El disco del día: Lee Ranaldo

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«Vuelve a editar en solitario con la mejor colección de canciones que nunca haya parido bajo su nombre. Porque sí, se trata de canciones. No esperen esta vez veleidades experimentales ni desvaríos solipsistas»

Lee Ranaldo
«Between the times and the tides»
MATADOR/POPSTOCK!

 

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

 

Habida cuenta de que el futuro de Sonic Youth está más en entredicho que nunca, emborronado por la nebulosa del reciente divorcio de Thurston Moore y Kim Gordon, lo nuevo de Lee Ranaldo se antoja como la mejor forma de quitarse el mono y paliar ese vacío. La voz que apretaba las bridas de barbaridades como ‘Mote’, ‘Eric’s trip’, ‘Wish fullfilment’ o ‘What we know’ vuelve a editar en solitario con la mejor colección de canciones que nunca haya parido bajo su nombre. Porque sí, se trata de canciones. No esperen esta vez veleidades experimentales ni desvaríos solipsistas. Lo que impera en este «Between the times and the tides» es un rock de alta escuela, de galones aquilatados por el bagaje y el pedigrí que se le presuponen a su artífice, que deja en todo momento las vías de ventilación bien abiertas para que las melodías fluyan con naturalidad. Que reduce los calambrazos de distorsión a la mínima expresión, sin que ello redunde en que los entramados guitarrísticos marca de la casa pierdan textura. De hecho, y quizá con la única excepción de ‘Xtina as I knew her’, que tiene la solemnidad y el cuajo de cualquier tema de la última etapa de Sonic Youth, el inevitable ejercicio mental de hallar acomodo a cualquiera de sus diez temas en un disco de su banda madre resultaría harto difícil.

Cabe también achacar tan insospechado saldo a la nómina de cooperadores necesarios. Comenzando con la producción del siempre fiable John Agnello y continuando con las guitarras de Nels Cline (Wilco) o Jim O’Rourke (el mejor hombre de refresco que nunca tuvieron Sonic Youth), las baquetas de Steve Shelley y Bob Bert y el órgano de John Medeski. Quizá por todo ello ‘Fire island (Phases)’ tenga ese tradicional deje costa oeste, ‘Waiting on a dream’ remita en su inicio a ‘Paint it black’ (Rolling Stones), ‘Off the wall’ sea un single tan radiantemente fabuloso,  ‘Hammer blows’ o ‘Stranded’ remuevan entrañas desde lo eminentemente acústico o ‘Shouts’ comience como los primeros REM para acabar licuándose en vapores psicodélicos. No hay ataduras. No hay corsés.

Decapando su alma a través de textos sinceros, de una emotividad nada oblicua, y depurando una fórmula reconocible pero, a la vez, más propensa que nunca a la sana contaminación de nutrientes externos, Lee Ranaldo demuestra con este trabajo que la aristocracia rock proto indie norteamericana dispone de múltiples viales para, sin necesidad de desmentir su edad, madurar esquivando la senilidad.

Anterior entrega del disco del día: El disco del día: Elvis Costello & The Imposters.

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