«Llegaron ustedes, y hablaban de todo, sin complejos, y, por supuesto, de música española. Y me hicieron dar un giro copernicano, y empezar a apreciar la música española, hasta el punto de que he dado la vuelta como un calcetín»
El mail de un lector remitido el 1 de enero, nos ha llegado hondo. Nos ha alegrado de tal modo que ha sido el mejor regalo de año nuevo que hemos recibido. Tanto nos ha cargado las pilas que le hemos pedido permiso a su autor para reproducirlo.
En EFE EME no somos muy dados a autojalearnos, no por falta de ganas, no crean: siempre estamos trabajando (alimentar este diario no es sencillo) y disponemos de poco tiempo para darnos alegrías. Pero el 2 de enero, al abrir de nuevo el correo electrónico, encontramos un mail de Juan Miguel Lucena, un lector de Barcelona, que nos llenó de alegría y casi provoca que, estoicos como somos, se nos salten las lágrimas. Emocionados, pensamos que este mail podía servir para entender qué pretenden ser los «Cuadernos Efe Eme» y el esfuerzo que estamos metiendo en ellos; eso que, mejor o peor, estamos intentando hacer, lo que pretendemos, la senda incierta que hemos abierto.
Ese mail ha sido todo un regalo de año nuevo, el mejor obsequio navideño que hemos recibido, una genuina recarga de pilas morales. Un millón de gracias, Juan Miguel. Y a quien quiera escribirnos y decirnos cosas bonitas, oiga, adelante, no se corte, ¡que esto alimenta más que un jamón!
Un 10. Un 10 sin paliativos.
Perdonen que no les haya escrito antes, pero la verdad es que desde que tuve el número uno de los «Cuadernos», aluciné.
Cuando la revista cerró, me puse furioso. Había coleccionado todos los números (naturalmente los tengo perfectamente archivados en unas cajas ad hoc). Había hecho proselitismo entre mis amigos «musicales», había disfrutado cada número, cada artículo. Tenía localizados en Barcelona los quioscos que tenían antes la revista, e iba expresamente a buscarla. No puedo sino felicitarles por aquel trabajo hercúleo.
Cuando cerraron, les escribí un mensaje atrabiliario, al que tuvieron la paciencia y la educación de contestarme. La verdad es que me pasé. Y también tenía una decepción brutal. Una sensación de orfandad total.
Perdonen que les cuente historias del Abuelo Cebolleta. Soy fiel a mis revistas como un fan desatado. Aún me duele recordar el día en el que mi quiosquero cercano me dijo que habían dejado de sacar el tebeo «Strong». Y han pasado cuarenta y cinco años… (por supuesto, también tengo mis «Strong» a buen recaudo, encuadernados pulcramente, y siempre a mano).
Al asunto.
Cuando cerraron, y abrieron el boletín en internet, les he seguido, por supuesto. Hasta tal punto soy fan, que una vez leídos, no borro los emails… no sea que tenga que consultar algo (absurdo, pues dada la enormidad de las comunicaciones que recibo de Efe Eme, es imposible recordar qué hay en cada mail. Pero, bueno… por si acaso…).
Y, sin entrar en detalles, debo decirles que los «Cuadernos» son LO MEJOR que se ha publicado en España. Tengan en cuenta que dado mi carácter de «freak», guardo mis queridísimos «Vibraciones» en una caja chulísima. Guardo los «Ruta 66». Sé lo que digo.
Perdonen la chulería, pero sé lo que digo: LO MEJOR.
Personalmente, tenía hambre de papel, de textos largos, de informes espesos, de datos completos. Hambre. Y ustedes se han pasado. El libro-revista colma con mucho cualquier expectativa que pudiese tener. Por supuesto, hay temas que no me interesan. Pero los leo también. Son cojonudos. Eso por no hablar de los temas que sí me interesan, que son la mayoría.
Si soy fan de «Efe Eme» es porque hablan de todo tipo de música. «Vibraciones» la recuerdo como una época de juventud, irrepetible, pero eran muy machacones con la onda layetana y con los cantautores de las narices (con perdón). El «Ruta» dejé de comprarlo porque… ¡No conocía a casi nadie de los que hablaban! Entonces llegaron ustedes, y hablaban de todo, sin complejos, y, por supuesto, de música española. Y me hicieron dar un giro copernicano, y empezar a apreciar la música española, hasta el punto de que he dado la vuelta como un calcetín.
Bueno, resumo.
Dirán que soy rarito, pero lo primero que me gusta de «Cuadernos» es… ¡El olor a tinta! Hagan la prueba. Saquen un libro-revista de la caja, ábranlo por cualquier página, acerquen la nariz… y huelan. Ambrosía. Y los artículos —ya se lo he dicho— buenísimos.
Todo este rollazo no es sino para animarles: ¡Adelante! Están haciendo felices a muchas personas. Mucha fuerza y mucha suerte. Que esta aventura no acabe abruptamente. Y si no se cumplen las expectativas, hagan menos ejemplares al año. Nos conformaremos con alegría (como han hecho los del «Beatles Garden» —al que estoy suscrito—, que han dejado la periodicidad). Pero bueno, todo esto es poniéndonos en el peor de los casos.
Quiero. Sé. Confío en el éxito de esta aventura editorial.
Adelante con los faroles.
Y sigamos bailando sobre arquitectura, que es de puta madre.
Un abrazo, señores.
Juan Miguel Lucena.
Barcelona.
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