Emocional, de Victorias

Autor:

DISCOS

«Un segundo disco que sirve para cualquier emoción, que las crea y que las hace muy cercanas, casi nuestras»

 

Victorias
Emocional
LUNAR DISCOS, 2025

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Victorias son un cuarteto de Sevilla que empezó, como tantos otros, entre las paredes de un instituto. Cuatro amigos que deciden, en un momento de impasse vital adolescente, una estación en la que todos hubimos de parar: formar una banda. Como casi siempre ocurre, no tenían ni idea de tocar ningún instrumento. Su primer elepé, Un puño amable, de 2022, ya sorprendió por su efectividad, pero en el recién publicado Emocional añaden a esa efectividad una buena dosis de maestría a la hora de enfocar las canciones.

Ahí está “No hemos aprendido nada”. No es un tema pesimista, aunque lo parezca, su leve crescendo aborda los fracasos y la manera de escapar de su tenaza, el dolor y la expectativa de vencerlos. En el fondo, es una canción esperanzada y épica, como tantas otras del disco, que se mueve entre un pop vitaminado, que no rugoso, baladones de terciopelo y alguna sorpresa.

Al primer grupo pertenece “En círculos”, llena de potencia, en la que meten el turbo sin dejar de cuidar una melodía bien engarzada, atractiva. Es propia de un grupo de rock con corazón y riffs de taladradora, lenta y sostenida, con la precisión de un corazón. También se acoge a este sonido “Ojalá”, fuerza y fondo compacto con una voz que trasporta dosis justas de rabia y convicción en una despedida amorosa. La pasión y la épica vuelven en “Buena cara”, con una letra de introspección calmada y una exploración final de la guitarra estremecedora.

Si pasamos a ámbitos más calmados, “Yo sí te quería” paga con su título. Es un viaje romántico al interior, con una voz que susurra y repite como un mantra el proyecto de amor que sentía con un deje obsesivo y desesperante. “Seré lo peor” también enfoca el desamor y el olvido, y tiene extraños dejes flamencos en sus compases. También la que cierra el disco, “Antes de hacernos daño”, discurre por estos senderos. Se trata de poner claras las palabras, tranquilamente, ante una relación que se acaba. Poco más hace falta para apretar las emociones.

Pero también, como decimos, hay cortes que se escapan de estos dos bloques. “Quema” es festiva, con el aire de esas noches en las que parece que todo se alía, y el amor y la sonrisa ocupan el universo. Asimismo, “Gravedad” tiene ese aire pop de las canciones que, de madrugada, suenan bien en cualquier local, esas de estribillo coreable y una estructura que se abre a su esplendoroso final.

Un tanto más alejadas están “Baila este cabreo” y “La mitad de la mitad”. La primera, sobre un tipo que dejó la facultad para instalarse en ámbitos rurales, tiene leves toques psicodélicos. La segunda llega hasta la disco music y es mucho más ligera por su componente electrónico y un ideal de vida en el que los pensamientos sobre su chica se han de reducir.

Un segundo disco, el de Victorias, que apunta muchas maneras, que tanto puede poner la piedra pómez como la seda. Que canta al amor y canta a la esperanza como factores que hemos de llevar en la mochila de la vida. Que sirve para cualquier emoción, que las crea y que las hace muy cercanas, casi nuestras.

Anterior crítica de discos: Renascence, de Cymande.

 

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