«Deberían atenderlo quienes gusten del espíritu que recoge en sus pulsiones: la honradez de Springteen, la elegancia de Chris Isaak, el fondo de cuerda que se levanta suave y ácido, a la manera de Ron Sexsmith…»
Dylan Leblanc
«Paupers field»
ROUGH TRADE
Texto: CÉSAR PRIETO.
Dylan Leblanc podría ser el último romántico, no tanto por actitud de subversión como por la hiriente melancolía de sus textos y de sus letras. Paisajes de otoños cansados y el dolor de amores inaccesibles se presentan en cada canción de «Paupers field», como un bálsamo para los ánimos también lastimados. Un bálsamo que se destila en la voz de este joven de Louisiana –apenas 20 años que uno no se explica que capten de manera tan perfecta la nostalgia–, una voz perfecta no en su técnica sino en su sereno desgarro.
Deberían atenderlo quienes gusten del espíritu que recoge en sus pulsiones: la honradez de Springteen –‘Tuesday night rain’ es puro “Nebraska”–, la elegancia de Chris Isaak en ‘If the creek don’t rise’, el fondo de cuerda que se levanta suave y ácido, a la manera de Ron Sexsmith, en ‘Emma Hartley’ e incluso las guitarras creciendo en espirales en ‘5th Avenue Bar’ como los fondos de Simon & Garfunkel.
Bucólico siempre en tono menor, bebe mucho más que sus contemporáneos norteamericanos del folk de los caminos, del country más puro, de las steel más tristes y las palabras más temblorosas. Canciones que son una lucha sorda para conseguir la belleza y la levedad. Es tan clásico que parece crear en estos tiempos una sensibilidad nueva.
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