Una operación de la ATF (departamento que supervisa el comercio de alcohol, tabaco y armas de fuego en Estados Unidos), con un policía haciéndose pasar por rapero, que acabó con setenta detenidos y la incautación de armas y drogas, le lleva a Diego A. Manrique, en su columna de “El País”, a replantearse su opinión de que aquellos que suelen relacionar rap y delincuencia simplemente pretenden “criminalizar una música y sus oyentes”, como las novelas de George Pelecanos. “Ahora, ya no estoy tan seguro”, dice Manrique. “Pero algo huele a podrido cuando tantos raperos llevan hierros o séquitos de gatillo fácil”. Ante la noticia de que el FBI pretendió desmantelar el Wu-Tang Clan, nos recuerda un encontronazo con uno de sus miembros, hace veinte años, mientras filmaba un concurso de rap en Nueva York. Manrique acabó escondido “en la oficina de la organización hasta que aquel gigante se hartó de buscarme”.
Desde este enlace puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “El falso rapero era policía”.