Investigaciones y libros proponen al jazz como modelo a seguir en el mundo de los negocios. Diego A. Manrique dedica su columna de “El País” a este asunto. Frente al ordeno y mando de los directores de orquesta, “el mundo actual requiere respuestas instintivas, espíritu de equipo, audacia creativa. Virtudes de jazzman”.
Si Miles Davis “buscaba instrumentistas que no tuvieran relación entre sí, para mantenerse en el centro de la acción. Afilaba el potencial de los músicos al lanzarlos a la piscina con las mínimas instrucciones. Intimidados, permitían que se apropiara de composiciones ajenas”, Duke Ellington “consideraba la orquesta como su instrumento particular y prefería mantener formaciones estables. Se ganó la lealtad de sus instrumentistas al pagar puntualmente, aunque los conciertos o las giras hubieran terminado en números rojos”.
Pero Manrique echa en falta “los prototipos deplorables: aquellos cabecillas que reventaron sus grupos por tacaños, irascibles, irresponsables”.
Desde aquí puedes acceder al artículo de Diego A. Manrique “El Duque tenía la solución”.