«Se trata de un Sabino más cínico, que ha tenido que sobrevivir al show business y a la sordidez vital, y mucho de ello queda en las letras de unas canciones más irónicas de lo habitual»
Sabino Méndez
“El día que murió Marcello Matroianni”
WARNER
Texto: JUANJO ORDÁS.
El éxito de “La nave de los locos”, último álbum de Loquillo en el que volvía a poner voz a canciones de Sabino Méndez propicia la reedición del único disco solista de este último: “El día que murió Marcello Matroianni”. Editado en 1997, la obra registraba un concierto en Barcelona recogiendo temas nuevos que Sabino había ido componiendo desde su salida de Trogloditas. La escritura literaria ya era su mayor interés, pero lo cierto es que todavía era capaz de firmar grandes canciones, siendo normal que el propio Loquillo rescatara alguna de ellas para el citado “La nave de los locos”. Sin embargo, el que firma estas canciones ya no es el mismo Sabino Méndez que grabó discos como “La mafia del baile” (1985) o “Morir en primavera” (1988), sigue dando con buenos riffs de guitarra, con estrofas y estribillos memorables, con ese punto pop que en su día había enviado un buen puñado de sus canciones hacia el imaginario colectivo, pero también se trata de un Sabino más cínico, que ha tenido que sobrevivir al show business y a la sordidez vital, y mucho de ello queda en las letras de unas canciones más irónicas de lo habitual, incluso más inteligentes. Su acidez como autor aumenta en esta etapa previa a la madurez.
Esta reedición de “El día que murió Marcello Matroianni” no solo obedece al fetichismo relacionado con el universo Loquillo, pues se trata de una obra que se sostiene por sí misma, no únicamente por las buenas canciones, sino porque se trata del debut de uno de los grandes escritores de canciones del rock español, poniendo voz donde antes dicha tarea era asunto de Loquillo. Ahora Sabino Méndez cantaba sus propias canciones, fusionándose autor e intérprete por primera vez en lo que ya era una carrera larga, situándose en primera línea únicamente armado con sus dotes compositoras. Y vence.
No posee una gran voz pero sus canciones nunca se escribieron para grandes voces, no es un gran guitarrista pero tampoco importa porque la virtud de Sabino es capturar a las musas justo cuando estas están listas para imbuir a sus canciones de un espíritu emocionante, un extraño y melancólico costumbrismo callejero, que utiliza la épica para invertirla y volverla una herramienta plástica que mide igual al vencedor que al perdedor. Modelo aplicable a sus canciones para Loquillo y Trogloditas y también para este trabajo que nos ocupa.
“El día que murió Marcello Matroianni” no goza de una calidad de sonido impoluta pero sí profesional: resulta sucio y nítido en sus visitas al cancionero ajeno (Moris, Charly García, Lou Reed en voz de Albert Pla) y propio, siendo este último el más interesante, no por lo ya conocido (suena ‘Rock ‘n’ roll star’) sino por las canciones que entonces estrenaba junto a Los Montaña, banda con la que redescubrió el gusto de tocar por tocar fuera del entramado del negocio. ‘Los buitres de Santa Coloma’, ‘Macarras y muñecas’ o ‘Planeta rock’ son buenos ejemplos de rock de autor eléctrico con maneras punk, lejos del cantautor español. Esto es rock and roll obsceno, a ratos sórdido pero deslumbrante.
Como bonus para coleccionistas, se suman dos inéditos interesantísimos: ‘El mundo necesita hombres objeto’ registrada en el mismo concierto que el resto del disco y la maqueta de ‘Sol’, ambas grabadas por Loquillo en los últimos años.
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Anterior disco del día: “Stand up, people: Gypsy pop songs from Tito’s Yugoslavia, 1964-1980″.