Proponemos a Luis García Gil un recorrido por la cosecha discográfica de Joan Manuel Serrat en los 80. García Gil selecciona diez canciones imprescindibles que completan su interesante reportaje sobre esta década, publicado en el Cuadernos Efe Eme número 17 que puedes comprar aquí.
1. ‘Temps era temps’ (“Tal com raja”, Ariola, 1980).
El tiempo de orfandad de posguerra según Serrat en otra de sus canciones emblemáticas que durante muchos años formó parte de sus recitales. Del estraperlo a la delantera del Barça de los cincuenta, el de las cinco copas que lideraba Ladislao Kubala. Antes que Sabina grabara su magistral “De purísima y oro” Serrat retrató el país surgido de los estragos de la guerra. Y lo hizo en una canción perfectamente ensamblada, sin dejarse llevar por una visión amarga, cobijando en ella las vías de evasión y refugio de las clases populares como la copla de Quintero, León y Quiroga o los consejos de Elena Francis. ‘Temps era temps’ servía de gloriosa apertura de “Tal com raja”, el disco con el que Serrat comenzaba la década de los ochenta.
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2. ‘Vaig com les aus’ (“Tal com raja”, Ariola, 1980).
Vida y muerte se balanceaban en la escritura despojada de artificios, esencial, de “Tal com raja”, un disco clave para entender la reinvención de sonoridad y lenguaje de Serrat en los años 80. Aquel disco lo marca, en la vivencia del cantautor, el nacimiento de su hija María y la muerte de su padre Josep. Y entre todas aquellas magníficas canciones destacaba esa doliente balada titulada Vaig com las aus sobre un poema de Josep Palau i Frabre. Una canción contenida pero de una emoción indudable.
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3. ‘Hoy puede ser un gran día’ (“En tránsito”, Ariola, 1981).
A la manera del clásico Horacio, expone la filosofía del carpe diem en uno de sus grandes clásicos ochenteros perteneciente a un disco tan importante como “Mediterráneo” a nivel de concepto, “En tránsito”. Musicalmente se rodea de un imponente grupo de músicos, formación que se consolidará a su lado durante toda la década. Ahí estaban Ricard Miralles —su arreglista más constante —, Josep Maria Bardagí, Josep Mas Kitflus, Francesc Rabassa o Jordi Clua. Escogemos el estreno de la canción en TVE en el programa Música Maestro que presentaba Carlos Tena. Serrat regresaba a la cadena pública tras años de censura y ostracismo televisivo en nuestro país.
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4. ‘Esos locos bajitos’ (“En tránsito”, Ariola, 1981).
La patria es la infancia. Lo dijo Rilke, del que Serrat tempranamente leía las “Cartas a un joven poeta”. ‘Esos locos bajitos’ —guiño al humorista Miguel Gila— es una de las grandes canciones del cantautor catalán. “A menudo los hijos se nos parecen/ así nos dan la primera satisfacción…”. La paternidad hecha canción, el difícil oficio de educar, de velar, de marcar el camino a los hijos que llegan y un día se irán, decidirán por ellos, errarán. La canción partía de un poema de Horacio Salas, poeta argentino. De esa fuente casi nadie se acuerda, pero conviene recordarla. Musicalmente tiene la intensidad de las grandes canciones serratianas, fraseadas con la mayor de las delicadezas y con Miralles firmando un arreglo sin necesidad de alardes con prodigiosa introducción, marca de la casa.
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5. ‘Cada loco con su tema’ (“Cada loco con su tema”, Ariola, 1983).
