COMBUSTIONES
«Dice muy poco de nosotros que los comisarios políticos chapen maravillas como El último moyano, Conversaciones con la música, VivaBebop y El planeador»
El reciente cierre de M21, la radio del Ayuntamiento de Madrid, hace que Julio Valdeón escriba estas líneas, disconforme con la jugada política que acabará con interesantes espacios culturales.
Una sección de JULIO VALDEÓN.
El otro día un periódico nacional, El Mundo, tituló así: «Manuela Carmena gastó 4,3 millones en una radio con 457 oyentes diarios». Luego si eso, mediado el artículo que anticipó la guillotina, leíamos que «la audiencia no se puede medir porque los datos de emisión no están registrados» y a falta de números fiables da por buenos «los datos de escuchas en streaming en 2017 que maneja el Ayuntamiento de Madrid» y que «ese año, el acumulado de oyentes alcanzó los 167.000, lo que supone apenas 457 al día». «Unas cifras que se desploman en algunos programas diarios como Radiofonismo, con 188 escuchas al mes; Cerca de tu casa, con 192, o ¡Viva la Villa!, con 645». La noticia era un torpedo previo al cierre. Un trabajito de autor. Desde el titular sangrante, que en putrefacta acrobacia da por oyentes los streamings, y hasta el nombre, Radio Carmena, perfectamente megalómano y ridículo: imposible no odiarlo. Más la mención a esos 4,3 millones de euros con aroma dulzón, inconfundible, a capricho bananero y caciquil melaza. A dispendio impresentable. A la enésima e injustificable tropelía en un contexto que apesta a crisis anticipada mientras los medios especulan con futuros recortes, los expertos hacen cábalas con la sostenibilidad de las pensiones y los lectores contemplan las cifras de déficit y el paro, el Brexit que llega y las guerras comerciales del pirómano, palabrœn, macarra y chuloputas en la Casa Blanca.
Por si fuera poco, algún columnista avispado ha recordado unas siniestras declaraciones de Íñigo Errejón: «Para los compañeros que gobiernen en Barcelona o en Madrid… cuando perdamos las elecciones hay que dejar sembradas instituciones populares para refugiarse cuando gobierne el adversario». Instituciones sembradas, populares, el adversario… Uf. Todo en su rajada huele a populismo infecto y a político empeñado en confundir el patrimonio colectivo con una trinchera que rellenar con los nuestros, sea quienes sean a condición de que sean lo suficientemente arrastrados, sectarios y obedientes. Pero que las palabras del inquietante admirador de Chantal Mouffe o las caricaturas malévolas de la emisora en prensa no emborronen el desastre que supone cerrar una radio pública con la justificación de unos datos de difusión que rara vez sirven de baremo cuando nos referimos a lo público… y que para colmo nadie conoce.
Lo escribí el otro día en redes sociales. Si tan politizada estaba, si todo era propaganda o bilis, y desde luego que cositas como Desmontando señoros, butleriana basura, lo parecen, hagan lo necesario para elevar el nivel, garantizar la ecuanimidad, el respeto a la inteligencia, la vocación de servicio de todos para todos y la protección de un ecosistema cultural que necesita de unos medios volcados a otros intereses más allá de las cifras. Porque miren, audiencia, y buena, generosa incluso, siempre tuvieron estercoleros como la 1 de TVE, Telemadrid, Canal Sur, ETB o TV3. Y por muchas y variadas razones, de la impresentable programación de las primeras a la evidente xenofobia que destilan los canales autonómicos controlados por el nacionalismo, sería estupendo que las cerrasen. Pero M21, como la WNYC que la inspiró, o como Radio 3 y Radio Clásica, es, debiera de ser otra cosa. Dice muy poco de nosotros, de nuestra madurez, de nuestra altura de miras, de nuestra voluntad de concordia, y por supuesto del respeto que nos merece los discos y los libros, que por todo remedio al teórico agitprop, los comisarios políticos, malditos sean, chapen maravillas como El último moyano, Conversaciones con la música, VivaBebop y El planeador.
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Anterior entrega de Combustiones: Cuando Robbie Robertson y The Band fueron hermanos.