El laberinto del fauno, de Cornelia Funke y Guillermo del Toro

Autor:

LIBROS

«Un singular artefacto narrativo que no desmerece ante la película”

 

Cornelia Funke y Guillermo del Toro
El laberinto del fauno
ALFAGUARA, 2019


Texto:
CÉSAR PRIETO.

 

Habrá visto alguno de los lectores, si es aficionado al fantástico sobre todo, esa maravilla de emoción y de trazado estructural que es El laberinto del fauno. La historia, que ensambla de manera perfecta la brutal represión del franquismo con viejos mitos y cuentos tradicionales, se derrama en una poderosa fuerza plásica y en un guion al que no le sobra ni falta nada para ir creando una furiosa tensión in crescendo. Los personajes, por otro lado, están trazados de manera sublime: el capitán Vidal, cruel hasta la nausea; Ofelia, la niña que lo tiene como padrastro y que se refugia en sus cuentos; la dócil, pero fuerte, Mercedes…

Pues bien, toda esta trama de auténtico músculo cinematográfico ha seguido el camino contrario a la mayoría de producciones de nuestros días. El guion, original de Guillermo del Toro, se ha transcrito en forma de novela hasta crear un singular artefacto narrativo que no desmerece ante las imágenes. Su calidad radica en que no se ha hecho de cualquier manera; supervisada por el director mexicano, la traslación al papel corre a cargo de Cornelia Funke, la gran escritora alemana que sabe combinar mejor que nadie las historias de calado juvenil con el mundo maravilloso. Con ello, sabe potenciar de manera magistral el aire de cuento infantil que tiene la historia.

La película es impecable en cada palabra, en cada plano. Así pues, ¿aporta algo realmente la versión  novelística? En realidad bastantes cosas, e importantes, aunque no se aparta un ápice de la historia. Hay un narrador al que le es posible desplegar un estudio psicológico de los personajes mayor que el de la película. Por ejemplo, con el capitán Vidal, que ya no es solamente un sanguinario represor, sino que está carcomido por el pasado y siente un visceral miedo a la muerte. Mata por este miedo, como una huida hacia adelante.

Lo más original de la versión en papel, sin embargo, es el añadido de pequeñas escenas, estas ya totalmente propias del género fantástico, en las que se desvelan claves del pasado que la película no desarrolla. Así conocemos, en un estilo diferente al del grueso del libro, los origenes del laberinto, la historia del padre de Ofelia, las leyendas del sapo gigante o del hombre pálido que están diseñadas desde los más líricos motivos tradicionales: ciervas, lagos encantados, sastres que se enfrentan a lo mágico… Añadidos que están integrados de forma magistral y que subrayan, sin hacerse explícitos ni pesados, la verdadera tensión que sostiene la estructura: la pulsión del bosque, esos mitos que —a pesar de todo su poder—, el capitán Vidal no puede controlar.

Anterior crítica de libros: Yo, Elton John, de Elton John.

 

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