«Nos gusta escribir nuevas reglas, y hubiera sido apoteósico poder contar con Franco Battiato»
Del 7 al 11 de agosto, regresa la cita festivalera de Aranda de Duero, el Sonorama Ribera. Un encuentro de cuatro días con la música nacional e internacional, regado por el buen vino y un ambiente inmejorable. Su director, Javier Ajenjo, nos cuenta detalles en esta charla con Carlos Pérez de Ziriza.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Fotos: RODRIGO MENA RUIZ y DIEGO XXX.
Javier Ajenjo (Aranda de Duero, 1973) ha hecho del Sonorama Ribera uno de los festivales ineludibles cada verano en España. Lo ha logrado a lo largo de más de 25 años de trabajo. Es noticia cada mes de agosto en los noticiarios y en la prensa. Pocos mejor posicionados, también mediáticamente. Ya sea por esos multitudinarios conciertos de la Plaza del Trigo, regados con buen vino y lechal, ya sea por alinear a Raphael o a Nacho Cano en carteles que aún se presuponen “indies”, si es que eso significa todavía algo.
Lo ha hecho siempre merced a un cartel abastecido por músicos nacionales, en combinación con una singular oferta gastronómica y sin querer crecer por encima de sus posibilidades. Cuidando a su público. Una fórmula de éxito, trabajada desde la base, con dedicación, trato humano y cercanía (parece obvio, pero no siempre lo es), y la verdad es que se nota: no hay nadie en el mundillo de la música pop española que te hable mal de Javier. Charlamos con él.
Son más de 25 años de trayectoria. ¿Esperabais en 1998 llegar a dónde estáis ahora, convertidos en una referencia ineludible del panorama de festivales en España?
Siempre se nos ha dado bien soñar. Creemos en nuestra tierra, en las infinitas posibilidades de esta comarca rural, en la gente, en lo que son capaces de hacer quienes sueñan en voz alta y se dejan la piel en cualquier proyecto. Así éramos hace casi treinta años y así somos hoy. Sonorama Ribera se creó sabiendo que sería un festival diferente, atípico, con una identidad propia. No buscábamos crear una programación musical. Queríamos sumar todos los elementos para hacer algo único, con ese espíritu que tiene la fiesta en nuestro pueblo, con los ingredientes necesarios para convertirlo en una cita ineludible. Hemos trabajado mucho, nos hemos caído mil veces y levantado otras tantas. Pero nunca hemos desistido. Creo sinceramente que esa forma de trabajar, de soñar, en definitiva, es la que nos ha traído hasta aquí. El cartel era y es importante, obvio. Pero lo fundamental es que quien venga a Sonorama Ribera viva una experiencia única y se vaya pensando en volver. Y por eso creemos que la gente vuelve, porque no dejamos de pensar en esas personas, en mejorar para ellos. Al fin y al cabo, son nuestra familia.
La apuesta por el vino y la gastronomía locales siempre han sido inequívocas. Me gustaría saber en qué medida crees que sigue siendo un factor decisivo para vuestro público y si crees que ese atractivo extramusical, por decirlo de algún modo, ha sido pionero para muchas otras citas (hoy en día se multiplican los festivales asociados a la cultura del vino, pero hace veinte años eran casi inexistentes) y ha seguido siendo decisivo para fidelizar a vuestro público durante todos estos años.
Hoy somos en cierto modo un espejo en el que mirarse precisamente porque reinventamos el concepto de actividad paralela, sumamos esos recursos tan valiosos y los convertimos en cabezas de cartel. El vino de Ribera del Duero, la gastronomía de esta comarca, el patrimonio, la forma de vivir y disfrutar, son parte inseparable de Sonorama Ribera. Lógicamente, quien acude al festival lo hace también por eso. Pero hace unos años se nos llamó locos de atar. ¿Vino en un festival de música? Nadie lo entendía entonces. Pero nosotros sabíamos que sería un éxito, lo que es bueno es bueno, se disfruta en cualquier oportunidad. Y el tiempo nos ha dado la razón. Nos hace muy felices que ahora esa oferta se implemente en otros festivales y eventos. ¡Lo que está bien hecho tiene que copiarse!
