“El secreto de una obsesión”, de Billy Ray

Autor:

CINE

 

 

 “Como thriller funciona solo a un nivel mecánico, rutinario, y fracasa a la hora de integrar en su trama los miedos post 11-S”

 

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“El secreto de una obsesión” (“Secret in their eyes”)
Billy Ray, 2015

 

Texto: JORDI REVERT.

 

En su dinámica devoradora, Hollywood no detiene nunca su rastreo continuo de potenciales éxitos que trasladar a su propia lógica. Esa búsqueda, sin embargo, a menudo ha resultado en fracaso ante la incapacidad de reflexionar sobre la inscripción cultural de cada película o, sencillamente, ante el empeño de asegurar la apuesta con remakes que calcan el original. “El secreto de una obsesión” mira a la argentina “El secreto de sus ojos” (Juan José Campanella, 2009) con el excesivo respeto que resulta en la réplica sin alma. La película de Juan José Campanella encontró el éxito masivo en una natural combinación de thriller y drama romántico que se alimentaba de la sensibilidad de su director –siempre presta a apoderarse de las imágenes− y de la química efectiva entre Ricardo Darín y Soledad Villamil. La versión propuesta por Billy Ray, en cambio, adolece de la ausencia de esas virtudes: como thriller funciona solo a un nivel mecánico, rutinario, y fracasa a la hora de integrar en su trama los miedos post 11-S; y como drama romántico, está extirpado de toda fuerza y carece de cualquier complicidad entre sus protagonistas Chiwetel Ejiofor y Nicole Kidman.

El problema principal, sin embargo, reside en su absoluta falta de imaginación a la hora de dialogar con el original, su conformismo con su posición de eco vacío, en el que ni el peso del pasado ni los abismos morales de la venganza hacen aparición. Tampoco el esfuerzo interpretativo de Julia Roberts asumiendo el corazón de la tragedia o una nómina de solventes secundarios entre los que se cuentan Dean Norris, Michael Kelly o Alfred Molina salvan al conjunto de una esterilidad que habla más de una inercia industrial que de un verdadero esfuerzo por plantearse las implicaciones de (re)contar una historia, la necesidad misma de hacerlo o la posibilidad de labrar un discurso propio.

 

 

 

Anterior crítica de cine: “Julieta”, de Pedro Almodóvar.

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