Antonio Álvarez: «Las canciones son humo y magia»

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«No entiendo mi vida sin la búsqueda de un verso y una melodía»

 

Calle Música: así se titula el nuevo disco de Antonio Álvarez, un homenaje a su Almería natal y a todas las músicas que caben en su cancionero. Sobre su gestación, y sus próximos conciertos, habla en esta entrevista con Arancha Moreno.

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: PALEN.

 

Al calor de The Beatles, Bob Dylan, Bruce Springteen y un sinfín de clásicos foráneos, en comandita con los ídolos del rock patrio, como Miguel Ríos, Ilegales o José Ignacio Lapido, con y sin 091, se crio el músico almeriense Antonio Álvarez. Una explosión de influencias que ha cristalizado en múltiples proyectos, grupales y solistas, desde finales del siglo pasado. En solitario, su última aventura se llama Calle Música y es un homenaje a su Almería natal, un paseo geográfico que conecta Cabo de Gata con Bristol, que transita por el pop, el beat, el folk, el soul o el rock, que atraviesa las calles que le vieron crecer y transitar por las diferentes etapas de la vida. Diez canciones de un pop resplandeciente en las que incluye un guiño a uno de sus músicos de cabecera, José Ignacio Lapido, en “Las palabras llegan de improviso”, tema que compuso para el proyecto El tiempo, lo soñado y lo real. Homenaje a José Ignacio Lapido. Todo un viaje que empieza a finales de los noventa, o tal vez antes, y desemboca en este 2025 en el que Calle Música ve la luz y la despliega por los primeros escenarios.

 

Militaste en varias bandas a finales de los noventa, y en 2003 emprendiste tu carrera solista. ¿Qué te empujó a hacer canciones hace ya más de veinte años?
En realidad llevo desde finales de los años ochenta, cuando era un chaval. Tuve un parón de unos años durante la facultad, y retomé a finales de los noventa con Plancton. Llevo escribiendo desde la adolescencia, es una necesidad, como respirar, como comer, casi como vivir. No entiendo mi vida sin la búsqueda de un verso y una melodía.

Has compaginado tu camino solista con multitud de proyectos: Trovamundos, Picolíssima Jug Band, Sonora, Beach Hotel, La Taberna del piano, Beatles Connection, Plancton, Hot Combo… ¿Entiendes la música como un camino que recorrer solo y otro que transitar acompañado?
Me gusta picotear en proyectos muy diferentes estilísticamente, así lo he hecho siempre. Haciendo un símil, te diría que hay un tronco, que es mi camino en solitario, pero a través de las raíces y ramas que suponen cada proyecto, «el árbol Antonio Álvarez» alimenta su savia musical de esos nutrientes.

En tus proyectos grupales hay una variedad estilística notable: canción de autor, banda de swing jazz, folk, rock alternativo… hasta ejerces de crooner. ¿Esas músicas han dejado algún poso en tu cancionero, alguna herramienta que ha acabado formando parte de tu proyecto?
Todo curte, todo aprendizaje suma. Aliento siempre a no mirar solo el ombligo, tu música. Somos parte de una cadena, de unas tradiciones. Somos lo que hemos escuchado, y eso de una u otra forma creo que está ahí. La vertiente cantautor en la lírica, la pop en las melodías, la americana en esa querencia por el blues, folk, swing, etc. Todo aporta, la música no es un compartimento cerrado, es un idioma universal donde caben sentires, sentidos y sensibilidades diversas. Se trata de empeñarse en que todo maride bien cuando se cuela en tu propuesta.

 

«La música no es un compartimento cerrado, es un idioma universal donde caben sentires, sentidos y sensibilidades diversas»

 

Antes de Calle Música pensabas grabar un epé que quedó aparcado. ¿Qué ocurrió?
Pensaba grabar unos temas en directo con los músicos almerienses que me suelen acompañar en las grandes ocasiones, mi dream team Heartbreaker: Carlos López, Diego de Haro, Ramón García y Antonio de Haro. Pero se me cruzó una canción el pasado verano, “Calle Música”, y lo que iba a ser un epé con regusto americana quedó aparcado. La palanca en mi memoria y lo recién compuesto me llevaron a grabar esta oda pop luminosa a mi tierra de origen, Almería, que pretende ser Calle Música. De lo particular a lo general, aplicable a cualquier sitio.

Esa foto de la calle Música fue el comienzo de este disco. ¿Así suelen nacer tus canciones y tus discos, a partir de un detalle o una imagen que empieza a revolotear en tu cabeza?
Las canciones, como bien sabes, Arancha, son una incógnita. Que nos pillen trabajando, o con la antena o la sensibilidad a flor de piel, hacen que todo fluya. Surgen de un silbido, de una imagen, de un verso, de una mirada, de un momento. Son humo y magia. Ahí está su grandeza, no se aprehenden así como así, pero sí aprendes sobre ti y el mundo que te rodea en su gestación.

