«NdegéOcello llega a su décimo álbum manteniendo esa vocación de artista sofisticado y cualificado que se resiste a cualquier tipo de encasillamiento»
Me’Shell NdegéOcello
«Pour une âme souveraine (A dedication to Nina Simone)»
NAÏVE
Texto: GERNOT DUDDA.
Fiel a su cita anual por esta fechas, Me’Shell NdegéOcello llega a su décimo álbum manteniendo esa vocación de artista sofisticado y cualificado que se resiste a cualquier tipo de encasillamiento. En la forma y en el fondo. Mucho ha cambiado el escenario desde que Madonna le abriera en su momento las puertas del sello Maverick, pero ella se las ha ingeniado muy bien para que todo este recorrido haya resultado siempre tremendamente fértil y coherente con sus vivencias y estados personales. Unos resultados que es ridículo medir por la gente que le contesta al teléfono para participar en sus discos (aquí, sin ir más lejos, Sinéad O’Connor, Lizz Wright, Valerie June, Toshi Reagon y Cody Chesnutt). Estos tampoco alteran en nada la foto.
NdegéOcello cuenta aquí con la elegancia de un título en francés (traducido como “para un alma soberana”) y de una dedicatoria a la gran Nina Simone, a cuyo poder emocional como intérprete –y a su influjo personal, su mensaje, la rebeldía de sus “años franceses”– apela en esta colección de canciones que supuestamente pasaron por su poderosa voz. Pero también lo hicieron por las de otros, y así resulta inevitable acordarse de Eric Burdon, Lou Rawls o Stan Campbell cuando escuchamos ‘Don’t let me be misunderstood’; de los Animals de Eric Burdon –again– cuando hacemos lo propio con ‘House of the rising sun’, o incluso de Norah Jones –por qué no– en el momento de disfrutar de la emocionante y bien camperita ‘Turn me on’. Conociendo su orgullosa vinculación moral con la homenajeada, no se ha olvidado tampoco de la composición más célebre de Nina Simone: ‘To be young, gifted and black’, escrita por ella en 1969 y que también tuvo una importante versión en 1972 a cargo de Aretha Franklin. No importa que por ahí fuera haya habido versiones mejores. Es lo de menos, las intenciones van aquí por otro lado.
No se trata de un disco de versiones como tal, sino de una excusa muy poderosa de la que se ha servido NdegéOcello para encaramarse a un mito de su predilección y darle luego un giro merced a su luminosa imaginación desde el punto de vista de la producción y los arreglos (hay que ver ‘See line woman’ como un hallazgo en ese sentido) y con un amplio espacio para la ejecución de susurrantes y “lennonianas” baladas (‘Black is the color of my true loves hair’, ‘Feelin‘ good’, ‘Either way I lose’, ‘Four women’).
Vayamos directamente al corte cinco (la mencionada ‘Turn me on’) y no pararemos hasta el final de suspendernos en ese vacío libre y diáfano, donde las notas y las palabras dibujan sentimientos que encuentran todo su espacio y valor cuando alcanzan la dimensión que alguien como NdegéOcello es capaz de proveer en sus discos y que vaya si toca nuestra tecla. En otras ocasiones no se les menciona, pero es de justicia reconocer aquí la completa compenetración que ella guarda con sus músicos: Chris Bruce (guitarra), Jebin Bruni (teclados) y Deantoni Parks (batería), sin olvidarnos que ella es también la (excelente) bajista y vocalista de su propia banda.
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