«Con Raphael fuimos los locos de los festivales, mediáticamente se habló de ello como una locura, y el público de siempre pensó que era una insensatez, pero fue legendario»
Os habéis caracterizado por incorporar al festival a artistas que se salían, con mucho, del prototipo de músico independiente, o indie, de las últimas décadas: gente como Raphael o Nacho Cano. Incluso C. Tangana. Y este año a Hombres G, sin ir más lejos. Creo, humildemente, que fueron aciertos en el plano mediático, porque os reportaron mayor repercusión. Pero quiero saber si tuvisteis vuestras dudas sobre cómo serían acogidos por vuestro público tradicional.
Nos gusta escribir nuevas reglas. ¿Por qué renunciar a la buena música, a un buen espectáculo, porque no encaje en un estilo, o no esté de actualidad? Es un sinsentido cerrarse puertas. La primera vez, con Raphael, de nuevo fuimos los locos de los festivales. Mediáticamente se habló de ello como una locura. El público de siempre pensó que era una insensatez. Pero fue legendario: todas las generaciones disfrutaron con ese concierto. Y así ha sido siempre. Nos gusta sorprender, regalar experiencias, abrir las puertas a cualquier estilo. La música de calidad siempre es bienvenida. Y siempre triunfa. Este año el concierto de Hombres G va a ser todo un acontecimiento.
Hablando de público tradicional: ¿cuál dirías que es el asistente tipo al festival? Por edad, gustos, formación, etc…
La gran familia de Sonorama Ribera es diversa, no es fácil hacer clasificaciones. El público mayoritario es el que está entre los 20 y los 40 años. Pero es que por encima de 40 años la asistencia también es notable. Los asistentes más jóvenes disfrutan sobre todo de las propuestas del Urban Stage, que desde que nació ha sido muy valorado por la calidad de su programación. Los más veteranos acuden sobre todo a ver bandas más consolidadas, pop, rock, indie. Pero hay momentos en cada edición de Sonorama Ribera que son de comunidad, de compartir sin importar la edad, el estilo musical ni nada. Os sorprendería ver la variedad de edades y estilo de público que hay en cada concierto urban y en cada concierto de rock o indie.
Os habéis ido abriendo estilísticamente con el paso del tiempo. ¿Hay alguna línea roja que no traspasaríais bajo ningún concepto? ¿Algún estilo o alguna clase de música que nunca programaríais?
Nuestra máxima es siempre la calidad. El abanico, por lo tanto, es muy amplio. Nunca nos hemos cerrado a ningún estilo ni descartado ninguna tendencia. Somos atrevidos, pero siempre con coherencia.
¿Cómo ha asimilado Aranda de Duero el crecimiento del festival durante todos estos años? ¿Lo han visto como un factor positivo para la ciudad o ha habido alguna reticencia por parte de los vecinos a causa de los ruidos o la masificación?
No se puede gustar a todo el mundo. Pero en líneas generales Aranda de Duero entera se vuelca con el festival. Sonorama Ribera ha revolucionado la localidad durante esos días de agosto. Miles de personas, más turismo, alojamientos completos, la oferta hostelera sin plazas… Los beneficios económicos para la zona son impresionantes y crecen en cada edición. La imagen de Aranda y su promoción se ha disparado. Beneficios hay muchos, pero somos conscientes de que generamos algunas molestias. Pedimos perdón, también comprensión. Son sólo unos días y estamos convencidos de que se entiende.
Uno de los enclaves más emblemáticos es la Plaza del Trigo, que se ha convertido en algo así como el escenario en el que se consagran muchos grupos de la escena independiente que aspiran a llegar a públicos más amplios. ¿Fue una sorpresa para vosotros la excepcional acogida que fueron teniendo los conciertos que se celebran allí? ¿Lo visteis venir?
Era absolutamente imposible verlo venir. ¡Yo aún me emociono cada año al verlo! En el corazón de Aranda, en una pequeña plaza, se repiten los momentos que hacen historia. Conciertos imposibles, artistas entregados, sorpresas inimaginables. Es un sueño. Empezamos buscando integrar el festival en el pueblo para llevar su espíritu a cada calle. Y hoy bandas y artistas de primer nivel nos piden estar allí. ¿Quién se lo iba a imaginar? Nos sobrepasa. Cuidamos mucho la Plaza del Trigo y tenemos que cuidarla más aún. No puede ir a más. Y no descartamos buscar alternativa. Ese rincón siempre será especial, único. Pero no puede crecer, ya está al cien por cien. Es algo que no dejamos de dar vueltas.
