«Una de las formas de extasiarse con las canciones todavía resulta ser enamorarse de algo que es primera referencia, y ello es lo que persigue la joven e innovadora agencia de management y booking llamada Unpictured»
Varios
«Unpictured land 2»
UNPICTURED
Texto: CÉSAR PRIETO.
El mundo del arte es un extraño batiburrillo de generaciones ficticias, en todas las manifestaciones pero sobre todo en la música popular. Fíjense en el caso, Little Richard hace apenas un mes que ha hecho un concierto en el Howard Theatre de Washigton, tiene casi ochenta años. He visto algún video y está esplendoroso. Pues bien, subido ahí, a ese escenario no tiene los ochenta que proclama su nacimiento, tiene la justa y misma edad que tres chavalillos de quince que se suban por primera vez a un palco de su pueblo. Y sería tan supremo error para el amante de la música despreciar lo que ya está sancionado –dinosaurios, los suelen llamar– como ignorar que es sano y fructífero atender a los que están empezando.
Viene esto a cuento porque una de las formas de extasiarse con las canciones todavía resulta ser enamorarse de algo que es primera referencia, y ello es lo que persigue la joven e innovadora agencia de management y booking llamada Unpictured. Sin más objetivo que inventar cosas que las empresas al uso evitan y el placer de encontrar de nuevo el elixir de la canción emocionante bucea por la red para encontrar grupos sin apenas fans, sin ningún tipo de reconocimiento y sin historia, y son éstos los que elige para presentar sus descubrimientos en días especiales para la música. El primero apareció con motivo del Record Store Day y el segundo celebró el día de la música. Quizás después estos grupos no lleguen a nada –solo Nureyev parece la esperanza blanca del pop en castellano– pero es conveniente a veces repasar lo escondido, sobre todo si desprende tan buen gusto como en este «Unpictured 2».
Básicamente aparecen muestras de grupos extranjeros, Berlinist incluso multicultural, con ese ‘Ollie falls asleep’ que abre el disco y es un juguete instrumental envolvente, sostenido por las percusiones y con cuerpo cinematográfico a medida que avanza. Dos son hispanoamericanos, el proyecto de Melisa Arreola con Cuarto Paisaje, evanescente y feliz melodía, y la hipnótica voz entre guitarras puntiagudas de los argentinos Los jardines de Bruselas. Dos más del Reino Unido, quizás lo mejor del lote. Blue Boats, con su querencia a The Smiths y su manera de frenar un segundo antes de volverse épicos para volver a crecer después, y sobre todo Big Wave que aportan una maravilla de canción con ecos de indie pop, de twee y de esos grupos de chicas dulces -¿quién se acuerda de The softies?- con la sencillez y finura de una mañana limpia.
Cierran los dos representantes españoles, quizás más clásicos, con estructuras más medidas pero igual de inmensas. Reconforta sentir que no hemos perdido del todo, que continuamente la música va a seguir brincando en fuentes que manan nuevas con tanta frescura como ilusión.
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