«Por encima, abriendo y cerrando, revolotea la voluntad política de Nacho. Política bien entendida. Sin panfletos, postulados maniqueos ni consignas. Una mirada cáustica sobre la materialidad común y tangible»
Nacho Vegas
“Cómo hacer crac”
MARXOPHONE
Texto: EDUARDO TÉBAR.
Nos malacostumbraron. La historia se empeña en articular las carreras musicales en álbumes de larga duración. Al menos, así era cuando se vendían discos. Ahora, Nacho Vegas opta por los extremos prácticos: lujoso vinilo verde de 10 pulgadas en edición limitada y un enlace para descarga libre a través de la radio pública. Coherente con la lógica del mercado y de una minoría selecta de su público (el grueso de seguidores veteranos, anteriores a 2006).
A lo largo de la última década, el asturiano se ha encargado de dignificar el formato del EP. Solo o acompañado. Y a través de lanzamientos apretados en intensidad, generosos en duración. Por lo general, aglutinando canciones que se desmarcan de la secuencia de los trabajos largos. Los amarres necesarios para comprender las transiciones entre periodos. Prismas del poliedro completo. Claves del universo vegasiano.
“Cómo hacer crac” es su octavo mini álbum. Emparentado de manera directa con “La zona sucia”, aunque más sedicioso y extrovertido que el hermano mayor. En esta última etapa –pongamos que a partir de “El género bobo” (2009)–, Nacho se ha acomodado como letrista en medios tiempos bajo el paraguas de la tragicomedia. Drama y humor. Nada nuevo, en realidad, si revisamos su material desde “Cajas de música difíciles de parar” (2003). En cualquier caso, asoma el prurito de la madurez: certezas que no se dicen a los 28. Destaca la integración orgánica de la banda, con Xel Pereda y Abraham Boba ejerciendo de mano izquierda y derecha. Y ese dylanita juego de alternancia entre la primera y la tercera persona según las conveniencias de la narración.
“Pienso en la que era mi gran religión y ahora me reconozco solo en la pasión”. Versos vitriólicos y de molde artesanal. ‘Marquesita’, por ejemplo, contiene uno de los textos mejor hilados de su trayectoria. Y eso, hablando de Nacho Vegas, son palabras mayores. El yo que asume miserias internas, se delata (“confesaré cualquier cosa sabiendo bien que puedo hacer algo mucho peor”), se abre en canal (“aún me siento como hecho de cristal”), advierte sobre las piedras del camino transitado, hace propósito de enmienda (lúcido catálogo el de ‘En mi nueva vida’) y se resigna tras la careta sardónica (uno no sabe si descojonarse o llorar con las desventuras de Nel Felgueroso San Pedro-Camín en ‘Relato de un error’).
Por encima, abriendo y cerrando, revolotea la voluntad política de Nacho. Política bien entendida. Sin panfletos, postulados maniqueos ni consignas. Una mirada cáustica sobre la materialidad común y tangible. Con guiño a Woody Guthrie en ‘Dos bandos’ y poniendo banda sonora al 15-M en ‘Cómo hacer crac’. Esta última, seguro, la pieza que más recordaremos y asociaremos al momento. El desencanto colectivo cogido con alfileres, interiorizado en un equilibrio casi imposible. Como una marcha de susurros cohenianos. Pero sin llamamientos para conquistar Manhattan ni Berlín. Solo un aviso: “Es una bomba y va a estallar”. Canciones con los pies en la calle. Y en Sol.
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