«Tratan de hacer equilibrios, de satisfacer sus ansias experimentales con el producto que sus millones de fans demandan. No es una posición sencilla»
Muse
“The 2nd law”
WARNER
Texto: JUANJO ORDÁS.
El nuevo disco de Muse es ¡el Nuevo disco de Muse! Y no es una frase sin sentido. Tampoco una reiteración. Cuando hace unos meses comenzó a sonar ‘Madness’ como single de adelanto, cabía esperar que la banda británica estuviera preparada para dar un salto artístico brutal demoliendo parte de la base de su éxito en una emocionante maniobra kamikaze propia de los mejores. ‘Madness’ era una canción de eminentes arreglos electrónicos, perfectamente construida y muy, muy emocionante (precisamente el tipo de canción que debería grabar U2 para continuar siendo una banda de primer nivel). Entre los fans la disensión fue automática, ¡perfecto! Siempre es bueno que un grupo de primera división en la cúspide de su éxito continúe retando a su audiencia, algo que los grandes nombres del rock tenían por regla en las décadas de los sesenta y setenta. Pero “The 2nd law” es sencillamente el nuevo disco de Muse.
De hecho, es el disco que el fan medio del grupo podría esperar. Y eso es bueno, desde luego, porque continúa trabajando casi exactamente las mismas sonoridades que han hecho de ellos la banda masiva que son desde que alcanzaran la madurez hace unos años. Hay alguna novedad, algún acercamiento electrónico, la influencia del dub step en un par de temas, pero no estamos ante un álbum que divida a sus fans en una guerra civil musical ni tampoco ante uno que muestre a unos Muse radicalmente distintos, con nuevas facetas que mostrar. Es paradójico, pero “The 2nd law” es un disco notable aunque tan pomposo como tímido. Es grandilocuente pero a la vez incapaz de moverse en las atractivas direcciones que apunta. Claro que es un buen trabajo, pero su locura operística, su querencia por arreglos clásicos y el funk de Prince sigue ahí. Novedades justas.
No cabe duda, Muse han sido un grupo muy interesante, con «The 2nd law» siguen siéndolo, ¿pero hasta cuando continuará funcionando su incontrolada épica de pop de estadio? ¿No se trata ya de una meta superada? Tratan de hacer equilibrios, de satisfacer sus ansias experimentales con el producto que sus millones de fans demandan. No es una posición sencilla y de hecho entregan un disco notable, una bóveda sónica, desmadrada, pocas veces contenida, una jodida epopeya con momentos casi cinematográficos. Pero nada nuevo para ellos. Y lo cierto es que hay que comprenderlos: Antes la industria musical era sólida y podía soportar sin problemas saltos sin red por parte de los artistas. Muchos fracasos de ventas de hace años serían un éxito hoy día. Sin embargo, en la actualidad no hay lugar para números mortales sin red, una caída significa la muerte. Y Muse no se juegan la cabeza aunque tienen talento y de ahí fluyen grandes canciones como esa mezcla entre ‘Kashmir’ de Led Zeppelin y banda sonora de 007 que es ‘Supremacy’, la ya citada ‘Madness’, ‘Big freeze’ y ‘Follow me’, estas dos últimas singles en potencia.
No es un disco sin puntos flacos (la olímpica ‘Survival’ es de mensaje tan burdo como estúpido) pero sus virtudes son más que sus defectos, especialmente cuando el grupo se atreve a dar medio paso al frente.
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