«Cada vez que la BBC edita un recopilatorio de eso que los ingleses gustan en llamar World Music, no falta una pieza de este músico iraní»
Kayhan Kalhor
“I will not stand alone”
WORLD VILLAGE / HARMONIA MUNDI
Texto: GERNOT DUDDA.
Quien aún no conozca a Kayhan Kalhor debe saber que es uno de los músicos iraníes más impresionantes de los últimos veinte años (con permiso del legendario Mohammad Reza Shajarian). De sus doce trabajos, cuatro han estado nominados a un Grammy. Fue componente de “ensembles” como Shayda, Dastan, Ghazal o Masters of Persian Music. Forma parte habitual del Silk Road Project de Yo-Yo Ma y ha compuesto además piezas para el Kronos Quartet y los grandes maestros de la tradición vocal persa. Cada vez que la BBC edita un recopilatorio de eso que los ingleses gustan en llamar World Music, no falta una pieza suya.
Educado por igual en la Música Clásica Occidental y en la Persa (una de las más antiguas que se conocen), Kayhan ha sabido ofrecer de forma exponencial una nueva gama de colores a la música tradicional de Oriente Medio e incluso de la India. Es un genio del “kemanché”, esa especie de violín caucásico que se toca de rodillas y afinado en cuartas y quintas, que produce un plañidero lamento tan acorde con la agreste orografía de su país. Y al igual que Manos Ahalinotopoulos (Grecia), Hüsnü Senlendirici (Turquía), Haig Yazdjian (Armenia) o nuestro Germán Díaz (España), sabe compaginar brillantemente un virtuosismo revolucionario para su instrumento con un poderosísimo y concienzudo conocimiento de la tradición, a la que por encima de todo sabe guardar y respetar.
El título de este nuevo trabajo, “I will not stand alone”, pretende conjurar de forma esperanzadora un largo periodo de oscuridad y aislamiento personal, a lo que no resultó tampoco ajeno la conflictiva situación internacional de su país. Precisamente para demostrarse que no está solo, ha invitado en estas ocho piezas –descritas como “una reflexión agridulce sobre el amor, la vida y la patria”– al maestro Ali Bahrami Fard, eminencia del “santour”, que despliega aquí sus cristalinas notas en una poco frecuente versión más grave del instrumento (el “bass santour”, con 96 cuerdas frente a las 72 habituales). Kayhan también presenta una nueva versión de “kemanché”, bautizada como “shah kaman” y fabricada específicamente para este trabajo por un lutier australiano.
Los dos músicos tejen hilos mágicos que sólo 2.700 años de historia “radif” serían capaces de explicar. Música difícil pero maravillosa que, como la tradición de la que procede, es de por sí todo un generador espiritual de ensoñaciones contemplativas y meditativas. La versión instrumental de los grandes poetas místicos persas. Gozosa en sus complicadas escalas orientales. Una vez dentro, música sin escapatoria posible. Donde las definiciones y la brújula no sirven para nada.
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