“El disquero desconocido”, artículo de Diego A. Manrique

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Una faceta poco conocida y destacada en la prensa del último Premio Cervantes, José Manuel Caballero Bonald, es la de disquero. Diego A. Manrique la recuerda en las páginas de “El País”. Caballero Bonald “ figura —como productor, traductor, letrista— en importantes discos de los setenta. Fue cabeza visible de un sello progre, Pauta, como empleado en una multinacional, Ariola, que se enorgullecía de contar con sus servicios”.

José Manuel Caballero Bonald “trabajaba como cazatalentos sin limitación de géneros. En 1973, fue el responsable de recuperar a Luis Eduardo Aute para el mundo del disco, tras su experiencia negativa en RCA. En Ariola se aceptaron las condiciones del cantautor: se negaba a actuar, rechazaba cualquier promoción más allá de dar unas entrevistas”. También estuvo detrás del “Heliotropo” de Vainica Doble.

El sello Pauta “reflejaba la sensibilidad del propio Caballero Bonald: cantautores, intérpretes en lenguas periféricas, flamenco, antologías”.  Y se opuso a una “operación bastarda: para dar credibilidad a Miguel Bosé, entonces artista de Ariola, se intentó cocinar un álbum suyo para Pauta. No veía a criatura tan liviana en compañía de Maria del Mar Bonet, Manuel Gerena, Aguaviva o El Sordera”.

“Me pareció que Caballero Bonald tenía alma de disquero. Si estabas en ese negocio, asumías que debías consagrar parte de tus energías a conseguir ser recompensado adecuadamente, algo no automático en un entorno de sinvergüenza”, concluye Manrique.

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