En su nuevo disco, Diego el Cigala se adentra en el cancionero popular argentino

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Diego el Cigala, tras el disco “‘Cigala & Tango”, se adentra en el cancionero popular argentino con su nuevo trabajo, “Romance de la Luna Tucumana”. En América, la edición correrá a cargo de Universal Music y en Europa y Asia, de Deutsche Grammophon. En España, saldrá a la venta el 28 de abril junto con el diaro “El País” y durante un mes estará disponible en los quioscos junto con el periódico y después será comercializado a través de los canales habituales.

“Romance de la Luna Tucumana” reúne 11 temas del cancionero popular argentino. De Homero y Virgilio Expósito a Atahualpa Yupanqui, pasando por Gardel y Lepera. Así lo presenta el propio Cigala:

“Cuando terminé ‘Cigala & Tango’ me dolía haber dejado fuera canciones como ‘Naranjo en flor’, ‘Los mareados’, etc. Algunos tangos esenciales. Me quedé con ganas de más. A la vez, en mis viajes a la Argentina fui profundizando en el repertorio de Mercedes Sosa, me hice fanático. Y a través de ella me llegó Balderrama y conocí la chacarera ‘Déjame que  me vaya’, Canción de las simples cosas o el ‘Romance de la luna tucumana’, de Atahualpa Yupanqui y Pedro Aznar. Y Andrés Calamaro me hizo conocer a Martín Fierro y la milonga.

Con este repertorio en mi mente tuvo lugar un encuentro propiciado por mi amigo Andrés, que me invitó a su concierto en el Auditorio de México D. F. en 2010. Allí conocí a Diego García el Twanguero, uno de sus guitarristas. Fue un encuentro efímero, pero en el que yo le hice saber mi intención de grabar ‘Naranjo en flor’. Un año más tarde me envió el arreglo que podéis escuchar en el disco. Él lo había grabado y me invitó a cantarlo en su álbum ‘Twanguero’.

Yo estaba fascinado con el repertorio, pero no quería hacer otro ‘Cigala & Tango’, y en Diego García y su guitarra eléctrica, sonido twang, encontré lo que estaba buscando, un sonido diferente para acercarme al repertorio argentino desde otro registro. La idea tenía todos los condimentos que necesito; la aventura y el reto musical estaban servidos. Yo con guitarra eléctrica… No fue fácil de digerir.

Afortunadamente, Diego García, que por ese tiempo estaba viviendo en Buenos Aires para estudiar el tango, iba a pasar una temporada en Madrid (verano de 2012), así que le invité a mi casa y sin objetivos empezamos a improvisar. Todo fluía, las versiones empezaron a materializarse rápidamente.

Pensando que el invento era digno de ser escuchado fuera del estudio, el universo siguió confabulando a nuestro favor y apareció caído del cielo el maestro Changuito, leyenda viva de la percusión. Con él ya había grabado ‘Dos lágrimas’ y girado durante mucho tiempo, y aunque él vive en La Habana por cosas del destino, apareció en Madrid.

Avisamos a Yelsy Heredia, mi contrabajista de muchos años, y a Isidro Suárez, que, junto al maestro Changuito, forman el corazón rítmico del disco. El mestizaje era total: mis debilidades musicales –Cuba y Argentina juntas– transformándose en algo nuevo, con el condimento añadido del sureño sonido twang a cargo de la Gibson 295 de Diego García.

Hemos disfrutado todo el verano de lo que el destino nos trajo a Madrid. No había nada previsto y la música llegó a nosotros y nos puso en el mismo lugar para hacer este trabajo”.

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