«No es un trabajo apto para todos los públicos. Ni siquiera para todos los públicos del jazz. Pero es sobradamente interesante por las ingentes cantidades de oxígeno que acarrea en este entorno tan polucionado»
¡Zas! Trío
«¡Zas! Trío»
NUBA/KARONTE
Texto: GERNOT DUDDA.
¡Zas! Trío está formado por el saxofonista Marcelo Peralta, el contrabajista Baldo Martínez y el batería Carlos “Sir Charles” González, y cualquiera que haya reconocido estos nombres ya sabe por experiencia que sus proyectos suelen venir avalados por discursos atrevidos y saltos sin red. Y no es diferente en este primer trabajo de ¡Zas! Trío, cuyo futuro parece quedar asegurado desde el mismo instante en que sus componentes hablan aquí de “primer trabajo”.
A vueltas con ese jazz vanguardista y osado –el free y el post free– con el que los tríos de Ornette Coleman, Louis Sclavis y Dave Holland sacaban de quicio a los nostálgicos del bebop, ¡Zas! Trío se ha propuesto una construcción a base de variedades tímbricas y dinámicas, con la improvisación como fuerza motriz. Los tres mantienen una holgada experiencia en diferentes frentes del jazz, pero también en otras músicas aledañas con las que han podido retroalimentarse de forma fructífera en un largo proceso en el tiempo. Incluso en la música clásica contemporánea y el folk, como es el caso del propio Baldo Martínez, que con su “Projecto Miño” se costeó un maravilloso crisol de ritmos y actitudes a caballo entre los dos costados de la frontera que forma el Miño.
Todo eso cuenta mucho por aquí desde el mismo instante en que el tema de apertura, por ejemplo, ‘Madera latina’, suena certeramente “gnawa” (muy en línea con aquel ‘Gnawa blues’ que el CMS Trío de Javier Colina, Marc Miralta y Perico Sambeat se sacó de la manga hace algunos años). O que sea mentira que la melodía sea un convidado de piedra, porque ahí están el comienzo y el final del muy sugerente ‘Coquitos’ para demostrarlo, que también funciona como una pieza de vibrante progresivo.
Y luego está la parte comprometida y su alineada reivindicación de las voces independientes que necesitamos, con sendas piezas dedicadas al director de “Carne cruda”, Javier Gallego (‘En crudo’), y a El Gran Wyoming (‘¡Menos mal que tenemos a Wyoming!’).
Por supuesto que no es un trabajo apto para todos los públicos. Ni siquiera para todos los públicos del jazz. Pero es sobradamente interesante por las ingentes cantidades de oxígeno que acarrea en este entorno tan polucionado. Y no hablo aquí de jazz, sino en general.
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