«Los Marañones dominan por completo el arte de la cotidianidad, la conversión en héroes de personas tan normales como cada uno de nosotros y en esa capacidad está parte de su grandeza»
Los Marañones
«Historias sin principio ni final»
PERDICIÓN
Texto: EUARDO IZQUIERDO.
Once. Nada más y nada menos. Que una banda con tan poca atención mediática como Los Marañones haya conseguido llegar a ese número de discos en sus más de veinticinco años de existencia tiene un mérito difícil de valorar. Además lo han hecho con la dignidad del que siente que lo que hace le sale del fondo de sus entrañas. Con altibajos (¿quién no los tiene?). Con discos mejores y discos menos mejores (que no peores), pero con la honestidad y el buen hacer como principal seña de identidad. Porque los Marañones son ese hermano mayor al que siempre te puedes abrazar cuando tienes un problema. Ese amigo que no te falla. Ese hombro que siempre está ahí para hacerte pasar buenos momentos, simplemente, y no es poco, con un montón de canciones. Y el nuevo montón lleva por título «Historias sin principio ni final».
Los temas de este álbum han sido recuperados de composiciones antiguas de la banda, tal y como aseguraba Miguel Bañón a Murcia Rock. “Teníamos muchas que nos gustaban mucho, canciones que por algún detalle… Detalle no, a lo mejor porque una no tenía letra, otra no nos gustaba la letra y la hemos cambiado o porque el tratamiento musical que le dimos en su día nos parecía erróneo y le hemos dado la vuelta”. Y desde luego que la decisión ha sido un acierto. Los Marañones dominan por completo el arte de la cotidianidad, la conversión en héroes de personas tan normales como cada uno de nosotros y en esa capacidad está parte de su grandeza. A medio camino entre el Dylan de ‘All along the watchtower’, Harry Nilsson, Gordon Lightfoot o un Elliott Murphy con una dosis extra de vitalidad, los murcianos han apostado por el folk rock de tintes psicodélicos y también pop para esta nueva entrega. Y ese es otro de sus aciertos. Porque ese adecuado colchón musical le sienta de maravilla a la siempre excelente voz de Bañón. Siguen siendo tan adictivos como demuestra esa ‘La hora de la revolución’ que abre el álbum recordándome a los tiempos ya lejanos de «Shangri-La» (1999), pero han sabido madurar sus canciones con la esencia de los grandes como en ‘El diablo vino a mí’ con sus toques soul, ‘El hombre melón’ con su esencia honky tonk o ‘La Luna de abril’ que lleva de cabeza a la psicodelia de finales de los sesenta. No olvidan el rock humorístico de medio tiempo marca de la casa en ‘La buena vida’ o la negroide ‘La jungla de mi barrio’, con un Hammond espléndido. Y hay más, mucho más.
Son Los Marañones: añadir algo sobra. Aunque es menester decir que siempre es una alegría tenerlos de vuelta. Los estaremos esperando con los brazos abiertos cada vez que lo deseen.
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Anterior disco del día: “Gangster squad”.
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