El disco del día: Aurelio

Autor:

«Visión veraz y respetuosa de la tradición garífuna, pero alejada del primitivismo que tenía en los años 60 y 70, periodo escogido para fijar el sonido: La época dorada de los combos hondureños que mezclaban mambos con ska y calypso, lo que le confiere un innegable toque ‘vintage’ repleto de guitarras funky, candorosos metales y exóticas estructuras rítmicas. Una maravilla»

Aurelio
«Laru beya»
REAL WORLD/RESISTENCIA


Texto: GERNOT DUDDA.


“Laru beya” es el tercer gran álbum de la cultura garífuna, tras los rubricados por Andy Palacio en 2007 (“Wátina”) y el del colectivo The Garifuna Women’s Project un año después (“Umalali”). Lo firma Aurelio Martínez, un prometedor guitarrista, vocalista y compositor hondureño apadrinado en su momento por el propio Palacio. Tras la prematura muerte de éste en 2008, pasó a ser la máxima voz de expresión musical de los garífuna, una minoría reconocida por la UNESCO, repartida por buena parte de la costa caribeña de América Central (Belice, Honduras, Nicaragua, Guatemala). Son descendientes de esclavos asentados en el siglo XVII en la isla de Saint Vincent tras hundirse los dos barcos que los traían de África. Los ingleses los combatieron duramente y los expulsaron a la costa continental, donde se mezclaron con otras razas nativas. Las canciones de Aurelio cantan sobre estos rasgos de identidad, milagrosamente intactos a pesar de su dispersión geográfica y de la todopoderosa Globalidad.

Si de por sí ya son un trocito de África en el corazón del Caribe, el bueno de Youssou N’Dour –que perfectamente podría reconocerse vocalmente en él– ha querido profundizar sobre la parte común de estas raíces apadrinando a Aurelio e invitándole a Dakar. Allí pudo frecuentar a miembros de la Super Etoile y cantar con la Orchestra Baobab, bien presentes en el álbum. Tanto Rudy Gomis como Balla Sidibé cantan en dos piezas (‘Laru beya’, ‘Bisien nu’). El propio N’Dour lo hace en ‘Lubara wamwa’ y ‘Wamada’, un sentido himno funerario, registrado a la memoria de Andy Palacio.

Uno de los muchos grandes aciertos de “Laru beya” es algo también extensible a los discos que le preceden: ofrecer al mundo una visión muy veraz y respetuosa de la tradición musical garífuna –no falta por supuesto la festividad de la paranda–, pero alejada del primitivismo que tenía en los años 60 y 70, periodo escogido por su productor, Iván Durán, para fijar el sonido del álbum. Es la época dorada de los combos hondureños que mezclaban mambos con ska y calypso, cuyo sonido confiere al álbum un innegable toque “vintage” repleto de guitarras funky, candorosos metales y exóticas estructuras rítmicas. Una maravilla.

Anterior disco del día: Fleet Foxes.

Artículos relacionados