«Hay que ser muy muy bueno, jodidamente bueno, para enhebrar himnos country, gospel, folk y derivados con, en muchos casos, más de un siglo de antigüedad y tropecientas versiones, y salir triunfante tras demostrar su inalterable vigencia»
Neil Young
«Americana»
REPRISE WARNER
Texto: JULIO VALDEÓN BLANCO.
En principio «Americana» huele a disco de transición. Un batiburrillo de versiones para seguir tirando. Muchas de sus canciones resultan obvias y ni siquiera reinventa arreglos. Prefiere Neil trabajar sobre otros preexistentes y bien conocidos. Existen numerosos ejemplos, caso del ‘On Broadway’, del EP «Eldorado», o aquella ‘Blowing in the wind’ de los días de «Weld», o incluso su exquisita y emocionante versión de ‘Four strong winds’, en los que apretó más, revisitó temas ajenos con dosis extras de furia, multiplicadas ganas de aventura o algodonoso aroma. ¿Se trata entonces de una maniobra destinada a engrasar la maquinaria, con vistas a ese nuevo disco junto al Caballo Loco que, en breve, presentará temas originales? No lo discuto, pero atención: en el mundo digital, allí, aquí, donde gana el adorno, el escorzo superfluo, la grabación hiperprofesional y parcheada; en el reino de los discos perfectos, perfectamente vacíos, quiero decir, se agradecen los métodos del canadiense. Su francotiradora apuesta por el puñal analógico. Los músicos tocando juntos. Las válvulas al rojo para que incluso el error ocasional sume como acierto porque prima la emoción. Su latido y su angustia.
«Americana», desde el galope inicial, se asienta sobre tus huesos con aparente desgana. Hasta que sin casi creerlo emerges oxigenado al otro lado. Feliz tras recibir un caliente baño de herrumbroso rock and folk. Ayudan, claro, las canciones más logradas, ‘Oh Susanna’, ‘Clementine’, ‘Tom Dula’ y ‘Jesus’ chariot’, aunque lo fundamental sea su coherencia. Certera incluso cuando decaé en unas ‘This hard land’ y ‘Wayfarin’ stranger’ que han conocido trovadores más dedicados (del Bruce Springsteen de la gira del BITUSA al Johnny Cash junto a Rick Rubin y los Heartbrakers de Tom Petty o la Neko Case de «The tigers have spoken»). Con independencia de los aciertos y los momentos relativamente bajos el conjunto, su esencia de obra cerrada, dibujada de la A la Z, demuestra que nunca olvida su objetivo, o sea, denunciar la situación del mundo actual con los mimbres de canciones antiguas.
Hay que ser muy muy bueno, jodidamente bueno, para enhebrar himnos country, gospel, folk y derivados con, en muchos casos, más de un siglo de antigüedad y tropecientas versiones, y salir triunfante tras demostrar su inalterable vigencia. El actual paisaje nos retrotrae sin anestesia a los EEUU de la Gran Depresión, a la Europa fundida que incubó las serpientes del fascismo. Millones de desesperados encontraron en el cancionero popular notarios fidedignos de una injusticia cósmica. Ayer, hoy, seguimos necesitando de fulanos como Neil. Que señala las causas del naufragio, sus corrientes nauseabundas, sus antecedentes históricos e inevitables tiburones, mientras los ciudadanos chapotean en el ensangrentado rol de casquería fina o picadillo humano a tanto el kilo.
«Americana» no es una obra maestra, pero sí oportuna, honesta y vital. No diría que es poco.
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