«Sección de metal por un tubo, ocasionales órganos grasientos y esas guitarras eléctricas llevando su parte de incansable acompañamiento rítmico. Vamos, lo que viene a ser un disco de afrobeat de toda la vida»
Femi Kuti
«No place for my dream»
LABEL MAISON/NAÏVE
Texto: GERNOT DUDDA.
Mientras su hermano Seun Anikulapo se arrimaba hace poco a los veteranos Egypt ’80 del gran Fela –justamente la banda en la que Femi empezó, aún en vida de su propio padre–, este sigue apostando aquí por sus propios Positive Force: músicos jóvenes, frescos, bien capacitados para darle al afrobeat esa correspondiente pátina de actualidad (que por otra parte no parece tan necesaria). Por la parte musical, claro, porque por la parte de la consigna política poco ha cambiado desgraciadamente en estos últimos cuarenta y cinco años. Si el viejo Fela levantara la cabeza vería ahora un escenario tan corrupto o más que entonces y con la misma endogamia política y bancaria de los años de la descolonización. Solo que esta vez, además de en África, también en Europa. Y a mansalva. Sin disimulo.
Es sobre lo que no ha dejado de cantar el bueno de Femi desde que es artista con nombre propio. Y más ahora en este séptimo trabajo, con piezas que llevan títulos tan significativos como ‘No work no job no money’, ‘Politic na big business’ o ‘Wey our money’. También con las que podríamos llamar legítimamente de “call to action”, como ‘The world is changing’, ‘Carry on pushing on’, ‘This is only the biginning’ o ‘Action time’, arengadas con esa jerga “pidgin” característica y mucha energía vocal, a sudoroso pecho descubierto. A lo mejor de forma más directa, sin tanto funky como al principio de su carrera, si tomamos como referencias su primer trabajo, aquel “Shoki Shoki” de 1998, y este.
Eso sí, con sección de metal por un tubo, ocasionales órganos grasientos y esas guitarras eléctricas llevando su parte de incansable acompañamiento rítmico. Vamos, lo que viene a ser un disco de afrobeat de toda la vida (aunque con matices: su padre reunía una mayor exuberancia instrumental y de nada sirven las comparaciones). ¿Siempre la misma canción? Bueno, eso se lo decían también a su padre y, de ser verdad, a nadie nos hubiera importado. Aquí la pieza más larga es precisamente la más genuina, gracias a esa sinuosa entrada de saxo que nos traslada al humeante entorno de los peligrosos clubes de Lagos. Se trata de ‘One man show’, que con esos 6:19 que dura hablamos de algo más bien “corto” para lo que es el afrobeat. Seguro que en directo podría durar hasta veinte minutos si Femi se propusiera citar a todos los países de África en espera de revolución y no solo a los pocos que menciona.
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