Este disco contiene canciones recientes, compuestas el año pasado, pero también rescates antiguos. ¿Llevabas años enhebrando, inconscientemente, el hilo conductor de este disco?
Posiblemente sin saberlo fuera así, solo faltaba una canción, una palanca, un clic. Eso es lo que me produjo la canción “Calle Música” el verano pasado, generó un torbellino en mi fuero interno. Sí, canciones nuevas solo hay tres, el resto vienen de diversos momentos de mi vida. Y respiran algo común, mi tierra de origen.

Este álbum es un paseo geográfico, por tu Almería natal, y musical, por multitud de estilos y sonidos. ¿A qué suena la calle de tu vida, Antonio?
A veces no suena, es un recodo que se cobija en el silencio. Una vez que la acústica despierta, suena a vida, con sus matices, sus grises, sus luces, sus sombras. A rosa, con pétalo y espina. Pero hay que empeñarse en buscar siempre el color…

Dentro de la ficción que se presupone, ¿cuánto hay de realidad en las letras de Calle Música?
Hay mucha realidad, expresa o velada, hay momentos de mi vida, ya sea familiares, veraniegos en Cabo de Gata, hay «un segundo de belleza» con tu guitarra observando a tu hijo cuando era un bebé, hay una calle que inicia un paseo, hay una pastelería mítica de Almería que oníricamente engancha con la calle donde está la BBC en Bristol. Está el bar de la plaza de tu pueblo, donde andabas entre adultos de la mano de tu abuelo y tu padre. Está La Isleta en el Parque Natural, la brisa, el salitre… Hay pinceladas sutiles que me llevan a momentos, a personas, a sitios.

Encuentro también un paseo por todas las etapas de la vida, desde los ojos de un niño que contempla a su abuelo hasta el joven que alterna en bares. ¿La vida en todas sus fases es el tercer eje de este disco?
Pues no lo había pensado así, como lo expones, pero puede ser… Creo que en todas las canciones hay detalles de mi infancia, adolescencia, juventud, adultez, amor, desamor, paternidad, ausencias, momentos compartidos, vividos… Pero siempre desde una óptica pop, incluso cuando la nostalgia asoma es con un atisbo de sonrisa. Pretende ser un disco positivo, con tendencia a la alegría.

La última canción, “Las palabras llegan de improviso”, la compusiste originalmente para El tiempo, lo soñado y lo real. Homenaje a José Ignacio Lapido, un proyecto en forma de libro que incluyó textos, relatos, poemas y canciones de decenas de artistas, escritores, músicos, periodistas, etc., admiradores de la obra de José Ignacio. ¿Cuál es la conexión entre el mundo lapidiano y el que despliegas en Calle Música?
José Ignacio es uno de los grandes, tanto con 091 como en solitario, siempre fue un compositor referente para mí. Cuando vine de viaje de estudios a Granada, con 16 tacos, me hacía más ilusión tener el Más de cien lobos (comprado en Krisis) que visitar la Alhambra, eso lo dice todo. Es un maestro, y de los maestros siempre aprendemos. Esa canción con la que colaboré en el libro de homenaje tenía un regusto spaghetti western, era un rendido homenaje a su canción “Cuando las palabras vuelvan del exilio” y a esa conexión cuando nombra a Johnny Guitar con los westerns, que por influencia paterna siempre me han gustado. Pensé que podría ser un buen epílogo a mi trabajo, el tema más desnudo, con regusto Morricone, y un sonido tan identificable al desierto y al séptimo arte que puso a Almería en el mundo.

Las conexiones con Lapido son muchas, pues colaboró en uno de tus discos y su teclita y productor, Raúl Bernal, produjo tu disco Libre asociación de ideas.
Así es. Lapido colaboró con una guitarra en un tema de mi tercer disco, “En movimiento”. Este gesto me mostró la humildad de su grandeza hacia un desconocido, y sobre todo me destapó a la persona, más allá del tipo al que tenía idolatrado. Le escribí, contacté con él, y su amabilidad fue impagable. He tenido la suerte de departir con él en una barra, entre vinos, y es un lujo su conversación y sapiencia. Colaborar en su homenaje me hizo mucha ilusión, no tengo palabras para agradecéroslo a quienes lo hicisteis posible. Y Raúl es un crack. Es uno de los músicos de la escena nacional que ahora mismo está por encima del bien y el mal. Está en un momento muy dulce, y lo que toca y donde toca, lo bendice. Trabajar con él en mi quinto cedé fue un reto, un aprendizaje, un toma y daca, un mano a mano. No descarto volver a colaborar con él.

