El rock espiritual de Red Moon Yard, canción a canción

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Red Moon Yard aterrizaron en la escena, la pasada primavera, con un disco de rock y mensaje budista. Ahora, recién estrenada la temporada, vuelven a los escenarios con un concierto en Madrid, el próximo 18 de octubre, para seguir presentándolo. Es el momento de analizarlo canción a canción de la mano de Marcos F. Fermoselle, su polifacético líder.

 

Texto: SARA MORALES.

 

Este jueves, 18 de octubre, Madrid vuelve a encontrarse con Red Moon Yard, la banda del músico Marcos F. Fermoselle (cantante, compositor principal y guitarra rítmica), la banda con nervio enérgico y corazón budista que él mismo nos dio a conocer hace unos meses a través de esta entrevista. Un grupo, formado también por Javier Schoendorff, Tomas Novati, Mateo Novati y Raquel Martín que, con una identidad propia asentada en los patrones del rock, pero que también bebe de la americana, y aguarda un latido conceptual tan espiritual como especial, continúa presentando su primer trabajo que vio la luz el pasado mes de mayo, de la mano de Warner, Pureland.
Este disco será el protagonista de una velada que comenzará a las 21.00h en la Joy Eslava, pero también lo es hoy mismo pues, acompañados por el propio Marcos, vamos a bucear en las once canciones que lo componen para conocer de cerca —y desde dentro— todos sus secretos, su concepción y la fuerza que las sustenta.

 

1.- “Weird song”: Fue una de las primeras canciones que Red Moon Yard presentaron al mundo para ir dando pistas de cómo iba a ser la totalidad del disco. Un tema que mantiene en el horizonte los valores trascendentales de la espiritualidad que profesan y que suena deudora de figuras como John Mellencamp o Woody Guthrie, pero con regusto y carácter propios. «Tiene el mensaje budista de la impermanencia de la vida. Es una canción “anormalmente” larga, pero es así. ¡Y con un solo al final! Así es también», confirma Marcos.

 

2.-”September”: «Habla de la decepción de una amistad y esa frustración. Es también larga a propósito», confiesa el líder.  De cadencia pausada, pero certera, va desplegando la emotividad que envuelve a este particular septiembre de Red Moon Yard, con retazos de una melancolía propia del otoño.

 

3.- “Mantra”: Las intenciones conceptuales y emocionales de Pureland se ven reflejadas en este tema que, tal y como explica el propio Marcos, «es en off. Es un mantra muy famoso de uno de nuestros lamas ya fallecidos y da pie a la siguiente canción». Un pasaje introspectivo, sencillo y orgánico, que cobra la fuerza por su mensaje, por sus intenciones y por la valentía de convertir en canción la dialéctica de las creencias compartidas. Por temas como este, en ocasiones también nos recuerdan a Fleet Foxes.

 

4.- “Samsara”: Retornamos al cariz folk de la banda con esta empática canción desprovista de ornamentos, pero que cala y lo hace profundamente. De un aliento inquietante que estremece. «Es la canción budista. No tiene frases solo palabras. Aunque no queremos que se nos identifique como “los budistas”, sí es interesante que se nos “connote” con ello, que no es lo mismo. Una cosa es una identificación que al final solo puedes tocar en el coro de la Iglesia y no te toman en serio, y otra es que te liguen así. La canción habla de que vivimos en este espacio condicionado por sufrimiento y al que ellos llaman Samsara, el ciclo de innumerables renacimientos no cesa. La canción es muy íntima y a propósito no tiene coros». Marcos no podía explicarlo mejor.

 

5.- “Mundane worries”: Agradable melodía a medio tempo, que cabalga por el folk americano sin prisa pero contundente. Las cuerdas acompañan de un modo acogedor y dan paso a la voz femme del grupo que regala cotas de una dulzura apetecible y, justo a continuación, compartida con Marcos. «También con un mensaje budista sobre nuestras preocupaciones mundanas que se inician en las aflicciones mentales. Es medio country; otro tipo, quizá más estándar», comenta.

 

6.- “Gone”: «Quisimos hacer una canción especial con la idea de decir, “somos músicos”. Es muy técnica: solo el bajo y la voz. Habla del fallecimiento del padre de Javier y está compuesta por él». Se trata este tema de la única canción del repertorio de Pureland no compuesta por Marcos F. Fermoselle. Con el trasfondo que nos revela, no es de extrañar que con ella volvamos a las profundidades más orgánicas del grupo. Toma similitudes con “Mantra” por la sencillez que profesa, pero el cosmos sonoro y personal se torna más oscuro esta vez. Sobrecoge.

 

7.- “Queen of my sorrows”: Nos centramos en esta ocasión en la canción que, posiblemente, se levante como una de las más populares del disco. Quizá porque fue una de las primeras en ver la luz también como single de adelanto y nos acompaña en la cabeza desde hace más tiempo, quizá porque su ritmo es de un rock contagioso que consigue atrapar y nos remonta a los primeros Wilco o a Tom Petty; quizá porque ver al grupo en vivo demostrando sus virtudes, desde el videoclip, es un plus que se agradece. Así la describe Marcos: «Es más actual y comercial. Trata sobre una mujer. Hemos intentado que no pierda, sin embargo, su parte cool». Y no la pierde, desde luego.

 

8.- “Paula”: Sí, una de las composiciones más redonda y bonita de Pureland, con una melodía dulce y pizpireta. Y, ahora que tenemos la explicación de Marcos, podemos entender del todo por qué: «Se la hice a mi hija. Intentaba hacer algo parecido a la canción de “Father and son”, de Cat Stevens. Un padre dando algún consejo. Al final, tiene un solo al estilo de Steely Dan. Es muy alegre».

 

9.- “Proud”: «Para nosotros, a nivel técnico, la número uno. Es, además, la que me describe a mí, una persona que intentaba ser un gran empresario y hoy, mirando hacia atrás, no se reconoce. Humildemente creemos que es una gran canción». La honestidad de Red Moon Yard, sustentada en la propia de Marcos F. Fermoselle, queda sobre la mesa con este tema. Limpio y directo que, gracias a la instrumentación y los coros que lo acompañan, consigue hacer de bálsamo mental y corporal. Intensa y, como ya hemos visto, también autobiográfica.

 

10.- “She”: Alegre y divertida. El rasgueo de las guitarras corretean y amparan la voz de Marcos que, esta vez, toma cierta aceleración para personalizar esta canción que entra sola y cuenta con colofón final. «Es una canción de amor, sobre una mujer. Es muy única, tiene un doble estribillo que la hace diferente y un gran solo para terminar».

 

11.- “Kissing disorder”: Para esta canción también contamos con un videoclip, que nos muestra a los miembros de Red Moon Yard en plena faena de efervescencia y unión sonora y emocional. Con ciertos tintes melancólicos y nostálgicos, sabe concluir el disco y ponerle a Pureland el punto final que merece, muy dignamente. «Es muy rara, pero creemos que funciona bien. También es de amor. Tiene un desarrollo de acordes muy técnicos, pero muy armónicos en nuestra opinión, porque aun quedándose suspendidos la hace muy especial», concluye Marcos.

 

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