Una nueva polémica se vislumbra en el horizonte musical: El Ministerio de Cultura, a través del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem) quiere subvencionar giras musicales en nuestro país. Para esta partida, y según informa El País, se destinarán 500.000 Euros, que no deja de ser una cifra bastante ridícula. De este modo, el Gobierno pretende lavar su imagen entre un sector ampliamente damnificado por las descargas ilegales.
Pero esto nos lleva a varias preguntas: ¿Debe el Ministerio, al igual que hace con el cine (con todo el debate que arrastra detrás de sí) subvencionar la música en directo? ¿Sería justo que giras de, pongamos por caso, Chenoa o Miguel Bosé en grandes escenarios recibieran más dinero que las de Josele Santiago o Francisco Nixon por pequeñas salas? ¿Si se van a pagar gastos de viajes, qué pasa con los que duermen en hoteles de cinco estrellas y los que van a pensiones; los que viajan en avión y los que van en coches particulares; los que mueven a decenas de empleados y los que viajan solos? ¿Ya que este dinero saldrá de nuestros impuestos, revertirá esto en una bajada del precio de las entradas? ¿Aquellos que, sobre todo en verano, actúan contratados por ayuntamientos, generalmente con cachés inflados, deberán recibir también subvención; o acaso esa no es ya una forma de subvención? ¿Qué pasa con los músicos que no tienen posibilidad de acceder a la promoción y ofrecen unos pocos conciertos al año casi sin público? ¿Y si ahora asistimos a un exceso de oferta (subvencionada) pero la demanda (asistencia de público) es la habitual? ¿Qué sucede con los músicos refractarios al directo y que justa y honradamente quieren vivir de las ventas de sus discos; o aquellos que por edad pueden grabar discos pero no tocar en directo? ¿No sería mejor dejar las cosas como están en el sector del directo y luchar en serio, como en otros países, contra la piratería discográfica? Y la última, más dramática y necesariamente en negritas: ¿Tendrá esto un efecto perverso y bumerán que liquidirá de una vez por todas a la industria discográfica española al entender el consumidor/descargador, como sucede con el canon, que ya paga para que la música grabada sea gratuita? Demasiadas preguntas para una iniciativa polémica sobre la que habrá que reflexionar con más calma.
JUAN PUCHADES.
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