«Flying Colors, es un grupazo y han facturado un disco excelente, con espléndidas canciones en algunos casos más allá de su apabullante sonido. Ojalá fuera 1981»
Flying Colors
“Flying Colors”
MTR
Texto: DARÍO VICO.
El tiempo de los supergrupos pertenece a otra manera de entender el rock, cuando un grupo de laboratorio, de estudio, podía vender millones de discos, y cuando la música no estaba compartimentada en tantos subestilos y millones de personas en todo el planeta, con gustos muy diferentes, salivaban con la idea de que se juntaran para grabar Eric Clapton, Ginger Baker y Ric Grech, la E de Emerson, la L de Lake y la P de Palmer, o ya en los últimos tiempos de gloria de la «superfórmula», progretas veteranos como Geoff Downes, John Wetton y Steve Howe en Asia…Ahora, en cambio, lo que para algunos die-hard fans del metal-prog ha supuesto una verdadera conmoción, para la mayoría de los humanos melómanos no es más que una noticia perdida entre muchas… ¿Quiénes son Mike Portnoy, Dave LaRue, Neal Morse, Casey McPherson y Steve Morse? ¿Qué hostias es Flying Colors?
Bueno, pues Flying Colours es la «última gran superbanda»… a la vieja usanza. Estos cinco tipos antes citados tienen, aparte de un largo currículum como mercenarios de lujo, experiencia en grupos como Dream Theater, Transatlantic, Deep Purple y etc. Hace algo más de un año, fueron convocados por un productor (ejecutivo, ¿eh?, que aquí no nos andamos con chorradas) y se metieron al estudio para componer y grabar en los huecos de su agenda un disco que acaba de salir y ha dejado impresionado al sindicato del metal, rama progresivo. Estando Mike Portnoy por medio, que es un fan de la música de fervor cuasi adolescente y un nostálgico de los grandes buenos tiempos de los proto-setenta y los ochenta más setenteros, nos podíamos imaginar que querría recuperar el rollo y hasta el sonido de bandas ya mentadas como Asia, y la verdad es que ha cumplido; escuchando hits potenciales como ‘Kayla’, que es el tema estrella del álbum, uno se mete a saco en aquellos tiempos en los que “Alpha” y el “90210” se despachaban como churros en las tiendas de discos y sus singles se colaban incluso en las radiofórmulas comerciales.
Por supuesto, el rollo fusionero más contemporáneo y el virtuosismo aplastante sitúan el álbum en su tiempo y su lugar, pero hay mucho de vintage en temas como el mencionado ‘Kayla’ –que en otro tiempo habría partido la pana en las efeemes y habría sonado a saco en los momentos culminantes de un blockbuster como dios aka Jerry Bruckheimer manda–, ‘The storm’, ‘Love is all I’m waiting for’ –hasta el título nos recuerda a alguna de Foreigner– o ‘Blue ocean’. Es curioso porque en aquellos tiempos se acabó tildando a grupos que se movían en este sonido despectivamente como AOR, pero en realidad los escuchaban muchísimos adolescentes, y ahora que es verdaderamente rock artesanal hecho por y para adultos, da la impresión que tanto los cinco mosqueteros… a lo “Veinte años después” que forman el supergrupo, como sus acólitos, lo viven con la devoción de una retomada adolescencia…
“Flying Colors”, banda y disco, son un producto de laboratorio, pero también al contrario de lo que esto significaba en tiempos, esto tampoco es peyorativo; parecen un grupo de alquimistas locos al servicio de una pequeña corporación sonora (Music Theories Recordings) fabricando con todo cariño a la oveja Dolly de los supergrupos, uno totalmente artificial, sí, pero elaborado con el cariño de quien ama la música, quien ha sido fan antes de estrella, quien sigue trabajando para unos cuantos frikis que la viven como ellos, que siguen emocionándose como críos con la vieja trola de los supergrupos… aunque hoy ninguno de estos cinco tipos sea conocido fuera de su ámbito; es la putada del fin de la globalización del rock, de su dispersión en miles de escenitas incomunicadas, estancas. Flying Colors, es un grupazo y han facturado un disco excelente, con espléndidas canciones en algunos casos más allá de su apabullante sonido. Ojalá fuera 1981.
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