«Canciones acústicas que en muy pocas ocasiones reciben el apoyo sutil del bajo o la batería y que nacen como simples maquetas para verse, casi por sorpresa, convertidas en un disco»
Howe Gelb
«Dust bowl»
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Texto : EDUARDO IZQUIERDO.
El líder de Giant Sand es de los que no paran. El año pasado ya nos sorprendía con la excepcional ópera fronteriza que era «Tucson» firmada como Giant Giant Sand. Pero Gelb es culo inquieto y su mente no para de crear. Recientemente se ha atrevido a colaborar con un grupo de gitanos para investigar en la música española, a colgarse el sombrero de cowboy con The Band of Blacky Ranchette o a disfrazarse de Johnny Cash en una gira para interpretar íntegro «Live at Folsom Prison», en el que quizá es su único tiro fallado en los últimos tiempos. Así que pretender que permaneciera desaparecido una temporada era casi imposible, y afortunados debemos sentirnos por ello.
Su nuevo trabajo es «Dust bowl», un grupo de canciones de origen independiente, ajenas al tratamiento de álbum o de conjunto coherente, pero que asumen la homogeneidad en el característico sonido de Gelb. Temas que tienen su esencia en la voz, con el reverb tan característico con el que Howe colorea sus cuerdas vocales, el piano, el banjo y la guitarra.
Canciones acústicas que en muy pocas ocasiones reciben el apoyo sutil del bajo o la batería y que nacen como simples maquetas para verse, casi por sorpresa, convertidas en un disco. Grabaciones caseras, la mayoría tomando forma en el cuatro pistas de su casa de Tucson, con la excepción de un par de tomas grabadas también de manera artesanal en un hotel de Montreal. Una vez más pedazos de historia americana de tintes transfronterizos, donde el folk, el blues y hasta el jazz confunden sus señas de identidad para convertirse en algo a lo que parece que solo Gelb sabe dar forma. Genio y figura.
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