Elvis Costello profundiza en las raíces de Norteamérica

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La publicación de un nuevo disco de Elvis Costello es un acontecimiento al que hay que prestarle la debida atención. No en vano, Costello es uno de los creadores más inquietos e ingeniosos del presente. Su nueva criatura, enraizada en la tradición norteamericana, responde al título de Secret, Profane & Sugarcane. Aquí lo analizamos con detenimiento.

Texto: ÀLEX ORÓ.

 

Elvis Costello se ha pasado los últimos años de su carrera revoloteando alrededor de los más variados estilos musicales desde la ópera al R&B pasando por el pop y el rock pero parecía que había olvidado una de sus debilidades: el country-folk. Desde que en 1986 editara King of America este tipo de sonoridades sólo aparecían tangencialmente en sus grabaciones, un olvido que ha querido subsanar en Secret, Profane & Sugarcane (Universal), su recién estrenado LP.

Para estas variadas, que no disparatadas, aventuras musicales, Costello siempre ha tenido la habilidad de rodearse de los mejores en su género. Burt Bacharach en Painted from the memory (1998), Allen Touissant en el incomensurable The River in Reverse (2006) o la soprano sueca Anne Sofie von Otter con la que colaboró en For the stars (Anne Sofie von Otter meets Elvis Costello) (2001). Para su nueva aproximación a los sonidos de la América profunda, el astuto Declan MacManus ha buscado el apoyo de T Bone Burnett, afamado cantante, compositor y productor de artistas como Roy Orbison, Counting Crows, Sam Phillips o del exitoso álbum que reunía a Robert Plant con Alison Krauss.

Para grabar el disco, Costello y Burnett reclutaron músicos de la elite de los sonidos acústicos como Jerry Douglas, especialista en el dobro (una guitarra acústica que tiene un sonido metálico ya que en la tapa anterior presenta un gran agujero circular, cubierto por un disco metálico llamado resonador y que utilizan habitualmente los músicos de blues y bluegrass), el bajista Dennis Crouch, Stuart Duncan (banjo y violín) y Jim Lauderdale (coros). El objetivo que se había marcado el autor de “Allison” era captar con la máxima inmediatez la adaptación de sus canciones al sonido de la musica tradicional norteamericana y por ello el LP se grabó tan solo en tres días, una jugada que a Costello ya le salió bien con Momofuku, su LP de 2008. Esta búsqueda de la simplicidad y falta de pretensión resulta muy atractiva ya que nos permite intuir que Costello, Burnett y compañía se lo pasaron estupendamente grabando el disco y consigue que las canciones suenen simples e íntimas. Así, Costello consigue salir indemne del riesgo que supone pisar un terreno sonoro casi desconocido.

Una prueba de ello son temas como “Sulphur to the sugarcane”, en el que Costello y Burnett sostienen un dialogo algo subido de tono sobre aventuras con mujeres que los lleva a huir desde Alabama hasta Lousiana, o en “The Crooked line”, en el que MacManus cuenta con la colaboración de Emmylou Harris. Parte de las canciones incluidas en Secret, Profane & Sugarcane formaban parte del proyecto de una ópera titulada Hans Christian Andersen que Costello descartó. Por ello, composiciones como “How deep is the red?”, “She was no good”, “She handed me a mirror” o “Red cotton” adquieren cierto protagonismo conceptual. Loretta Lynn también ha colaborado con Costello en esta obra componiendo “I felt the chill before the winter came”, una de las canciones más bellas del disco. “Changing partners”, en cambio, es una versión de una canción que solía interpretar Bing Crosby. Como nota curiosa dejen que les cuente que en los créditos se cita también a “Femme fatale”, la imperecedera canción de Velvet Underground compuesta por Lou Reed. Oído el disco decenas de veces del derecho y el revés, dicha canción no se escucha por ninguna parte, y es que se trata de un regalo exclusivo para quienes compren el disco en iTunes.

Secret, Profane & Sugarcane es, por tanto, un disco realmente meritorio. Quizás no el más importante de la carrera de Costello, pero sin duda uno de los más destacados de los últimos años.

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