«Pareja de aplicadísimos orfebres pop con un excepcional conocimiento del material de derribo (en absoluto de desecho) con el que restauran una fórmula que toma impulso en el pasado para mirar hacia adelante. Y que se beneficia, sobre todo (dado que nuestras luminarias electro pop priman el hedonismo por encima de la reflexión) de la incomparecencia de competidores de peso dentro de nuestras fronteras»
Souvenir
«Travelogues»
JABALINA
Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Aunque las buenas canciones no deban entender de corsés, y aunque se insista desde su disquera en que lo nuevo de Souvenir tiene hechuras de compendio retrospectivo de muchas de sus virtudes pretéritas (conexión patente en ‘Cop de Couer’ y ‘Mots’), no se puede negar que, para entender ese giro copernicano cuya trilogía los navarros cierran con este «Travelogues», hay que arrojar al cubo de reciclaje (nunca mejor dicho) cualquier idea preconcebida acerca de la oportunidad (u oportunismo) de ciertos operativos con anclaje en el pasado. Souvenir decidieron, hace cuatro años, permutar el charme de la mitomanía gala con marchamo sixtie por los ritmos sintéticos y las instrumentaciones robotizadas al servicio de un diáfano y aseadísimo pop electrónico que, melódicamente, no rompiera todas las amarras con su pasado, por mucho que cada vez arrinconasen más el francés como vehículo expresivo. Y hay que decir que a esa apuesta no llegaban precisamente con premura. El electro pop, en todas sus acepciones, lleva cerca de una década recordándonos que los 80 volvieron para quedarse, y al fin y al cabo son el talento, la inventiva o el superávit de personalidad los factores que delimitan quienes superan el mero ejercicio de estilo para adentrarse en el terreno de lo relevante. Ahí, en ese delgado filo, es donde se mueven una vez más Jaime Cristóbal y Patricia De La Fuente. Porque siguen formando una pareja de aplicadísimos orfebres pop con un excepcional conocimiento del material de derribo (en absoluto de desecho) con el que restauran una fórmula que toma impulso en el pasado para mirar hacia adelante. Y que se beneficia, sobre todo (dado que nuestras luminarias electro pop priman el hedonismo por encima de la reflexión) de la incomparecencia de competidores de peso dentro de nuestras fronteras. Por eso uno se pregunta si lo de ‘Whispers in the night’ es realmente una broma a costa del ‘A question of time’ de Depeche Mode. Y por eso también el tono retro de ‘Taboo’ (con ese poso 50 actualizado que suena rabiosamente a los últimos Raveonettes), la elegancia neworderiana de ‘Sinking stone’, el enfermizo estribillo de ‘Dance it away’ o el pegajoso leit motiv de ‘Peintures de Guerre’ resultan tan quedones y disfrutables.
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