«El de Granada será nuestro primer concierto completo de esta gira»
A punto de pisar suelo español para actuar en el ciclo 1001 Músicas-CaixaBank de la Alhambra, Elvis Costello atiende a la prensa internacional en una videoconferencia en la que participó nuestro compañero Carlos Pérez de Ziriza.
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Fotos: JAMES O’MARA / MARK SELIGER / RANKIN.
En ciernes de una nueva gira europea, Elvis Costello se marca un encuentro digital por Zoom con 34 periodistas continentales, con la excusa de su 69 cumpleaños. Fue el pasado viernes, 25 de agosto. «Una preciosa manera de pasar la mañana y dar la bienvenida a la gira europea», comenta él entre risas al inicio de la conexión. Una inteligente forma, pienso yo, de matar varios pájaros en un solo tiro: cunde más esta charla (de una hora de duración) que tener que programar varias entrevistas individuales con los medios de los catorce países europeos por los que va a girar. Economiza tiempo y esfuerzo, desde luego.
La gira, que afronta con la compañía de su fiel Steve Nieve al piano, comenzó el pasado lunes en Roma, y pasará por España en tres inminentes fechas: este sábado 2 de septiembre en el festival 1001 Músicas-CaixaBank en el Teatro del Generalife de la Alhambra, en Granada; el lunes 4 de septiembre en el Teatro Lope de Vega de Madrid y el martes 5 de septiembre en el Palau de La Música de Barcelona. Esto es lo que dio de sí el inusual encuentro, marcado (como no podía ser de otro modo) por cuestiones de lo más dispares.
Gira de enclaves singulares
Teatros, auditorios, castillos… si algo caracteriza esta gira es la singularidad de sus recintos. El primero de ellos, el Teatro del Generalife en Granada, junto a la Alhambra, un lugar por el que pasó Bob Dylan en junio y en el que Costello nunca ha actuado: «La Alhambra es un lugar extraordinario, un edificio de gran renombre, en el que solo muy de vez en cuando puedes tener la ocasión de tocar. El tema es que intentas hacer cosas cuando vas de gira pero no te da tiempo: estás trabajando, no de vacaciones, y sueñas con tener algo más de hueco para ver lo que tienes tras la ventana del hotel. En Granada me pasará eso, porque hemos de marchar a Madrid a la mañana siguiente [risas]. El de Granada será nuestro primer concierto completo de esta gira, porque en los anteriores, en Italia, compartimos escenario y disponemos de menos tiempo, son sets más cortos. Parte del repertorio estará influido por el recinto. Es imposible que no te afecte. Somos afortunados por tocar también en lugares como el Palau de la Música en Barcelona o en el National Concert Hall de Dublín. Me gustan los teatros de ópera, tanto si son muy conocidos como si no».
El repertorio
Como suele ocurrir con sus muy diversos formatos de directo, la impredecibilidad vuelve a ser una de las benditas constantes de sus conciertos. Esta gira no será una excepción: «La gran diferencia respecto a la última vez que toqué sin banda en Europa es que ahora tengo a Steve Nieve, y eso me abre posibilidades de rescatar partes de mi repertorio que nunca podría abordar yo solo al piano. Estos conciertos tendrán el rango más dinámico de todos los que he hecho. Podemos tocar a un volumen muy alto o muy bajo, sin depender del volumen de un bajo y una batería. El show también cambiará cada noche. Hay que dejar espacio a la sorpresa. Cuando las canciones antiguas ensamblan con las nuevas, y sus historias dialogan entre sí, ahí es cuando me gusta recuperarlas. Hay un punto de partida, pero todo se puede ir al infierno a los diez minutos. Hay canciones que son más conocidas en unos países que en otros, como “I want you”, que tiene más éxito en Holanda que en el resto de Europa. Eso a veces también determina el repertorio».
