El próximo martes (22 de enero) es el día elegido por Espasa para publicar “Jinetes en la tormenta”, el libro en el que Diego A. Manrique recopila algunos de los artículos que a lo largo de los años ha ido publicando en “El País”. Para los amantes de las cifras, digamos que incluye 83 artículos, 1.022 nombres de grupos, cantantes y otros personajes, 285 canciones y 249 álbumes.
Aquí tienes unos extractos del dossier de prensa:
“Un viaje por la música y el tiempo:
Sin Diego A. Manrique, nuestra percepción de la música pop sería distinta. Desde las páginas de la prensa o los micrófonos de la radio, ha ido construyendo un paisaje sonoro que forma parte de la biografía sentimental de muchos españoles.
La síntesis de su trabajo, que se recoge en ‘Jinetes en la tormenta’, nos conduce por el latido de la música negra, desde Wilson Pickett a Michael Jackson. Evoca, también, el ritmo abrasador del rey del soul Otis Redding, se detiene en gigantes del jazz como Billie Holiday o Miles Davis, nos devela los secretos de «malditos» como Syd Barrett, el genio de Pink Floyd, la desdichada Amy Winehouse o el satánico Aleister Crowley…
Tom Waits, Jerry Lee Lewis, los Doors, The Beatles, los Rolling Stones, The Who, U2, Springsteen, Nirvana… y muchas otras figuras esenciales, sin olvidar a los que fueron protagonistas de la llamada movida madrileña, nutren estas páginas retratados con la inigualable capacidad de Diego A. Manrique para hacer que estos Jinetes en la tormenta nos muestren su rostro más auténtico.
A veces, conviene advertirlo, el resultado rompe la imagen tópica de algunos artistas.
Diego A. Manrique comparte con los lectores las claves de una pasión destilada a lo largo de los años en forma de programas radiofónicos y televisivos y en sus críticas y artículos periodísticos: la crónica social de una época extraordinariamente fértil, que despegó con la aventura generacional de los sesenta.
Este libro es la culminación de una dilatada carrera literaria en la que el más reputado de nuestros críticos ha sabido emplear su agudeza para captar una realidad turbulenta y aproximarse a ella desde el lenguaje universal de la música.”
“Diego A. Manrique ha seleccionado para ‘Jinetes en la tormenta’ más de ochenta comentarios, entrevistas y reportajes sobre los grandes de la música.
Nos presenta a los cantantes, compositores, músicos, productores y sellos fundamentales para entender la evolución de la música popular –en el sentido más amplio de la palabra– del último medio siglo.
Todos y cada uno de estos artículos está introducido por un texto que lo enmarca y añade información que nos ayuda a situarlo mejor en el tiempo. Diego A. Manrique rememora las circunstancias –¡esa habitación de hotel inundada tras una noche de amor en Córdoba!– y recuerda las condiciones en las que nació cada uno de ellos.
Los textos se articulan en seis grandes apartados temáticos –los presentamos a continuación– con personalidad propia. Cierran el libro un índice onomástico y una relación de todas las canciones y álbumes mencionados en el texto.
1. Venimos de África
Un amplio recorrido por la música negra, desde los bluesmen de los años 30 hasta la actualidad.
Generalizando, los artistas negros han tenido peores carreras comerciales que los blancos: sufren contratos miserables, circuitos más reducidos y abruptos cambios de tendencia que los dejan a la intemperie.
Sus deslices han recibido un tratamiento más cruel que el de sus colegas caucasianos: James Brown o Chuck Berry conocieron la cárcel por incidentes que, de haber sido protagonizados por un Jerry Lee Lewis, hubieran sido silenciados, como sabemos que ocurrió con historias similares.
2. Raros, malditos, insumisos
Qué difícil es calificar o situar en un movimiento concreto a determinados artistas. Se habla de artistas de culto. ¿Pero qué demonios es un artista de culto? Diego A. Manrique nos presenta algunos y los define como “artistas con un universo estético propio, escasa obra y mínima acogida en su tiempo”.
Amplía este apartado con gente que se ha construido su carrera al margen de modas e, incluso, de la industria. Artistas como Syd Barrett –fundador de Pink Floyd o Nick Drake.
3. Los colosos
A diferencia del blues, el jazz o el flamenco, que veneran la longevidad, el rock sigue encandilado con quimeras de eterna juventud: sexo alborotado, vehículos acelerando, resacas asumibles, cortes de manga al futuro.
Pero ¿qué ocurre cuando los artistas entran en la tercera edad y les apetece seguir actuando? Por no hablar de los seguidores, en la frontera de la jubilación.
Las grandes figuras no solo se mantienen activas, sino que se infiltran en el territorio del rock con acné. Un septuagenario como Leonard Cohen corona el FIB, cita inicialmente reservada para la tropa indie. Bob Dylan y Neil Young encabezaron un evento como Rock in Rio.
4. Los mejores años de nuestra vida
Una crónica apasionada de lo que se llamó, primero, nueva ola y se convertiría, después, en Movida. Canito, baterista de Tos (luego, Secretos), falleció el 31 de diciembre de 1979. Poco acostumbrados a la muerte, los grupos jóvenes madrileños olvidaron diferencias estilísticas y se juntaron el 9 de febrero de 1980 con la intención de recordar al caído. Aquello sonó a rayos, pero, inesperadamente, funcionó como presentación en sociedad de una manera de entender el pop, como una voluntad generacional de cambio que arrasaría en tres o cuatro años.
5. Así suenan las palmeras
Los sabores latinos mezclaron a la perfección con otras músicas del universo del pop y del rock. La música procedente del Caribe –especialmente de Cuba y Jamaica– y del Brasil compitió con los más grandes. Las canciones y las composiciones de Bob Marley y de Antonio Carlos Jobim superaron a las de los monstruos norteamericanos y británicos.
Argentina ha sido, también, vivero de grandes artistas. De entre todos ellos, Calamaro es el más singular. Su mayor enemigo es él mismo.
6 – La sacristía
Historias paralelas. Investigaciones, descubrimientos y confesiones más o menos sinceras. ¿Qué sería del mundo de la música sin sus periódicos escándalos desvelados? Tirar de la manta forma parte, también del showbiz.
Diego A. Manrique recoge aquí su opinión sobre libros que han sacudido el mundo de la música. Grandes artistas han recibido cifras millonarias por sincerarse. Hablamos de productos para un mercado masivo e internacional.
Keith Richards percibió siete millones de dólares por su Vida. Luminarias menores aspiran a embolsarse tres millones de dólares. Eso cobró Sammy Hagar por Red: my uncensored life in rock por revelar intimidades de su paso por el grupo Van Halen (y sus experiencias con alienígenas). Lo mismo recibió Billy Joel.
De paso, nos descubre las miserias de la censura franquista. Nuestro favorito: los esfuerzos de algún maestro del trucaje fotográfico –antes del Photoshop– para poner ropa a todas las chicas desnudas que aparecían en el libreto de Quadrophenia, de los Who. Fíjense.”
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