En el Azkena Rock 2013

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«Que nadie espere un repaso exhaustivo a las bandas que tocaron en esta edición. Ir a un festival implica trazar un plan. Es imposible ver a todas las bandas que a uno le gustaría»

Juanjo Ordás estuvo el pasado fin de semana en el Azkena Rock Festival y nos transmite lo más reseñable de esta edición de un festival ya clásico en el calendario rockero.

Texto: JUANJO ORDÁS.

Estuve en el Azkena. Un año más con grandes conciertos. Vaya por delante que no acudí como acreditado, entre otras cosas para no tener que esclavizarme a escribir una crónica. Por ello, que nadie espere un repaso exhaustivo a las bandas que tocaron en esta edición. Ir a un festival implica trazar un plan. Es imposible ver a todas las bandas que a uno le gustaría y consumir anfetaminas no es una opción. Hay que seleccionar dentro del programa, planificar los tiempos.

El primer día los objetivos eran claros: Mis amados M Clan, mis amados The Black Crowes y mis amados Smashing Pumpkins. Todo amor. M Clan pisaban territorio hostil. Si cantaran en inglés pese a ser españoles, el público rockero-superauténtico les habría aplaudido desde la primera canción, pero Tarque y Ruipérez tuvieron que ganárselos uno a uno. En parte lo consiguieron, a algunos incrédulos convencieron y las primeras filas estaban llena de devotos, pero no deja de llamar la atención lo cerril de una audiencia que tolera la supuesta comercialidad cuando esta se puede conjugar con la pose, como si los abanderados de otras ediciones no hubieran sido bandas que nunca han hecho ascos a radiofórmulas. En cualquier caso, gran parte del público no parecía consciente del giro de timón del grupo desde hace tres discos hacia la calidad y madurez más selecta, quizá la gente está más interesada en el próximo grupo de sonido garajero y producción de mierda o en la próxima luminaria del Americana. Aún así, M Clan cuajaron un concierto notable exento de sus canciones más comerciales (no, no hubo ‘Carolina’), lleno de rock and roll poderoso desde el comienzo con ‘Maxi ha vuelto’ hasta el final con ‘Pasos de equilibrista’ (con fragmento de ‘Baba O’Riley’ de The Who). ¿Y qué decir de Carlos Tarque?, gran voz, gran frontman, grandes cojones.

The Black Crowes [en la foto] hicieron lo esperado: un concierto arrebatador. Desde el principio salieron a por todas, arrancando con dos pesos pesados como ‘Twice as hard’ y ‘Sting me’, engrasados como una maquinaria llena de alma. El mejor momento, la jam de una media hora durante ‘Wiser time’, desde las raíces de la tierra hasta el infinito del universo, una experiencia chamánica. Dos horas de show que nunca decayó, con muy poca interacción entre los hermanos Robinson (capos de la banda), quienes parecen conscientes de que tolerándose o peleándose, la química del grupo se mantiene siempre que estén juntos sobre el escenario. Estos hombres están atados en nombre de la inspiración y de la cuenta corriente, y es perfecto que sea así.

Finalizando el primer día, Billy Corgan decidía que iba a dar por el culo al público con un set list con buena cantidad de material nuevo intercalado entre unos hits que se esperaban más copiosos. Como fan disfruté –su último álbum es potente– pero ese no es espectáculo para un evento de esta naturaleza. Además, pese a que sus nuevos Smashing Pumpkins son competentes, su falta de carisma es innegable y gira tras gira más evidente, siendo Corgan la única luz de un espectáculo con una gran puesta en escena. Hubo buenos momentos, claro, como ‘Quasar’, ‘X.Y.U’ y la nueva versión de ‘Disarm’.

El segundo día arrancaba con los jovencísimos Heaven’s Basement, hard rock contemporáneo, con un único disco bajo el brazo e himno tras himno. Cada estribillo podría escalar listas y en escena son un torbellino de energía, consiguiendo atraer a un puñado de público pese a tocar a las cinco y cuarto de la tarde, el peor horario, no os quepa duda. Su álbum se titula «Filthy empire» y es una de las grandes sorpresas de la temporada.

Poco después y en el mismo escenario, Los Zigarros ponían sobre las tablas su reciente debut de cuyas bondades y rockero carácter ya hablamos en su momento. Lógicamente, en él se basaron para un muy buen concierto. Aún deben rodar más, comerse más al público y explotar su actitud, aunque no han hecho más que comenzar y convencieron a la audiencia gracias a esas divertidísimas canciones que firman. Se les notaba tensos, la fecha era importante, pero aprobaron y su propuesta se sostiene sin problemas. Tienen feeling y sus temas son artillería pesada.

Las otras dos grandes figuras del día eran The Gaslight Anthem y Walking Papers. Los primeros continúan una fórmula que deberían renovar con su próximo trabajo pero tienen sentimiento, fuerza y capturan el «angst» de la madurez con la adolescencia como patria perdida. Y lo hacen realmente bien. Grandes canciones, ya lo creo, también versión de ‘Baba O’Riley’, igual que M Clan. Su show está muy orientado al club, no controlan los grandes espacios aunque sus canciones sean potentísimos himnos de estadio. Algo curioso aunque su calidad sea patente y su concierto fuera francamente bueno.

Pero los grandes triunfadores fueron Walking Papers, sin Duff McKagan esta vez pero con el teclista Benjamin Anderson supliendo las líneas de bajo al estilo Ray Manzarek. Jeff Angell es un frontman soberbio y Barrett Martin una máquina ritmica (de lejos, uno de los mejores baterías de la actualidad). Se permitieron la chulería de no tocar ‘Already dead’ –uno de sus mejores temas– y sometieron a la audiencia con su talento y canciones de su excelente debut, con Angell bajando hasta las primeras filas en dos ocasiones. Su rock de sonorides alternativas y setenteras, la sensible voz, su energía… todo fueron bazas.

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