«Crudeza eléctrica, riffs punzantes y un hardcore que no desdeña las melodías más adictivas»
Nueva Vulcano
Ensayo
B CORE, 2020
Texto: CÉSAR PRIETO.
Desde sus primeros compases, la canción que abre el disco de Nueva Vulcano, “El eucalipto”, se nos revela como un embate de inusitada fuerza sonora, un fenómeno tan poderoso como un viento endurecido, como la naturaleza que refleja en su letra. Poderosa, va dedicada a ese árbol que crece a la velocidad de la luz, arrasa con su entorno y resulta, por tanto, tan productivo como devastador. Un mensaje ecológico, que aparece de vez en cuando entre los cortes del disco, si no fuera por el simbólico trasfondo político que tiene la canción y que también recorre parte de los temas canciones, con unas letras que parecen demasiado abstractas, pero que son enormemente tangibles.
El quinto disco de la banda barcelonesa en casi dos décadas —cinco años desde el anterior Novelería— va un poco más allá en las estas letras, pero sigue teniendo el poso de siempre en el sonido: crudeza eléctrica, riffs punzantes y un hardcore que no desdeña las melodías más adictivas y que bebe de parámetros indies. La citada “El eucalipto”, por ejemplo, recuerda la manera de hacer de Fernando Alfaro, igual que “Disney y resaca padre”, que aporta ese toque melódico del que hablamos, posee esencia pop —es el disco en el que más se notan estos dejes—, como la que aparece en la crujiente melodía de “La canción del sol”.
Un conjunto de canciones, a su vez, lleno de mensajes cosmopolitas como el de “El sueño europeo”, que atrapa con fuerza en su mezcla de idealismo y decepción —“hizo ilusión y se nos privó”, dice la letra—, pero también locales, como en “Las rotondas”, con su espiral de guitarras llenas de músculo y su aire casi de plegaria, común también a otras composiciones del disco, que siguen también cauces anteriores. “La pedra oscil·lant” tiene un sonido tan pétreo como su título proclama y un bajo al que le falta poco para ser sonido sincopado de industria.
Si hay algún tema que se escapa a las condiciones sonoras y temáticas —potencia pétrea y contenido social— que hemos ido viendo, es “Ensayo sobre la decepción”, el que cierra el disco, que, con sus resonancias naturales y sus vientos, suena a paisajes que chocan con las influencias que han ido desgranando en el resto del álbum. Tras el trallazo acústico del inicio de la canción están CRAG, Décima Víctima o Duncan Dhu. Y también nuevos caminos que desarrollar. Que ya están bien como están y como suenan Nueva Vulcano, pero se agradecen estos aires templados y que nos muestren otras caras. También son emocionantes en ellas.
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Anterior crítica de discos: I’m only dancing, de David Bowie.