«Consolidación cien por cien fiable de una propuesta que deshilacha los recovecos oscuros del deseo y el sexo desde la perspectiva homo del lenguaraz Hayden Thorpe, pertrechado tras unos recursos expresivos que ríanse ustedes de Antony & The Johnsons»
Wild Beasts
“Smother”
DOMINO/PIAS
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
En una primera escucha, puede llamar la atención en «Smother» la ausencia de picos de intensidad. El demoledor «Two dancers» (2009) había puesto el listón del cuarteto de Kendal muy alto, y ya se sabe lo que ocurre con los terceros discos, y más cuando nos llegan empaquetados desde el Reino Unido. El batacazo suele estar servido. Pero nada más lejos de las previsiones agoreras, porque sucesivas visitas a su renovado universo particular certifican la condición de este álbum como todo un «grower» (por emplear el término sajón para definir obras que crecen a cada escucha), uno de los discos más bellos que escuchemos este año.
Porque lo que en aquel segundo disco era un paso de gigante con respecto a su debut, cifrado en una ebullición capaz de sorprenderte a cada minuto, se torna ahora en una rocosa serenidad, la consolidación cien por cien fiable de una propuesta que deshilacha los recovecos oscuros del deseo y el sexo desde la perspectiva homo del lenguaraz Hayden Thorpe (cediendo a veces el mando al más grave Tom Flemming), pertrechado tras unos recursos expresivos (ese falsete infalible) que ríanse ustedes de Antony & The Johnsons. De nuevo entre recuerdos a la guitarra de The Edge, al dramatismo arty de The Associates o a la sensibilidad extrema de Kate Bush, el álbum se abre con la intrigante progresión al piano de ‘Lion’s share’ para no soltar presa hasta el remate paisajista de ‘End come too soon’. En medio de ambas, contagiosos apuntes de percusión electrónica, melodías de embrujo serpenteante, crescendos majestuosos y elegancia a raudales. Y la palmaria evidencia de que con este tercer disco ya no se puede negar que estamos ante algo grande.
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