«Las canciones de Jacob Banks han conformado cómo entiendo la música y el mundo que me rodea»
Fuertemente marcado por el soul y por artistas que van desde Aretha Franklin a Jacob Banks, pero también aficionado al blues, a Serrat y a los Beatles, llega el debut homónimo del gijonés Mardom. Una entrevista de Arancha Moreno.
Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: MUNBLAS.
Viene de Gijón y, aunque nació a finales de los noventa, no ha saltado a la industria con otra propuesta más de música urbana o reguetón. Y no es que Nacho García viva ajeno a las modas, pues su música bebe de aquí y de allá, pero las principales referencias de su proyecto, Mardom, son el rock, el soul, el blues, el funk, el pop… y otras tantas cosas que ha logrado filtrar en su primer trabajo de larga duración. Un álbum en el que ha trabajado cuatro intensos años, encargándose de la composición, la interpretación y la producción de las ocho piezas de este debut homónimo, editado por Entrebotones, del que también se ha atrevido a dirigir varios videoclips. Una pasión, la música, que combina con su profesión principal, la Medicina. Porque en la formación y en la capacidad de abarcar varias disciplinas, además de romper barreras y ser ecléctico y desprejuiciado, Mardom sí que pertenece a los jóvenes de su generación.
En una era dominada por lo urbano, por fenómenos como Rosalía y el reguetón, casi sorprende encontrar a un joven veinteañero tan influido por la música negra con una propuesta alejada de esas escenas. ¿Cómo llegaste a ella y qué músicos fueron determinantes a la hora de forjarte como oyente?
Creo que hoy día toda la música mainstream está influenciada en su mayor o menor medida por la música afroamericana o africana en general: hip-hop, rock n roll, jazz, soul, etc. Lo primero a lo que llegué fue al blues de Fito y los Fitipaldis, escuchando sus discos de pequeño en el coche con mis padres. Más adelante encontré en el soul y rhythm and blues contemporáneo de origen británico una energía y una capacidad de trasmitir que no había escuchado nunca. Me cautivó y me generó un respeto enorme por ese género, sus orígenes y los artistas que lo llevan actualmente.
Hiciste tus pinitos en proyectos dispares: tocabas versiones de rock, fuiste guitarrista en un grupo de funk, cantante de un grupo de power metal… ¿Todas esas vidas musicales previas tienen alguna conexión con tu presente?
Sin duda, ya sea en las tablas en el escenario, la técnica vocal o haber estado escribiendo canciones desde que tengo constancia, yo creo que toda experiencia musical acaba haciendo mella y acaba impregnando el resto de cosas.
¿Tiene Gijón, tu ciudad natal, un buen circuito para iniciarse como artista?
Pues creo que es tierra de grandes artistas, pero cada día el panorama es más complicado. Este mismo año cierran dos salas fundamentales de la escena asturiana, La Salvaje o el Savoy, y deja de manifiesto cómo muchas ciudades están viéndose privadas de escenas locales en favor de la magnificación de los festivales y del centro urbano para el turista, es una pena.
¿En qué momento exacto nace Mardom, el artista, y con qué intenciones primigenias?
Mardom nace realmente en 2020, durante la pandemia, estando de Erasmus. Grabé un epé justo antes de irme para recoger algunas canciones que había compuesto en una etapa previa, pero durante el confinamiento empecé a producir y escribir canciones más en serio, dándome cuenta de que eso era precisamente a lo que me quería dedicar.
Entre tus referentes están desde Aretha Franklin hasta Jacob Banks. ¿Tu primer disco bebe de ellos, artísticamente hablando?
Sin duda. Muchas melodías, armonías e incluso formas de plantear una canción beben de sus géneros y por ende de esos mismos artistas. El soul tiene una forma muy concreta de enfrentarse a una canción y es una forma que me ayuda mucho para plantear según qué cosas.
Serrat, los Beatles, Chet Baker, Nina Simone… Dentro de todas esas referencias, ¿cuál dirías que es el artista que más te ha acompañado a lo largo de tu vida, y por qué?
A nivel musical sin duda el que más me ha impactado es Jacob Banks. Descubrí su música a través de Chainsmoking en un momento un poco complicado de mi vida y sus canciones han conformado cómo entiendo la música y el mundo que me rodea. Hay algún que otro guiño a él en el disco, como una forma de devolverle el favor.