A principios de los años 80 sigue siendo el cantautor por excelencia de nuestro país, el que mejor hace dialogar el pasado con un presente en el que las musas siguen estando de su parte. “Cada loco con su tema” fue otro de esos discos incontestables en el que destacaban canciones de la talla de ‘Sinceramente tuyo’, ‘De vez en cuando la vida’ o ‘No esperes’. Entre todas ellas merece especial mención la canción que daba título al disco, toda una declaración de principios de quien decía preferir las voces de la calle antes que las del diccionario. Canción vertiginosa, dinámica, llena de matices. Lo coloquial gana terreno, pero se mantiene intacta la sensibilidad. Y lo ético fundiéndose a lo estético. En ‘Cada loco con su tema’ Serrat cantaba que prefería los caminos a las fronteras. Eso tan básico y natural como ser ciudadano del mundo, sin olvidar sus raíces. Ese verso debiera recordarse a los que lapidaron al cantautor por no ser amigo de derivas independentistas ni de nacionalismos excluyentes, vengan de donde vengan.
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6. ‘Infants’ (“Fa vint anys que tinc vint anys”, Ariola, 1984).
Serrat regresa a la infancia, en este caso de la mano de un poema de Pere Quart, poeta que también sufrió el exilio. Una joya musical dentro de ese capítulo fértil de su obra dedicado a la poesía cantada. Infants formaba parte del disco Fa vint anys que tinc vint anys. El piano de Miralles, juguetón y emotivo, vuelve a dialogar aquí magistralmente con la voz del cantautor.
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7. ‘Seria fantastic’ (“Fa vint anys que tinc vint anys”, Ariola, 1984).
Otra muestra de “Fa vint anys que tinc vint anys”, el disco con el que celebraba que hacía veinte años que tenía veinte años. ‘Seria fantastic’ es su ‘Imagine’, pero menos empalagoso —si se me permite— que el himno de Lennon. El Serrat ético de los ochenta termina desembocando en esta canción utópica, que sueña con otros mundos posibles. El tempo de balada le sienta fantásticamente a este músico maduro que estrena la cuarentena en olor o loor de multitud con una gira —la de 1984— que terminará en doble elepé, constituyendo el único directo que formaría parte de su discografía oficial.
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8. ‘Los formales y el frío’ (“El sur también existe”, Ariola, 1985).
En 1985 dio forma a un disco dedicado al poeta uruguayo Mario Benedetti. A diferencia de Machado, Hernández o Salvat Pappasseit, Benedetti era un poeta vivo, lo que permitió desarrollar un trabajo de cercanía lírica, afecto y complicidad que terminó llamándose “El sur también existe”. Aunque será el más discreto de sus discos dedicados a poetas contenía hallazgos tan sumamente delicados como la amorosa ‘Los formales y el frío’ que podría dialogar en intenciones y sensibilidad con aquella Los debutantes que Serrat grabara en su legendario disco blanco, quince años antes.
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9. ‘Los fantasmas del Roxy’ (“Bienaventurados”, Ariola, 1987).
El mundo de posguerra de Marsé es el de Serrat. También el de esa primera cinefilia cobijada en cines que el progreso borró del paisaje barcelonés como el Roxy que iluminaba la Plaza Lesseps. La mitología del celuloide en un relato fantasmal que Serrat cobija en un inspirado ritmo de fox-trot. ‘Los fantasmas del Roxy’ iluminaba un disco muy discreto, “Bienaventurados”, un primer tropiezo creativo en la intachable hoja de servicios del cantautor.
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10. ‘Salam Rashid’ ( “Material sensible”, Ariola, 1989).
Cierra la década con un disco en catalán, “Material sensible”, con canciones tan eminentes como la que cuenta la historia del inmigrante y desposeído Salam Rashid. La odisea de Salam se apoya en la escritura del recordado periodista Joan Barril. Al primer mundo globalizado ya le temblaba el continente africano en la conciencia y le aturdía quienes huían de sus tierras buscando la promesa de una vida mejor en Europa. Construye una canción imponente musicalmente, nada demagógica, rotunda y expresiva, que cuenta además con la colaboración del gran Paco de Lucía imprimiendo con su guitarra la atmósfera requerida. Una obra maestra que revelaba hasta que punto seguía en un estado de forma creativa indudable que algunos críticos le negaban, menospreciando todo disco nuevo o directamente sometiéndolo a odiosa comparación con el canónico “Mediterráneo”.