre. Hay una cosa muy clara, el disco sale el 17 de marzo, y sé que al día siguiente, el 18 de marzo, va a estar colgado en eMule. ¿Para qué te vas a andar con tonterías? Lo pongo yo y la gente lo respeta. Además, fíjate, están llegando un montón de mensajes a la web de gente que dice «gracias, tío, por colgar el disco, es un detallazo y el día que salga me lo compro».
Eres un referente para algunos músicos más jóvenes que tú, como Pereza o Iván Ferreiro. ¿Pero ellos también te aportan a ti?
Sí, por supuesto. Has dicho dos que justo están muy cercanos, son muy amigos los dos y soy tan fan de ellos como ellos míos. Incluso yo más, especialmente de Iván; de Pereza también, que han hecho cosas estupendas Pereza. Pero Iván, vamos, me tiene totalmente robado el corazón, es un compositor enorme, es un gran artista. Además, le he robado un montón de cosas.
¿Le has robado?
Sí, sí [risas]. Más que robado me ha inspirado un montón de canciones. Y todo el ambiente que hay alrededor de Iván, la atmósfera que genera Iván es muy inspiradora y muy novedosa, muy fresca, es una fuente de inspiración continua. Y los Pereza, también, son estupendos y escriben grandes canciones.
¿Cómo ves, desde la distancia del tiempo, tus dos discos anteriores, Un astronauta más y Sueños?
Pues, fíjate, como estamos estos días trabajando con la web, actualizándola, y hemos subido Sueños, el otro día me lo puse para ver cómo sonaba y me enganché y me lo escuché prácticamente entero. Me gustó muchísimo más de lo que me había gustado en su día. Cuando estás muy encima de un proyecto acabas como hartándote de él y necesitas tomar un poco de distancia; que es lo que no me ha pasado con La hora de los gigantes, por eso digo que este disco tiene algo especial, porque me encanta desde ya, desde el día cero. Pero con Sueños sí hubo un momento de crisis, de decir «Dios mío, qué he hecho», pero ha pasado el tiempo y descubrí cosas estupendas. Pero me resulta muy difícil hablar de Sueños y del Astronauta, ahora mismo para mí no existen.
¿Te has dado cuenta que sacas un disco en solitario cada cinco años: 1999, 2004 y 2009?
¿Sí? ¿Justo cinco años?
Sí, tal cual.
¡Qué gracia!
Discografía quinquenal.
El siguiente creo que va a tardar menos, como que esto ha sido el principio de algo muy sólido y lo noto. Es algo que normalmente no me pasa, grabo un disco y hasta que me planteo hacer otro pasa mucho tiempo, y con este noto que estoy con ideas y con ganas de grabar otro.
¿Vas a salir en directo con la misma banda con la que has grabado el disco?
Sí, con la misma, aunque es posible que dos de ellos, que están liados con otros proyectos, es posible que en algún bolo tenga que llevar un sustituto, pero la banda titular, es la misma.
¿Qué es de tu carrera paralela como actor?
Acabo de hacer una, Íntimos y extraños, que se estrenó en el Festival de Valladolid y ganó el premio del público, se va a estrenar dentro de poco en cines. No es una película con una promoción brutal, pero es una buena película, de un debutante, y disfruté mucho haciéndola. Es una película con tres historias de pareja, yo junto a Blanca Lewin, que es una actriz enorme, hacíamos una de las hitorias, y trabajar con ella ha sido una gozada. Pero hago cosas muy puntuales y muy esporádicas, yo soy músico.
¿Pero sí te gusta ponerte delante de la cámara como actor de vez en cuando?
Sí, es apasionante. El proceso de un rodaje no es comparable a nada, la intensidad que se vive esos días es una experiencia muy especial y vivirla de vez en cuando es maravilloso. Pero soy un rockero.