“Solo aquellas piezas nacidas con enjundia suficiente aguantan el paso del tiempo y se aprovechan de él. Otras, como ‘Pump it up’, conservan intacta su frescura durante cuatro décadas”
Celebrando el Día de la Música: así llegó Elvis Costello a Madrid, inaugurando las Noches del Botánico con su banda. Allí estuvo Arancha Moreno.
Elvis Costello
Noches del Botánico, Madrid
21 de junio de 2018
Texto: ARANCHA MORENO. Fotos: J. PEREA.
Estrenábamos verano, ciclo y concierto. El Día de la Música, Elvis Costello dio el pistoletazo de salida –guitarra en mano– a las Noches del Botánico en Madrid. Cuando el sol comenzó a agacharse, salimos de nuestros escondrijos rumbo al Real Jardín Botánico de la Universidad Complutense de Madrid. A disfrutar del inicio de un ciclo por el que pasarán Joan Manuel Serrat, Rufus Wainwright, James Rhodes o Norah Jones. Anoche fue el turno de Declan Patrick MacManus (Elvis Costello, para los mortales) y no había plan mejor.
Es la primera vez que le veo. Y la primera vez que le ve Coque Malla, confiesa minutos antes entre el público. Y la primera vez también para Juan Aguirre, que anda cerca del escenario acompañado de Eva Amaral. Somos muchos los que nos estamos estrenando esta noche, acercándonos vírgenes a su directo. Algunos han llegado a tiempo de escuchar a Seu Jorge versionando a David Bowie, preparando el ambiente con las canciones que aborda en su disco “The life aquatic studio sessions”. Pero Costello llega, a las diez y media de la noche, dispuesto a subir las revoluciones, enlazando un repertorio sin pausas en el que no hay silencios para hablar con nuestros acompañantes. Los silencios enfrían el rock and roll. Quizá los fotógrafos también, porque no les permiten trabajar en el foso.
“Mano a mano con su Steve Nieve, encaran a piano y voz ‘Accidents will happen’, trasladándonos una sensación de calma, intimidad y nostalgia difícil de describir”
No hay un gran despliegue en la puesta en escena. Ni luces espaciales, ni decorado, ni siquiera las pantallas laterales proyectan su imagen. No ha venido a hacer un espectáculo visual, sino a dar un concierto. Le acompañan teclista, bajo, batería y dos coristas. No necesita más. Esconde lo que quiere bajo su traje oscuro y sus gafas de sol, parapetado por una guitarra que acaricia con mucha soltura. Mientras lo hace, pasea por su historia con la tranquilidad de quien la tiene. Es curioso pasar de escuchar los discos de finales de los setenta a oír sus versiones en vivo en 2018. Se percibe más una ligera relajación en la voz, en los tiempos, menos urgencia, menos rapidez que antaño cantando y tocando. ‘Clubland’ (“Trust”, 1981) suena humeante, con ese juego entre piano y guitarra que empaña de bruma la noche. ‘(I don’t want to go to) Chelsea’ nos transporta hasta el “This year’s model” de 1978. Son pequeñas lecciones de cómo terminar de armar una canción destinada a quedarse. Porque solo aquellas piezas nacidas con enjundia suficiente aguantan el paso del tiempo y se aprovechan de él. Aunque otras, como ‘Pump it up’, conservan intacta su frescura y su vitalidad durante cuatro décadas.
Desde el rock and roll, pero atravesando el soul y hasta el reggae, el británico no concede más silencios que aquellos en los que se marcha del escenario para volver con los bises. Sí deja que los pasajes instrumentales se alarguen, que las canciones vivan mucho más allá de la voz. Cuando canta todo se vuelve cálido. Sin embargo, en ocasiones se hace excesivo el papel de sus dos coristas bailando (cual clase de zumba, dicen por ahí) y remarcando sus letras. En ese sentido, le sobra una pizca de edulcoración al show. Se nota aún más cuando le da por desnudarlo, como hace en el momento más mágico de la velada. Mano a mano con su inseparable Steve Nieve, encaran a piano y voz ‘Accidents will happen’, trasladándonos una sensación de calma, intimidad y nostalgia difícil de describir. Una astuta forma de preparar el ambiente antes de escuchar la versión soñada del clásico ‘She’ que enmudece al jardín. Ahí nos recuerda que la verdadera belleza, al desnudo, es aún más inmortal.
“‘She’ enmudece al jardín. Ahí nos recuerda que la verdadera belleza, al desnudo, es aún más inmortal”
Él mismo se sentará al piano, y recordará a Johnny Hallyday antes de entonar ‘Adieu Paris’. También pensará en su padre, en lo orgulloso que estará de él. Así irá enfilando la recta final, un último viaje al pasado con ‘Peace, love and understanding’ antes de agradecer la velada a Madrid y gritar varios “¡Viva España!”. Entre el público, no parece el primer concierto al que acude Alejo Stivel. Tampoco el de aquellos que visten camisetas de giras anteriores. Alguien lleva una con el lema “Old punks never die”. Las canciones de Costello, visto lo visto, tampoco.