«Una de esas obras que necesitas ponerte una y otra vez –sin venir a cuento de nada– para descomprimirte y destensarte»
Ludovico Einaudi
«In a time lapse»
Decca/Universal
Texto: GERNOT DUDDA.
Pura aristocracia musical. Cada vez que el turinés se deja caer con una de sus producciones, se puede sentir que el Cosmos guarda un plácido y maravilloso orden matemático, sometido a unas leyes físicas que se corresponden con un plan magistralmente trazado y que tiene además quien le ponga música con una belleza tan acorde. Que nadie me malinterprete: no estoy desplazando al Supremo Constructor; me estoy refiriendo tan solo a su pianista.
Es gracioso que dentro de la Nueva Música Instrumental Contemporánea –o las “Otras Músicas” (como se le solía llamar antes a todo esto que no era ni rock ni pop y no sabías por tanto dónde encajarlo)–, de vez en cuando surja un señor calvo y con gafas capaz de meterse en el bolsillo, como quien no quiere la cosa, a una audiencia mayoritaria. Le pasó a Michael Nyman hace justo veinte años y le pasa ahora a Ludovico Einaudi. Son las leyes del Universo, ya saben, que se cumplen de manera cíclica y categórica.
Y aquí, con piezas bellísimas como ‘Time lapse’, ‘Life’, ‘Discovery at night’, ‘Run’ o ‘Burning’, desde luego que “In a time lapse” es una de esas obras que necesitas ponerte una y otra vez –sin venir a cuento de nada– para descomprimirte y destensarte.
Aunque no le va a suponer ninguna sorpresa extraordinaria a quien haya seguido antes sus pasos, las expectativas quedan perfectamente satisfechas. Y ya es que mantenga siempre así de alto este hito de belleza armónica. Al piano solo; al piano y con un tenue acompañamiento electrónico orgánico; al piano y con violín, o al piano y con orquesta de cámara o no tan de cámara (donde las violas y violines se enroscan a las teclas con holgura neoclásica y mucha convicción sonora).
Y todavía mejor cuando eleva la cristalinidad de estas melodías a ese proceso de intrigante progresión geométrica, de cierto minimalismo repetitivo (algo habitual en él). Como en ‘Newton’s cradle’, que se va elaborando poco a poco, realimentándose a sí misma y en perpetuo crescendo, con la lenta pero firme parsimonia de la arañita que va tejiendo poco a poco su tela, pero que de inocente no tiene nada porque sabe pérfidamente que más de uno de nosotros acabará irremisiblemente atrapado en su red.
Este humilde siervo tan solo pide que sus preces sean escuchadas y que algún día pueda ver la luz el resultado de su gira conjunta con Rodrigo Leão y Beth Gibbons. Y no es aquí una cuestión de fe: esas grabaciones existen.
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