«Tener a Steve Nieve me abre posibilidades de rescatar partes de mi repertorio que nunca podría abordar yo solo al piano»
Sobre los cambios en la industria y la noción de éxito
Un compañero le pregunta si hay alguna clave para el éxito. Y también qué supone amoldarse a los cambios en la industria en estos últimos 45 años. La respuesta tiene sus lógicos matices. «¿Cómo ser exitoso? No hay una fórmula mágica. Si la supiera, no estaría aquí hablando contigo, sino en mi isla privada, relajándome. Pero ese no fue nunca mi propósito, sino afrontar la música como una aventura. He tenido algo de éxito comercial y he vivido bien, pero he invertido casi todo el dinero que he ganado en la grabación de discos posteriores. Aunque esto es lucrativo, ahora no ganas dinero con los discos, eso lo haces con los conciertos. Algunos de mis amigos músicos jóvenes, que están en bandas y trabajan duro, lo hacen a un ritmo distinto porque lo principal para ellos son las giras, y no los discos. Es el caso de quienes trabajaron en mi disco Spanish model (2019), quienes eran casi todos hispanoparlantes. Pero yo no lo necesito. Además, no soy fotogénico y no puedo proveer contenido constante a las redes sociales. Y con esto no quiero decir que todo fuera mejor antes. No lo era. Solo era distinto. Cambian los métodos. Admiro ese ritmo de trabajo de sacar singles y videoclips continuamente. Yo empecé a escribir canciones que valían la pena con veinte y grabé mi primer disco con 22. Toda la gente en mi sello discográfico hacía de todo, desde atender el teléfono a meter los discos de vinilo en sus fundas. Pero eso es lo mismo que utilizar YouTube para difundir tu música. Solo requiere que alguien haga algo. Y no tiene que tener el aval de una gran discográfica. La mía se fundó con 400 libras. Eso costaba poner un sello en marcha».
¿Qué es la música para Elvis Costello?
Peliaguda pregunta. Un valiente la formula. Eso es lo que contesta el británico: «Es imposible contestar a eso en el tiempo que tenemos. No hay una definición como la que encontrarías en un diccionario. La música es mi día a día. Es ocupación y también devoción. Como el vuestro, el de los periodistas musicales. A veces es solo un trabajo que tratas de hacer lo mejor posible, buscando ese momento de inspiración o iluminación. Te permite llegar allí donde otras actividades no. Incluso a nivel espiritual. Pero no tengo una definición. Ninguna canción ni ningún concierto es igual a otro. La compañía que tienes, el viaje, todo eso forma parte del significado de la música. Es lo que nos tiene aquí conectados».
¿Hay un final para la creación de canciones?
¿Se le agotarán a la chistera de Costello los trucos? Él mismo se lo ha preguntado varias veces. «He pensado en muchas ocasiones que la fuente se agota. He tenido esa sensación en 1980, en 1984… varias veces desde entonces. Es saludable que la gente se pregunte cuántas estrofas y cuántas notas debe tener una canción. No debes forzarte a escribir si no te sientes inspirado. Y es saludable preguntarte si todo se ha acabado. Pero luego te sorprendes cogiendo una guitarra o tocando el piano tras leer un libro y todo ocurre de nuevo, a veces porque alguien te lo ha pedido, incluso aunque sea una banda sonora como la de Pete the cat (2017), que alguien antes ha mencionado. Aprendí mucho sobre arreglos trabajando con Burt Bacharach. Todo lo que aprendes te anima a seguir adelante. Todas las colaboraciones, no solo aquellas con nombres de peso. Todas te enseñan algo, son herramientas nuevas para el siguiente disco. Si te desanimas, lo mejor es pasar página. No hay una fórmula. Ser músico es una combinación de ocupación y devoción. Yo podría dedicarme a tocar cada noche las mejores doce canciones que he escrito, y sentirme representado por esas doce y olvidarme de las otras 400. Pero esa no es mi naturaleza. Ahí entra la vocación. Las canciones de mi repertorio que sonaban en la radio hace 40 años no eran mis favoritas. Las elegía la discográfica. Me alegra que tuvieran éxito, pero limitarte a diez o doce canciones… has de tener la puerta abierta».
Una canción particularmente difícil de componer
Sí, a Costello también se le atragantan canciones. Aunque no muchas. «No recuerdo ninguna en concreto. Pero sí diré que a veces escribo una estrofa, se queda anotada en un cuaderno durante años, y puede que la mente te lleve luego a una temática o a un pensamiento o a un sentimiento similar y esa estrofa finalmente encuentre compañía en otras líneas de texto. Me ha ocurrido un par de veces. La distancia entre el origen de la canción y el final puede ser de cinco años. «New lace sleeves», de Trust (1981), sería un ejemplo. La empecé a escribir con 17 años. A veces te esfuerzas en escribir canciones que luego nunca grabas ni tocas, y quizá tienes que llegar a la conclusión de que es así simplemente porque no tenía que ocurrir».
