“Los textos de Dylan son tan importantes para la cultura norteamericana como los de Kerouac, Burroughs o Whitman. Y querer negarlo es empeñarse en mantener una venda en los ojos”
Tras conocer que Bob Dylan se ha alzado con el Premio Nobel de Literatura de este año, Eduardo Izquierdo reflexiona sobre los peros y los motivos que avalan esta concesión.
Texto: EDUARDO IZQUIERDO.
Mucho tiempo lleva sonando el nombre de Bob Dylan como candidato al Nobel de Literatura, y desde el primer momento surgieron las voces en contra de su nominación. No quiero ni imaginar las que saldrán ahora que el galardón es una realidad y Dylan se ha convertido en el ganador para este 2016. De hecho, no he tardado ni dos minutos, desde que se ha hecho oficial, en recibir un mensaje diciendo: “El Nobel no es eso”. Nada más. Curioso argumento. Poco importa que los textos de Dylan hayan sido mucho más influyentes para su disciplina, el rock en este caso, y me atrevería a decir que hasta para la sociedad que los de Svetlana Aleksiévich, Patrick Modiano o Alice Munro, últimos galardonados, por cierto. La cuestión es ponerle peros. Aunque para mí todo se resume en un axioma sencillo: ¿Dylan escribe? Sí, pues es susceptible de ganar el premio Nobel.
Por otro lado, no debemos olvidar la importancia que tiene y debe tener este premio para todos aquellos que escriben canciones y que, sobre todo, piensan en las letras como algo esencial de su obra. Aquellos que sufren con un bolígrafo y una libreta, mientras su guitarra se apoya en una de sus rodillas. Este premio a Bob Dylan engrandece una profesión. Porque el reconocimiento sirve de extensión para que un trocito de él se lo lleven también el resto de escritores de canciones. Así que chapó.
Una vez aclarada mi posición respecto a dos temas esenciales, vamos al meollo de la cuestión. El que va a dar, espero, más que hablar. ¿Lo merece? Sí. Rotundamente. Pero por si no ha quedado claro lo voy a volver a decir: Bob Dylan merece un premio como este como el que más. Porque, como dice la Academia, ha creado “una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. Magnífica sentencia que define a la perfección la importancia de las letras del de Duluth. Los textos de Dylan son tan importantes para la cultura norteamericana como los de Kerouac, Burroughs o Whitman. Y querer negarlo es empeñarse en mantener una venda en los ojos. Su belleza sensorial, su cripticismo, su ritmo y su destreza con el lenguaje están al alcance de muy pocos, y él supo explotarlo como nadie.
¿Acaso se puede negar que ‘Masters of war’ o ‘Desolation row’ son pura poesía? Textos, los de estas y otros cientos de canciones, que pueden leerse separados de la música y disfrutarse también, que no igual. Me explico: leer a Dylan es una cosa, su lírica funciona sin una sola nota musical de soporte detrás, pero es cuando sus palabras se apoyan en acordes y su particular fraseo cuando alcanzan la concepción de sublimes. ¿Lo hace eso menos escritor? Sinceramente, creo que no. Dylan es un gran escritor. De canciones, volviendo a lo citado anteriormente. Pero escritor, a fin de cuentas. Y a ellos es a los que debe ir a parar el Nobel de Literatura. Así que solo me queda desearle que disfrute de su premio y, sobre todo, que le queden unas decenas más de canciones por escribir. Que como las que él escribe, nunca sobran.