El disco del día: «Chittychitty big fan! Homenaje a Meteoro»

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«Si sucede que vuelve a ser culto privado, volveremos a perder la oportunidad de añadir un capítulo brillante y hasta ahora desconocido a la música en español»

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Varios
«Chittychitty big fan! Homenaje a Meteoro»
ÁREA 51 DEL CORAZÓN

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Es curioso cómo la perspectiva del tiempo nos hace ver trayectorias que no esperábamos en el momento en que las experimentamos. Hacia 1993 se publicaban dos discos que no parecían tener nada que ver ni con corrientes estéticas foráneas ni continuar tendencias patrias; dos discos desgajados, enormemente personales en sus propuestas, compactos baúles de exquisitez y electrónica. Uno fue el de Family, otro el de Meteoro. Y ahí se han quedado, como obras únicas, sin posible continuidad, dos delicatessen que, creo, ya serán eternas.

Sin embargo, han tenido caminos muy divergentes; el primero es carne de nostalgia y portadas, deseo melancólico, culto extremo; el segundo, objeto ni siquiera olvidado porque ni siquiera tuvo repercusión entonces. Y sin embargo se trata de un disco imaginativo y certero, plagado de canciones magnéticas, puerta de nuevos caminos que nunca se abrieron, pero hubieran llevado a paisajes coloristas y diversión hipervitaminada. Serie Z, tres acordes y fantasía.

Ha quedado, eso sí, su recuerdo en un grupo de iniciados que lo conservan como oro, deudores de todo ese espíritu Spicnic. Ellos están tras la producción y la interpretación de este homenaje que demuestra, antes que nada, un especial cariño, una íntima conexión. Es por ello que prácticamente todos llevan las canciones a su terreno para poseerlas.
Se podría trazar el camino de cada uno de los grupos con el sello de Meteoro. Ahí están por ejemplo los sucesores más directos de su especial imaginación, Los Ginkas, que surfean en los coros de ‘El increíble hombre menguante’, también Parade, que editó en Spicnic, y Lidia Damunt, que compartió grupo con Alfonso. Es esta última quien construye la versión más bella, ‘Es verdad’ se convierte en una delicia de piano y xilófono que potencia el aire infantil de la canción; en ocasiones, parece recreada por Vainica Doble.

Son motivo de celebración también las recuperaciones, precisamente en las dos instrumentales. Charlie Mysterio recupera a Los Caramelos y Los Urogallos no son más que unos reconvertidos TCR, de los que ya anda un 7” por ahí. Son estos últimos, al apropiarse de ‘Locomotivo’ quienes dan el tono del disco, parecen un soberbio combo de «early rock and roll» que mete toda la pastilla posible y hace que las guitarras aúllen y machaquen, pura chatarra.

También Espanto, uno de los grupos del pasado año, usa las guitarras que ahora los definen, pero ahora en ellos se convierten en oscuras y melancólicas, tristes, pura orfebrería. Los grupos que aquí menciono ya servirían para que los devotos de la imaginación en el pop buscaran el disco. Ojalá. Uno no sabe cuál será su recorrido, pero si sucede que vuelve a ser culto privado, volveremos a perder la oportunidad de añadir un capítulo brillante y hasta ahora desconocido a la música en español.

Anterior disco del día: The Heliocentrics.

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