Sobre Bob Dylan
Alguien le pregunta por la leyenda de Duluth y su último trabajo. No le cuesta calibrarlos. «El título del disco, Rough and rowdy ways (2020), ya lo dice todo. Le vi en el Royal Albert Hall hace años, tocando canciones del american songbook, y una de las más emocionantes y definitorias fue “Why try to change me now”. ¿Hace falta explicar algo más? Otro título que lo dice todo. Eso es lo que ha hecho durante toda su carrera: mutar, cambiar, adoptar nuevas formas de escritura… la última vez que le vi fue hace dos años en Filadelfia y fue el mejor concierto que le he visto nunca».
«Aprendí mucho sobre arreglos trabajando con Burt Bacharach»
La nostalgia y las reediciones
Ante la pregunta de si reeditaría un disco infravalorado dentro del canon de su carrera como es North (2003), contesta lo siguiente: «No soy una persona nostálgica. Reeditamos hace poco Painted from memory (1998) porque había una historia detrás, la de la gran influencia de Burt Bacharach sobre mi música. Había una narrativa. Fue una colaboración muy inesperada, pero una vez te metías en el disco ya no lo parecía tanto. Y todo lo que le sucedió a ese disco fue interesante. Pero no veo la necesidad de reeditar North (2003). Los discos sirven para recordar a la gente que escribes canciones en el presente. Ni siquiera mi último disco con Pete Thomas y el resto de los Imposters suena como los que hacía cuarenta años atrás, por mucho que haya quien diga que sí. ¿Para qué vas a repetirte?».
Songwriters favoritos del momento
¿Qué música escucha Costello hoy en día? Él mismo echa mano de su tocadiscos portátil (nos lo muestra) y de su maleta de discos para explicárnoslo. Y tiene de todo: música electropop italiana, georgiana, japonesa… hasta un disco de Joe Loss en el que tocó su padre. «No le pondría la medalla de mejor compositor de la actualidad a nadie: no me corresponde. Me interesan los músicos que hacen cosas inusuales, eso sí. Y diría que los que más me interesan están lejos del foco mediático. Sobre todo los que conjuran el juego de la música pop en un sentido amplio. Pero no tengo una respuesta. Y no es porque no escuche música. No escucho mucho rock, la verdad. Escucho mucho material de segunda mano. A uno de mis hijos le encanta Flying Lotus. Yo intento no influirle. Pero me di cuenta de que Flying Lotus es sobrino nieto de Alice Coltrane. Y Ron Carter y Lou Donaldson tocaron en sus discos. Ahí hay un rastro que seguir. Y no tiene que ser del presente al pasado, puede ser al revés. Tengo un tocadiscos portátil de Third Man (lo muestra), que me mantiene alejado de la tele, lo que está bien porque solo trae malas noticias. Me gusta mucho este disco, Constantly in love (2019), de Sólveig Matthildur».
Qué consejo dar a los músicos jóvenes
Una periodista española le pregunta si su experiencia como músico le permite dar alguna clase de consejo a quienes están empezando, y aunque se muestra escéptico, su respuesta trasmite una interesante reflexión sobre la pervivencia del arte por encima de los formatos. «No puedo dar muchos consejos a los músicos jóvenes porque los métodos son distintos. Tengo un hijo que ha editado tres álbumes de música instrumental, todos grabados en su habitación, y suena mucho más sofisticado de lo que podría haber imaginado, teniendo en cuenta su edad. El primero lo grabó con 16. Es increíble que eso se pueda hacer. Solo tienes que intentarlo, adaptarte y hacer uso de cualquier innovación, porque cuando los discos aparecieron, hace 120 años, hubo quien dijo que la gente no iría a los teatros, y eso no ocurrió. Nació la radio en los años veinte y dijeron que nadie compraría discos, y no ocurrió. Nació la televisión en los cincuenta y dijeron que eso acabaría con el cine, y no ocurrió. Algunas de las cosas que contesto sobre la industria deberían entrar en la sección de negocios más que en las de arte y cultura. Ojalá tuviera algo más esperanzador que decir que la deshonestidad, que es evidente en algunos de los aspectos en los que el negocio de la música se desenvuelve, también tiene un paralelismo con los tiempos en los que empecé, que no eran mejores, solo distintos. Ya había gente amasando fortunas a costa de los músicos. La mayoría de los músicos solo se ganan la vida. Y hacen el mismo dinero que con cualquier otra profesión. Tengo amigos músicos sin seguro médico y sin poder pagar a gente a su cargo, pero siguen en esto».