«Al margen de marcas de fábrica, el disco aloja un buen ramillete de hermosas canciones repletas de melodía, juegos de voces, retórica de guitarra (no hay teclados), y los habituales postulados narrativos de José Luis Jiménez»
Topo
«Prohibido mirar atrás»
THE FISH FACTORY»
Texto: JOSEMI VALLE.
Topo nació de la escisión de Asfalto en 1978. José Luis Jiménez y Lele Laina abandonaron el grupo unos meses antes de que la canción Capitán Trueno incluida en su ópera prima eclosionase en las emisoras y se convirtiera en un hit que a su vez alentó las ventas de aquel histórico primer LP (allí anidaban ‘Días de escuela’, ‘Ser urbano’ y ‘Rocinante’, entre otras) y convirtiera el nombre de Asfalto en un jugoso activo para la compañía Chapa. Ese fue el motivo de que Asfalto como marca no desapareciera después del doloroso cisma. Desde aquel mayo de 1978 los encuentros y desencuentros entre los miembros originales de Asfalto y Topo han sido numerosos e intrincados. Siempre ondeando la bandera de ser los pioneros del rock urbano.
Asfalto resucitó en 2008 con una nómina en la que sólo Julio Castejón mantenía filiación con el pasado del grupo (en 1994 creímos que Asfalto había muerto definitivamente) y Topo rompió su hibernación en 2009 (nunca recibió la extrema unción aunque la invisibilidad de su disco del 2000, doce años después de su antecesor, invitaba a pensar que sí). Sin embargo, José Luis Jiménez y Lele Laina volvieron a la palestra en 2004, cuando a título individual publicaron un hermoso disco de canciones electroacústicas titulado «Canciones básicas Asfalto + Topo». Se trataba de una relectura de lo más luminosa de Topo y del primer disco de Asfalto, una vuelta de tuerca a esta historia de idas y venidas, entradas y salidas, vidas paralelas y perpendiculares.
Con estos precedentes Topo publica ahora «Prohibido mirar atrás». No hay deslocalización sonora, no hay indicio de patetismo alguno, y Topo en el siglo XXI suena como Topo en el siglo pasado, aunque con las aristas rockeras más limadas que en otros trabajos. Esa suavidad desconcierta al principio, puesto que han alistado al virtuoso guitarrista Luis Cruz, que ya formó parte del grupo en el «Ciudad de músicos» de 1986 coloreando aquellas canciones con sus dedos turbopropulsores. Topo mantiene fidelidad a su estilo, no realiza ejercicios de ruptura, lo que da pie al debate habitual en casos así. Unos aplaudirán su militancia señalándola como estilo y otros la juzgarán como un demérito por inmovilistas. Al margen de marcas de fábrica, el disco aloja un buen ramillete de hermosas canciones repletas de melodía, juegos de voces, retórica de guitarra (no hay teclados), y los habituales postulados narrativos de José Luis Jiménez. También se constata que la voz de Lele Laina continúa siendo una de las más bonitas y nítidas de este país.
Quizá el nuevo álbum no alcance los elevados méritos de los discos clásicos de la banda, pero tampoco aparece absolutamente nada que invite a considerar este trabajo como un disco menor. Abundan las viejas temáticas y los viejos sonidos reconocibles en Topo. Hay realismo y relatos urbanitas (‘Canciller’), anhelos bucólicos y loas a la naturaleza (‘Los Celtas’, ‘El bosque’), ensoñaciones de un mundo mejor y más justo (‘Siglo XXI’, ‘El político depredador’), delectación por la música y la condición de juglar (‘Prohibido mirar atrás’, ‘La guitarra del inglés’), pedagogía del paso del tiempo (‘Cambios’, ‘Santo Grial’, ‘El Dorado’, ‘Empezar’), amor por el cine (‘Fantasmas del celuloide’). Aunque el álbum prohíbe echar la mirada atrás y tira de la oreja a la nostalgia, trae como bonus track, además de la maqueta ‘Siglo XXI’ (embrión de ‘Los Celtas’ y probablemente la pieza más lograda), dos temas en directo de la época dorada de Topo, y otro que sin embargo vio la luz en un disco de Asfalto. Se prevé que para este 2011 la banda publique su segundo disco en directo. Sería el testimonio de lo ocurrido el pasado 14 de enero en la madrileña sala Heineken. Servirá para ver si la realidad condena de nuevo al ostracismo o imparte merecida aunque atrasadísima justicia poética a estos eternos acreedores.
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