DISCOS
“Buenas canciones, sí, pero faltan composiciones inolvidables, esas que deben perdurar, las que relatan grandes historias, las que te meten el dedo en el ojo, las tripas o el corazón”
Rulo y La Contrabanda
“El doble de tu mitad”
WARNER
Texto: JUAN PUCHADES.
El tercer disco en estudio de Rulo llega cuatro años después del último (entremedias estuvo el directo “Una noche en el castillo”, de 2014) y con dos cambios llamativos: el deseado (por los adictos al rock clásico español) Carlos Raya se ocupa de la producción, mientras que de los anteriores componentes de La Contrabanda únicamente quedan Dani Baraldés (guitarras) y Fito Garmendia (que aparca la guitarra y queda relegado a los coros). Para la grabación se han incorporado Candy Caramelo (bajo), Coki Giménez (batería), Alejandro Climent (teclados) y el propio Raya (guitarras). Un equipo con el que parece que Rulo gana en pulcritud, pero pierde en frescura. Y es que el sonido de este disco resulta muy aséptico, tanto que tiende a lo romo, sin las imprescindibles aristas que conforman la personalidad de un músico, de una banda, porque cuando todo está en su sitio, como sucede aquí, el alma se diluye.
Y no, no es que “El doble de tu mitad” sea un mal disco, que para eso están las canciones, y hay algunas estupendas: desde los dos intensos disparos iniciales (‘Tu alambre’ y ‘Me gusta’), que harán las delicias de los aficionados al rock en castellano, a ‘Noviembre’ (la más sobresaliente), ‘La flor II (4 estaciones)’ (con la letra más certera de las once, y un arranque a lo Extremoduro, pero sin la clásica distorsión guitarrera del grupo de Iniesta), ‘M’, ‘Mi vida contigo era un blues’ (tal vez la más original) y ‘La reina del barrio’.
Buenas canciones, sí, pero faltan composiciones inolvidables, esas que deben perdurar, las que relatan grandes historias, las que te meten el dedo en el ojo, las tripas o el corazón. A ello quizá contribuya que Rulo en esta ocasión se ha decantado casi exclusivamente hacia temáticas románticas. La excepción la marca ‘La reina del barrio’, un retrato de personaje que se agradece entre el chaparrón sentimental y cierto abuso de recursos poéticos recurrentes —que como en las dos entregas anteriores, beben con intensidad de Sabina— que provocan en el oyente la sensación de estar ante algo ya sabido u oído, por lo menos previsible. Lo que unido a las mencionadas soluciones sonoras excesivamente impersonales provoca que “El doble de tu mitad” no termine de arrancar.
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Anterior crítica de discos: “Rockspile of shit”, de Los Chicos.