Calle Música, como bien dices, «respira veranos», suena a pop, beat, folk, soul, rock… hay hasta un guiño a la taranta almeriense. La luz mediterránea lo ilumina todo. ¿Buscabas un disco luminoso o el disco cobró esa forma sin consultarlo contigo?
La canción que da pie a todo esto me llevó a eso, a cierta luminosidad, y yo creo que arrastró al resto. Pasa como con otras disciplinas, hacer una canción triste, rabiosa o dramática tal vez sea más asumible; tirar de alegría, con lo necesitado que está el mundo de ella, es un reto. Parafraseando a los Beatles, y a Calamaro, all we need is pop, y eso es lo que he intentado, ese pop poliédrico, luminoso, clásico, con sus diversas caras…

Calle Música lo ha producido el músico granadino Carlos Choin. ¿Había alguna premisa, en cuanto al sonido, cuando empezasteis a trabajar en el estudio de grabación?
Carlos es un grandísimo músico, y tiene un oído finísimo. Él tuvo trayectoria solista hace años, ahora trabaja en un lado de la música que muchos desprecian, pero que está repleto de musicazos de verdad: las orquestas. Produce solo a amigos y gente muy cercana, casi por puro placer. Ya he trabajado con él varias veces, en otros discos y otros proyectos colectivos, y me tiene el punto pillado, por gustos similares, porque entiende lo que le muestro y porque pone empeño sin límite en hacer un buen trabajo, dentro de las posibilidades y la sencillez con la que trabajamos. Es un amigo con una sensibilidad y espontaneidad que rebosa.

Aquí, Antonio Álvarez es un auténtico Juan Palomo: haces coros, tocas guitarras acústicas, eléctricas, españolas, el ukelele, el bajo eléctrico, los teclados, la armónica, el xilófono, la percusión… y el botellófono, por el que no me queda más remedio que preguntarte.
[Risas] Sí, el botellófono. En fin, soplar botellas, y fue con un botellín de una conocida cerveza gallega. Le daba el punto jug band al tema “Un par de cervezas”, que es una declaración de amistad y buenos momentos alrededor de unas cervezas.

¿Tocarlo prácticamente todo ayuda a que el disco hable, aún más, de ti y de tu historia?
Hay más argumentos, más pulso, más latido, más musicalidad, es evidente. Yo disfruto tocando otros instrumentos, me encanta por ejemplo tocar el bajo, y aunque en las teclas soy regu… pues hago mis pinitos. Era la manera de hacer todavía más personal esta colección de canciones.

 

«Hacer una canción triste, rabiosa o dramática tal vez sea más asumible; tirar de alegría, con lo necesitado que está el mundo de ella, es un reto»

 

La portada es obra de un familiar tuyo, Joaquín Sánchez. ¿Le encargaste traducir el disco en una imagen?
Le hablé de la calle que había producido el chasquido en mi interior, tiró unas fotos y me hizo la portada, sencilla, luminosa, que es lo que le dije. Con mi primo, además de la familia, me conecta la música. De niños ya éramos fans locos de los Beatles, y con el tiempo de otras bandas, los Zep, etc. Y de hecho seguimos yendo a conciertos juntos cuando se puede, el último fue los Black Crowes en Mérida. Con él vi a Dylan la primera vez. Hay un hilo invisible entre ambos. Siempre se le dio bien dibujar, pintar, ahora hace grafitis de incógnito, es todo un personaje. Yo quería una pintura como portada, y quién mejor que él. Contar con su aportación pictórica ha sido cerrar más el círculo emocional.

Paralelamente, también has hecho tus pinitos como poeta, con varios libros editados, el último Placeres cotidianos (2021). ¿En ese poemario hay canciones a las que nunca llegaste a poner música?
Poesía y letras de canciones son caminos paralelos, pero no siempre se cruzan. La letra de una canción tiene un ritmo que se lo da la música, la poesía tiene su propia rítmica. Cuando se cruzan esas líneas paralelas puede surgir algo muy bello, pero… El libro que mencionas era un intento de acercamiento a la poesía a través de fotos de mi buen amigo Palen. Le tengo mucho respeto a la poesía, sigo sus huellas sobre la arena, en la medida de lo posible, pero a distancia.

Ya tienes las primeras fechas de presentación de Calle Música: estarás en el Teatro Apolo de Almería el 26 de abril y en el Lemon Rock de Granada el 11 de mayo. ¿Cómo vas a enfocar esos conciertos, en cuanto a banda, sonido, repertorio, espacios…?
En Almería iré con mis amigos de La Banda en Movimiento, Diego, Ramón, Carlos, Javier, y con la colaboración de un joven saxofonista, Ginés Soto, que puso su impronta en un par de temas del cedé. En los ensayos realizados la cosa vira del pop a un poco más de rock. Me encanta que las canciones tengan otra vida que los músicos le damos al interpretarlas, siempre he hablado con ellos al respecto, sus aportaciones van a misa. No tienen por qué hacerse los temas como una copia de lo grabado. Son ámbitos distintos. En Lemon Rock, en cambio, el formato será en trío, propuesta más acústica, con Ramón García y Carlos López, y podré contar seguramente con Carlos Choin y su mujer Laura, que hizo unos coros gospelianos en Calle Música que quitan en el sentío.

¿Y qué vendrá después: más conciertos, el epé aparcado, nuevos poemas… o alguna otra puerta que no has abierto aún?
Tomorrow never knows, como escribió Lennon. Estos últimos días he escrito un par de temas con un regusto muy bluessy, con buen texto y pegada, que están reposando en el sueño de los justos. Siempre me pasa que cuando acabo un proyecto, suelo escribir algo, y lo mismo antecede lo que pueda ser futuro… A veces acierto. Por fortuna, Euterpe me sigue acompañando y seguiré andando por cualquier calle Música hasta la derrota final.

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