«Cuando no hay padrino, lo único que nos queda es la capacidad de trabajo y querer hacer las mejores canciones posibles»
En la escena española también se te relaciona con artistas de una generación anterior a la tuya, como El Kanka o Carmen Boza. ¿A qué músicos de nuestro panorama te sientes artísticamente cercano, y por qué razón?
Los dos artistas que mencionas son enormes, son referencia para mí y para todos los que hacemos canciones de mi generación, les admiro y respeto muchísimo. Artísticamente, con respecto a amor por el género que hago te diría Vic Mirallas y Roy Borland, y respecto a la producción, a meterse a hacer locuras en el estudio con muchísimo gusto, diría Carlos Ares. No se si estoy cerca de alguno de esos artistas, solo sé que les admiro mucho.
El 21 de noviembre ve la luz tu debut, de título homónimo. ¿Cómo ha sido el proceso creativo? ¿Contabas ya con una buena cartera compositiva, o todas las canciones grabadas son de una cosecha muy reciente?
Suelo tratar de componer y tener muchísimas ideas en el tintero. El proceso de escritura de este álbum han sido casi cuatro años de escribir, aprender a producir, aprender a tocar varios instrumentos. Es un álbum que me ha cambiado y me ha hecho mejorar muchísimo como artista. La música que estoy haciendo para el próximo es fruto de todo el esfuerzo del primero, y me siento muy orgulloso del camino recorrido. Creo que he podido plasmar justo lo que quería con los estilos y sonidos que quería.
En tu música se aprecia una gran influencia del soul, del jazz, del funk, el rhythm and blues contemporáneo, etc. ¿Tu identidad musical es un cruce de caminos entre todos esos géneros?
Mi identidad musical mezcla todos esos estilos con elementos propios de aquí, como el indie y el pop. Ha sido muy enriquecedor experimentar y explorar tanto sin tener ningún tipo de ataduras, pudiendo jugar todo lo que hemos querido.
Aunque no sigas las tendencias musicales más candentes, percibo ciertos dejes de tu generación, como la mezcla y fusión desacomplejada de estilos, de idiomas, de juegos vocales e instrumentales. El disco ya comienza así, con ese inicio tribal de “Ayaiyayé” que deriva en unas palmas y en el que llegas a rapear. ¿La música es un juego sin reglas?
En el álbum, como dices, hay elementos de muchos estilos, incluido el urbano, o sonidos más actuales, como la batería de trap en “Ayaiyayé” o algún ritmo de reguetón en “Enero”, y otros un poco más fuera del mainstream, como algún solo de piano de jazz. Creo que mi generación ha logrado esa ruptura de barreras y estilos que aportan una libertad extra para poder hacer canciones. También creo que el oyente ahora está mucho más abierto a escuchar diferentes estilos y música más experimental dentro del mainstream.
En cuanto a las letras del disco, ¿el telón de fondo es la nostalgia, el paso del tiempo de la adolescencia a la edad adulta?
Sin duda. El disco habla del cambio, de dejar atrás y de lo que está por venir ya sea desde la celebración, desde la nostalgia más pura o la etapa de negación de la misma y el hedonismo puro asociado. Esa etapa de cambio en la vida es una época preciosa y muy convulsa, y he intentado plasmarla en este disco.
¿Hay, en este disco, un enfoque conceptual, un hilo invisible que una las ocho composiciones entre sí?
Sí, hemos intentado reflejarlo en la portada. El cambio de personalidad de esta etapa vital toca diversas aristas que he intentado reflejar en estas ocho canciones. Por eso la portada muestra el cerebro humano con esas ocho canciones en sus diferentes rincones, transformando y reflejando diferentes partes del mismo.
Cuando pasaste por nuestra sección De estreno, dijiste que tu disco de debut «contiene las canciones que me hubiera gustado escuchar en diferentes momentos vitales importantes». ¿Uno compone para sí mismo tanto o más que para los demás?
Creo que una vez la canción sale a la luz, deja de ser del propio artista y se colectiviza, cambiando de sentido, mutando la perspectiva e incluso te diría que el propio sonido. Sin embargo, durante el proceso de escritura o dentro del estudio, sitio litúrgico donde los haya, hay una parte egoísta en el proceso en el que miras hacia dentro o hacia los temas que te gustaría tratar, no tiene que ser sobre uno mismo. Sobre todo, cuando escribes y produces sin tener que rendir cuentas a nadie creo que hay una parte del proceso que intenta reflejar lo que el propio compositor quiere reflejar. Ahora bien, cuando la canción sale todo muta.
