La recién publicada autobiografía de Morrissey ha sido recibida con gran expectación en los medios, que le han dedicado un sinfín de reseñas y comentarios. Diego A. Manrique ya se la ha leído y le dedica un artículo en “El País”. Morrissey “era como nosotros: un fan fatal, que incluso escribía cartas a sus adorados” y “era un espadachín de categoría”, pero lo era “del modelo tramposo, además. Impenetrable para su vida personal, que tapa bajo varias capas de mentiras y camuflajes, pero perfectamente preparado para dejar en pelotas a los demás.”
Morrissey “retrata a sus venerados New York Dolls como criaturas imposibles. No solo al correoso David Johansen, también al desdichado Arthur Kane, una máquina de lamentarse: ‘Venden camisetas mías por 45 dólares; por ese dinero, podrían acostarse conmigo’. Morrissey se calla, pero lo escribe: ‘Tal como estás ahora, una camiseta es la mejor opción’.”
Tampoco se “salvan sus iconos femeninos. Todavía le duele que Sandie Shaw se llevara el 40% de los royalties del ‘Hand in glove’ que grabó con The Smiths, y que no fuera capaz de ‘invitar a la banda a cenar’. ”
Y “No hay piedad con los enemigos mediáticos […] Ni siquiera se libra el beatificado John Peel, supuesto paladín de su grupo: ‘Nunca fue a vernos, ni siquiera acudió a las sesiones que grabamos para su programa’.”
El único que se salva es David Bowie, “por su capacidad para encajar golpes”. “Había un pacto implícito para que cada uno grabara un tema del otro”, Bowie cumplió, Mossisey no. “Más aún, Morrissey abandonó a David a mitad de una gira conjunta por Reino Unido, llevándose el autobús que ambos usaban para los desplazamientos.”
“Solo hay alguien que se le escurre a Morrissey. Le noquea que, en un encuentro casual en Nueva York, el odiado Mick Jagger le salude cordialmente, como colega: ‘Me costó años entender el secreto genial de los Rolling Stones’. Por si acaso, no explica en qué consiste ese ‘secreto genial’.
Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “El rey de los cotillas”