«Nuestra máxima es siempre la calidad, nunca nos hemos cerrado a ningún estilo ni descartado ninguna tendencia, somos atrevidos, pero siempre con coherencia»
¿Os ha resultado fácil hacer que el festival no se desbordara por su crecimiento y la gran afluencia de público, y lograr que todo el mundo se sienta cómodo y la experiencia no se devalúe, que es uno de los grandes riesgos que un festival en continuo crecimiento puede correr?
No, no es fácil. Es el reto de cada edición y sigue en el horizonte. Cada año, en el último día del festival, nos planteamos cómo podemos hacerlo mejor. Más inclusivo, más sostenible, más igualitario, más cómodo, con más servicios… renunciamos a seguir creciendo, limitamos el aforo. Queremos que sea un buen festival, un lugar en el que sentirse en casa. Pero aún nos queda mucho por hacer, somos muy conscientes.
En el mismo sentido: ¿os ha sido fácil aumentar vuestro personal logístico, vuestra oficina, digamos, con perfiles profesionales idóneos, según el festival iba creciendo?
Somos un equipo en continuo crecimiento que ha ido sumando miembros, que cuenta con colaboradores excelentes. Y seguiremos evolucionando. Es fundamental para conseguir los objetivos que nos planteamos.
¿En qué medida creéis que habéis contribuido a que Aranda de Duero sea una población conocida en toda España?
Humildemente creemos que Sonorama Ribera es un elemento determinante que ha dado a conocer Aranda de Duero y su comarca en todo el país. Y también hemos contribuido a promocionar todos los recursos: al patrimonio, el enoturismo, el vino, la cultura, la gastronomía… Aranda de Duero siempre será el lugar donde se celebra Sonorama Ribera.
¿Qué conciertos de esta edición, la de 2024, os hacen más ilusión u os generan mayor orgullo?
Difícil. Muy difícil. Estamos orgullosos del escenario Charco y de esos artistas que vienen del otro lado del océano, porque es una apuesta de futuro, porque Sonorama ya es internacional. El Urban Stage es nuestro lazo de unión con las nuevas generaciones, lo cuidamos mucho. Nos gusta volver a recibir a bandas que han nacido aquí y que hoy están en un momento excelente. Es que Sonorama Ribera es un todo. Y de ese todo nos sentimos muy orgullosos.
¿Hay algún músico que sea objeto de deseo y no hayáis podido llevar nunca al festival, alguna asignatura pendiente? Obviamente, me refiero a bandas o solistas que no sean absolutamente inalcanzables por presupuesto…
Siempre tendremos la espinita clavada de no haber podido tener en Sonorama Ribera a Franco Battiato. Hubiera sido apoteósico. O de reunir a El Último de la Fila. Son muchos, muchos deseos. Y, ¿Quién sabe? Sigamos soñando.
Llevas desde 1998 como director del festival. ¿Sientes desgaste o cansancio, después de tantos años? ¿Te resulta fácil mantener la ilusión de los primeros tiempos?
Nunca voy a perder la ilusión, soy un soñador y un idealista. Pero lógicamente el cansancio físico se siente, son muchos proyectos, mucho trabajo. Voy delegando y tengo a mi lado al mejor equipo del mundo. Ellxs son lo único importante, aunque a veces los vuelvo locos.
No quiero terminar sin aludir a esa supuesta burbuja festivalera que muchos vienen pronosticando desde hace al menos un lustro (quizá más, desde 2008 o 2009) y que nunca llega, ya que parece que hay público para todo, y es raro que algún festival se quede por el camino y tenga que cerrar sus puertas. ¿A qué crees que se debe que seamos un país tan propicio para que cualquier festival, del tipo que sea, funcione tan bien? ¿Hay algún componente de oportunismo también por parte de promotores de última generación?
La burbuja existe en todos los sectores. Cuando algo funciona se multiplica. Pero lo bueno sobrevivirá siempre. España es un país acogedor, disfrutón, que destila energía. Por eso hay multitud de propuestas culturales que son referente europeo. Y hay público para todas.