«Mi objetivo es poder mirar atrás y ver que he dejado las mejores canciones que podía hacer»
Este álbum lo has grabado en ACME, y lo has producido tú mismo. ¿Tenías algún disco de cabecera sobre la mesa, que ejerciera de referencia para encontrar tu propio camino sonoro?
Sí, lo produje junto a Ali Nasir (DJ y productor italiano) y Diego Ena (teclista eminente de jazz y teclista de cabecera del proyecto). Hemos tenido muchas referencias en el proceso, entre ellos Village de Jacob Banks o Now, not yet de Half Alive. Luego hay otros cientos de discos y canciones que han aportado a este álbum, pero para nosotros estos dos álbumes han sido clave.
¿Quiénes conforman tu equipo de trabajo? En el álbum y directo participan principalmente Diego Ena, René Ispierto (bajo), Diego Rubio (batería), Alejandro Vallina (saxofón) y Alba Barcía (coro). Andrés García y el DJ asturiano JotaDeJota han colaborado en el álbum. Moncho se ha encargado de todo el universo gráfico y ha dado una capa preciosa a todo esto. Nuria Cobos ha dirigido dos de los videoclips del álbum también. Y agradecer a la oficina EntreBotones, a Inés Collarte en particular, por adoptar este proyecto y hacer que todo cobre una coherencia extra.
Eres un artista multitarea: compones, cantas, produces… hasta diriges tus videoclips. ¿Te gusta trabajar en todos los planos posibles, o se ha dado así por las circunstancias?
Creo que es una mezcla de ambas. El audiovisual siempre me ha llamado mucho la atención y creo que aporta una capa artística extra añadiendo valor a la propia obra. He tenido el placer de dirigir alguno de estos videoclips, como “Enero” o “Mis noches”, pero también me ha encantado ver como el trabajo de Moncho en “Hoy toca celebrar” o de Nuria Cobos en “Soul happy” y “Ayaiyayé” añade una perspectiva que no me había planteado y que enriquece todo más.
A tenor de todo este trabajo en diferentes áreas, y sabiendo que además eres médico, parece que tienes una gran capacidad de trabajo. ¿Se confirma lo que cantas en el disco, que «solo con suerte no vale»?
Creo que un artista independiente necesita trabajar de escritor, productor, marketing, de todo. Cuando no hay padrino o un apoyo económico descomunal lo único que nos queda es la capacidad de trabajo, de mejora, la resiliencia y simplemente querer hacer las mejores canciones posibles. El resto, si las canciones son buenas, debería llegar. Y si no llega, lo importante es haber hecho buenas canciones.
En los videoclips de singles como “Enero” u “Hoy toca celebrar”, ¿has tratado de contar, audiovisualmente hablando, lo mismo que relatan esas canciones?
Creo que no hemos querido contar lo mismo, sino cosas complementarias. El lenguaje audiovisual aporta otras cosas diferentes y añade subcapas al texto. En “Enero” contamos una historia concreta de una pareja ficticia y en “Hoy toca celebrar” nos vamos a un mundo animado donde un personaje emprende un viaje fuera de su ciudad natal. Creo que, pese a que complementan la letra de forma clara, aportan otras cosas también.
Con tu debut ya has pisado escenarios de Madrid, Oviedo, Gijón, Lugo, Santiago, Alicante… ¿En qué formato te has presentado y qué sensaciones te llevas de todas estas actuaciones?
Nos hemos presentado predominantemente en dos formatos: acústicos más íntimos, donde charlo de las canciones y las tocamos en espacios más pequeños, y un formato mucho más grande, con saxofón, teclado y sintes, batería, bajo, corista, etc., donde mostramos las canciones cómo se pensaron que tenían que sonar. Como bebo tanto de la música negra, que es una música muy grupal y muy relacionada con la comunidad, tocar estas canciones en gran formato le aportan el sentido que pensamos que tenían que tener en un primer momento.
Aún no has cumplido los 30. ¿Qué expectativas tienes, musicalmente hablando?
Tengo 26, aún me queda un poquito para los 30 [risas]. Mi intención es cada vez escribir mejores canciones, tener disponibles mejores herramientas y poder tocarlas en todos los sitios que podamos. Mi objetivo es poder mirar atrás y ver que he dejado las mejores canciones que podía hacer. El resto me gustaría que fuera consecuencia de lo anterior.