«Seguramente no es el disco perfecto, pero si no prestamos atención a los grupos que empiezan no disfrutaremos de bellísimas canciones y mutilaremos –aunque sea en pequeña parte– nuestra música»
Varios
«Madrid está helado»
LA FONOTECA
Texto: CÉSAR PRIETO.
Déjenme que les aborde cinco minutos para convencerles de cuanto es necesario para ustedes este disco. Y empezaremos por hacer historia. Hace tiempo me sorprendió una iniciativa limpia y sencilla: un colectivo que creó una necesaria página web para hacer fichas de cualquier grupo que hubiese tocado –aun en un mísero single– en nuestro país, pasó a organizar conciertos con sede en varias ciudades españolas y en algunas del extranjero como Oporto o Londres, donde llevaba a nuestros grupos y, por fin, edita y distribuye discos llenos de propuestas nuevas. Y todo ello sin buscar repercusión económica, pura pasión.
Tras palpar el ambiente de los grupos barceloneses con “Espectros”, su última edición física es un elepé de catorce canciones que permiten conocer el estado de la cuestión en Madrid y, sobre todo, disfrutar de grandes canciones; grandísimas. No todas lo son, desde luego; son grupos de base, imperfectos si quieren, concedo; pero sus canciones tienen el extraño magnetismo de las primeras experiencias, se puede captar ese deslumbramiento de la ilusión al iniciar nuevos proyectos, un cierto encanto que después –claro está– debe cristalizar en maestría musical y a veces desaparece, nunca se sabe. Escuchen para ello –por lo menos– la primera canción. Está en descarga gratuita y oficial, les aviso. Esta primera canción es de un quinteto madrileño –Espíritusanto–, se titula ‘Nadar a crol’ y conviven en ella una delicada guitarra, una voz de hada y un canto a la naturaleza, a las aguas y a la imaginación. Una preciosidad que es una lástima que pase desapercibida.
Por lo demás, las canciones están hechas de voces graves y de materia oscura, parece ser lo que se lleva ahora. Es curioso juego establecer conexiones y darse cuenta que las canciones beben de los ochenta en su parte más siniestra. ‘Una de cada dos noches en TV se oye decir te amo’ comienza como una inocente tonada de Donosti Sound y de golpe aparece una voz espasmódica a lo Poch y con la afectación de los Alphaville hispanos; la manta tecno del grupo Sector de Agitadas y sus voces pueden recordar a La Unión; ‘El fuego del recuerdo’, mucho más asequible, como si fuera de La Frontera y ‘Terror en el planetario’ que posee la oscura densidad cavernosa de Parálisis Permanente. Junto a ellas están Los Ingenieros Alemanes con ‘(Por el) Teorema de Gauss’, la más original, frío en la letra y un barroco crescendo en la instrumentación. Seguramente no es el disco perfecto, pero si no prestamos atención a los grupos que empiezan no disfrutaremos de bellísimas canciones y mutilaremos –aunque sea en pequeña parte– nuestra música.
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